El pintor, escultor, grabador y ceramista Joan Miró i Ferrà (Barcelona 1893 - Palma de Mallorca 1983) estuvo especialmente vinculado a lugares tan variados como Mont-Roig del Camp, Palma de Mallorca, París, Nueva York y Japón, donde desarrolló sus manifestaciones artísticas. Sin embargo tenía una asignatura pendiente que era Barcelona, la ciudad que lo vio nacer y donde residió durante sus primeros 30 años de vida. Fue en la capital catalana donde tras estudiar comercio y haber trabajado en la tienda de sus padres descubrió su vocación artística. Ello le motivó a estudiar en la Escuela de Artes y Oficios de Barcelona (La Llotja) donde quedó influenciado por Modest Urgell y Josep Pascó. Tras superar una enfermedad en Mont-Roig del Camp y regresar a Barcelona ingresó en la Academia de Arte dirigida por Francesc d'Assís Galí, donde conoció las últimas tendencias artísticas europeas y asistió a clases de dibujo del natural en el Cercle Artístic de Sant Lluc, entablando amistad con Josep Francesc Ràfols, Sebastià Gasch, Enric Cristòfor Ricart y Josep Llorens i Artigas. Con todos ellos formó el grupo artístico Agrupació Courbet. En 1918 expuso sus obras por primera vez, en las Galerías Dalmau.
Años después, ya en su plena madurez, en 1968 el Ayuntamiento de Barcelona le sugirió que hiciera un mural cerámico para dar la bienvenida a los visitantes de la ciudad que llegaran al aeropuerto. Por este motivo se comprometió a diseñar tres obras que darían la bienvenida a los visitantes de la ciudad según llegaran por tierra, mar o aire. Barcelona estaba viviendo un momento de intensas reivindicaciones, por lo que consideró que él a través de sus obras podía otorgar a Barcelona un carácter diferente. Su preocupación era que el arte entrase a formar parte de la vida de las personas de manera natural y no forzada, asimilándolo y conviviendo.
El primer encargo fue el mural del aeropuerto del Prat de Llobregat, en la terminal B. La idea inicial era hacerlo dentro del edificio aeroportuario pero luego se optó por ubicarlo al exterior. Los trabajos se iniciaron en septiembre de 1970 sobre una superficie de 50 metros de ancho y 10 metros de alto cubierta por 4.865 piezas de cerámica esmaltada de 26 x 38 x 3 centímetros de superficie y 6 kilos de peso cada una, realizadas por el ceramista y amigo del artista Llorens Artigas. Los colores predominantes son el azul, el amarillo, el verde, el negro y el rojo. El 18 de marzo de 1971 por la tarde el entonces alcalde de Barcelona Josep María de Porcioles procedió a su inauguración junto al ministro del Aire Díaz Benjumea.
El mosaico de Miró en el Pla de l'Os (Pla de la Boqueria). Foto: El Mundo
A caballo entre la primera y la segunda obra de bienvenida a la ciudad otro proyecto que el arista pudo hacer realidad fue la Fundació Joan Miró, en la montaña de Montjuïc. Abierto al público el 10 de junio de 1975 (si bien la inauguración oficial fue el 18 de junio de 1976), el edificio es obra del arquitecto Josep Lluís Sert, y es de estilo racionalista, a su vez un claro homenaje a la arquitectura mediterránea. Fue la primera institución artística de Barcelona ideada a partir del trabajo conjunto entre un artista y un arquitecto. El principal objetivo era definir no tanto un museo sino un centro de arte contemporáneo pionero capaz de acercar estas corrientes artísticas modernas a la ciudadanía. Su apertura provocó un cambio del concepto de museo planteando una nueva forma de relacionarse con el arte y con las obras, enfocado como un lugar de descubrimiento y promoción de nuevos talentos. Allí se exponen varias obras representativas de Miró, además de otros artistas.
Tras ello se encargó de la instalación de un mosaico de 65m2 que saludaría la llegada por mar. El proyecto fue redactado por los Servicios Municipales de Pavimentación, que decidieron la ubicación de la obra al Pla de la Boqueria, atendiendo a las indicaciones de la Asociación de Vecinos y Comerciantes de la Rambla. La ejecución se inició por Joan Gardy Artigas el cual, junto a su padre Llorenç Artigas realizó las piezas que reproducían el mosaico en colaboración con los talleres Escofet. Los colores empleados fueron el azul, el amarillo, el rojo y el negro. El pavimento elegido fue una mezcla de cemento blanco teñido con cristales de color triturados para dar más viveza a los colores. Las dimensiones de las piezas eran de 10 X 10 centímetros, empleándose en total más de 6.000. Los trabajos se iniciaron el 2 de noviembre de 1976 y se inauguró el 30 de diciembre siguiente con la presencia del entonces alcalde de Barcelona Josep Maria Socias.
Fundació Joan Miró. Foto extraída de la web catalunya.com
La tercera obra prevista para Barcelona era una escultura de más de 60 metros de altura, llamada "Dona, ocell i una estrella" a instalar en el parque de Cervantes que saludaría la llegada por tierra por la avenida Diagonal. Originariamente esta escultura monumental era la primera que Miró planeaba para un espacio público de una gran ciudad.
Históricamente el primer emplazamiento de la tercera obra debía ser Chicago, pero por falta de financiación se abandonó la propuesta. Fue entonces cuando el artista la ofreció en 1968 a Barcelona integrándola en su proyecto artístico de bienvenida por tierra, mar y aire. Sin embargo, fue desestimada y la obra ideada en la maqueta se conserva en el patio norte de la Fundació Joan Miró de Barcelona, donada por el marchante de arte Pierre Matisse, hijo del pintor Henry Matisse. Años después, el 16 de abril de 1983 se inauguró la obra "Dona i ocell" en el parque del Escorxador, que nada tiene que ver con la escultura prevista, pues a menudo se confunden por la similitud del nombre. En 1979 la alcaldesa de Chicago Jane Byrne acordó buscar fondos públicos para la escultura siempre que se pudiera encontrar otro 50% en otro lugar. Tras el compromiso de varias instituciones, fundaciones y particulares, se inició el trabajo de la pieza reduciendo el coste a 250,000 dólares. La obra se construyó en bronce, cemento y cerámica. Los elementos de cerámica brillante que se encuentran en la parte inferior de la escultura fueron hechos a mano por Miró en Mallorca mientras creaba los de bronce en Barcelona. También solicitó la ayuda de Joan Artigas para asesorar sobre el trabajo de cerámica y proporcionar un nivel adicional de supervisión durante la construcción El 21 de abril de 1981 se inauguró en la plaza Brunswick y se la conoce como Miró's Chicago o Miss Chicago.
Miss Chicago. Foto: Jyoti (de su blog http://chicago-outdoor-sculptures.blogspot.com/)
Según se describe en la web de Chicago Public Art "Utilizando su simbolismo visual único, Miró impregnó esta escultura con la presencia mística de una deidad terrestre, tanto cósmica como mundana. Las formas que se encuentran en esta composición evocan imágenes celestes y objetos comunes. La base en forma de campana atrae la mirada del espectador hacia abajo, simbolizando la asociación de Miró de la forma femenina con la tierra. La esfera en el centro representa la luna, mientras que la forma de la cara se deriva de la de un gancho de cerámica. El tenedor que se proyecta desde la parte superior de la cabeza simboliza una estrella, con púas individuales que representan rayos de luz".
Han transcurrido casi 30 años del fallecimiento de Miró y queda todavía pendiente su tercera obra de bienvenida a Barcelona por tierra: "Dona, ocell i una estrella". Resultaría interesante que con motivo de la citada efeméride, para el año 2023 se completara el proyecto que Miró desarrolló para la capital catalana. Sólo son necesarios dos ingredientes fundamentales e ineludibles: voluntad y dinero. ¿Estaría dispuesto el actual Gobierno municipal a hacer realidad a modo de obra póstuma esta escultura urbana? En cuanto al tema de la financiación, bastaría con aplicar la experiencia de Chicago, es decir, asumiendo el Ayuntamiento de Barcelona una parte de la inversión y el resto a partir de la participación de entidades, empresas, particulares e instituciones interesadas en el proyecto. Una solución aparentemente fácil pero a la vez difícil teniendo en cuenta los tiempos que corren y las prioridades existentes en estos tiempos de crisis sanitaria.
Dona i ocell, en el parque del Escorxador. A menudo por el nombre se confunde con "Dona, ocell i una estrella". Foto extraída de https://www.knowingbarcelona.com/.
En cuanto a su emplazamiento se refiere, una opción práctica sería el lugar que inicialmente se pensó, en el parque de Cervantes, donde sería perfectamente visible a la entrada a la ciudad desde carretera o autopista. Ello posibilitaría reproducir la obra tal y como se previó, de 60 metros de altura. Otra posibilidad factible, si bien no quedaría exenta de controversia, sería en la plaza de los Cinc d'Oros, en el cruce del paseo de Gràcia con la avenida Diagonal. No hace mucho tiempo se habló de trasladar allí la escultura "Dona i ocell" sustituyendo el obelisco.
La ubicación, en el corazón de Barcelona, tendría sus ventajas: 1) se completaría el proyecto de bienvenida a Barcelona por tierra, mar y aire que planteó Miró; 2) aunque no se ubicara en el parque de Cervantes, daría igualmente la bienvenida a Barcelona porque no perdería su significado; 3) convertiría la plaza en un espacio políticamente neutral, pues el monumento a la República se halla en la plaza de la república (antes Llucmajor); 4) contribuiría a embellecer este espacio urbano, actualmente presidido por un monumento degradado y dedicado "a nada"; 5) se integraría en el entorno urbano, si bien para ello debería reducir su altura para evitar un fuerte impacto visual en relación con los edificios colindantes; 6) supondría una expansión del arte urbano por Barcelona; 7) otorgaría al lugar una nueva identidad; 8) convertiría la plaza en un nuevo referente de interés para visitar o como punto de encuentro; 9) la escultura constituye un homenaje a la mujer, una de las grandes obsesiones de Miró, con lo cual esta obra se integraría perfectamente en los actuales valores del feminismo y la igualdad; y 10) se convertiría en la escultura más grande de Barcelona.
Plaza de los Cinc d'Oros, un espacio que se podría regenerar urbanísticamente con la instalación de la escultura de Miró. Foto de la web https://ajuntament.barcelona.cat/.
Una tercera posibilidad sería erigirla justo al lado de la futura estación ferroviaria de La Sagrera, pues sería una manera de dar la bienvenida a Barcelona por tierra una vez se llega con ferrocarril en esta futura área de nueva centralidad a desarrollar durante la presente década. Sea cual sea la opción, es un deseo encomiable (y personal) que la obra "Dona, ocell i una estrella" de Miró se haga realidad en un futuro no muy lejano.
He disfrutado enormemente los colores gloriosos de tu blog
ResponderEliminarTe dejo huellas
saludos desde Miami
Muchísimas gracias por tu comentario y por seguir los artículos de mi blog. Espero tener ocasión de ir un día a Miami con mi mujer. Un saludo.
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