En Barcelona los fotógrafos minuteros surgieron durante la década de los años 80 del siglo XIX gracias a la invención de la cámara de fotos instantánea sin necesidad de trípode, y también de los negativos prefabricados a escala industrial. Todo ello liberó al fotógrafo del laboratorio permitiendo trabajar más rápidamente, a la vez que incrementó las posibilidades visuales y profesionales de la fotografía. Así fue como proliferaron los fotógrafos ambulantes con cámara de cajón por la vía pública ofreciendo un servicio económico a quienes querían una foto y disponían de poco poder adquisitivo. De todos los fotógrafos los llamados minuteros fueron los más populares, ubicándose en espacios como alrededor del monumento a Colón, la plaza de Catalunya, en el Tibidabo, el parque Güell y frente al Arco de Triunfo. Para trabajar en éstos lugares o en otros debían pedir permiso al Ayuntamiento de Barcelona, cuya concesión era de unas 8 pesetas. A partir de 1910 éste colectivo se consolidó y desde 1920 se expandió. Generalmente los minuteros eran fotógrafos autodidactas, aprendices, profesionales autónomos o bien trabajadores despedidos que optaron por este oficio resituándose en la calle. Su proliferación ya mencionada provocó el recelo de los fotógrafos profesionales de estudios fotográficos, razón por la cual la Unión de Fotógrafos de Barcelona intentó hacerlos desaparecer por competencia desleal o bien limitarlos a las afueras de la ciudad y en lugares estratégicos.
Sin embargo ya habían alcanzado una gran popularidad, pues la prensa e incluso la literatura hicieron eco de su presencia como elemento pintoresco de la ciudad. Durante los años 20 del siglo XX fundaron la Sociedad de Fotógrafos Minuteros de Barcelona, con sede en la calle de la Cera 11 (bajos), en el barrio del Raval. De este modo crearon su estructura asociativa para defender sus intereses, marcar sus propias competencias y regularizar el oficio mediante unos estatutos. A modo de curiosidad, en 1923 la ocupación de la calle costaba 40 pesetas anuales y uno de los requisitos para ejercer era tener como mínimo 40 años de edad, lo cual significa que se trataba de un oficio para gente de cierta madurez, a la vez una salida profesional factible para personas adultas con escasos recursos económicos. En 1930 tuvieron que luchar contra los fotógrafos domingueros que se ubicaban por Vallvidrera y Les Planes porque no pertenecían al gremio y hacían competencia desleal. En 1931, ya en la Segunda República, reivindicaron la importancia de su oficio incluso llevando un manifiesto en Madrid debido a las presiones de otros fotógrafos profesionales en su intento de hacerlos desaparecer. Durante la Guerra Civil española continuaron trabajando, si bien de manera más interrumpida por la caída de las bombas en la ciudad.
Bajo el franquismo los minuteros pudieron continuar con su trabajo e incluso agruparse en una nueva asociación de carácter sindical supeditada a las condiciones establecidas por el nuevo régimen. El 31 de enero de 1948 entró en vigor la Reglamentación Nacional del Trabajo para las Industrias Fotográficas y el 23 de julio siguiente se aprobó la incorporación de los minuteros (siempre que no desarrollaran actividades a comisión de las empresas) al Montepío Laboral de Industrias Químicas.
Tras unos años grises y llenos de incertidumbre, la llegada de los marines de la VI Flota Norteamericana a partir de 1951 supuso una nueva clientela abundante que les daría notables beneficios económicos. Desde 1960 cada vez más mujeres empezaron a dedicarse a este oficio, rompiendo los viejos moldes exclusivamente masculinos. Durante el periodo del desarrollismo y el auge del turismo los minuteros vivieron una nueva época de esplendor, y allá donde se ubicaban solían estar a menudo acompañados de vendedores de souvenirs y de refrescos. Desde hacía años alrededor del monumento a Colón convivían con las célebres paradas de pajaritos adivinatorios. En este periodo decidieron reinventarse ofreciendo, además de las fotografías convencionales, retratos cómicos como eran los disfraces de personajes folklóricos típicos españoles (bailadora de flamenco y torero) y los photocall (paneles de madera decorados que incluyen un agujero ovalado para sacar la cabeza).
A partir de 1970 empezó una lenta decadencia del oficio motivada por la popularización de la cámara fotográfica como aparato económicamente al alcance generalizado de la mayoría de bolsillos. Desde entonces el número de clientes empezó a descender notablemente salvo en el turismo.
Durante los años 80 desaparecieron la gran mayoría de minuteros de Barcelona, los cuales se jubilaron o se reciclaron en otro ámbito profesional del campo de la fotografía. Nuevas generaciones de profesionales o aficionados percibieron al viejo oficio como algo obsoleto y propio de otros tiempos, incapaz de sobrevivir a las nuevas tecnologías ofrecidas por la fotografía digital o a las fotos de diseño. Sin embargo, algunos sobrevivieron por la ciudad así como en ferias, fiestas, bodas y acontecimientos especiales, incluso en las ferias modernistas, trabajando de manera muy puntual y ocasional. En la actualidad, además de la Associació de Fotografia Minutera de Barcelona, existe también a nivel nacional la Asociación Fotográfica la Cámara Minutera que, de igual forma, pretende rescatar este oficio en peligro de extinción y pedir el derecho a ejercerlo legalmente.
El viejo oficio de fotos analógicas por un método muy tradicional ha regresado a varias ciudades de España, y a Barcelona también, aparentemente para quedarse de nuevo, como un servicio sociocultural, además de folclórico. Esperemos que también sobrevivan a la actual crisis sanitaria y muy pronto los volvamos a ver por las calles de la ciudad.
Fotos: Blog "Passió per Barcelona", Ermengol Alsina Munné (IEFC), Grupo de Facebook "Fotografía minutera", Josep Postius Saura (AFB), Tot Art Emmarcats, Vidal Huguet, Wolfgang Weber.
Ostras...pues te aseguro que si me haré una foto con mis nietos por este "sistema analógico", en blanco y negro.
ResponderEliminarMe has dado una alegría.
Salut
Me alegro de haberte podido dar una agradable alegría. Cuando pruebes la experiencia ya me contarás. Un abrazo.
ResponderEliminarBuenas tardes! Nos gustaria comunicarnos con algun fotografia minutero de calles para un evento en un pueblo
ResponderEliminarFinde podemos encontrar alguien interessada?