Cada 14 de abril los simpatizantes republicanos conmemoran la proclamación de la Segunda República española. Hablar de esta etapa no resulta nada fácil y a menudo es incómodo. Y es que el siglo XX ha sido, sin lugar a dudas, el periodo de la historia de España que más heridas sin cerrar ha dejado, incluso hasta el punto de ser heredadas por las nuevas generaciones que ni conocen ni han vivido aquellos periodos pero actúan y sienten como si hubiesen estado allí presentes. Conversar acerca de la República Española y del Franquismo conlleva inevitablemente a controversia. Resulta fácil herir sensibilidades y terminar en violentas discusiones. No hay duda de que la Guerra Civil todavía no ha terminado e incluso estalló antes de 1936. Para ello basta con observar las discusiones entre líderes políticos y los comentarios dejados en las redes sociales. La diferencia reside en que ahora no hay conflicto bélico. Las llamadas "dos Españas" siguen presentes a pesar de la oficialidad y vigencia de la monarquía constitucional parlamentaria.
Mucho se ha escrito de este periodo comprendido entre 1931 y 1939 que a nadie deja indiferente. O se magnifica o se abomina, pero pocas veces se somete a un término medio. Afirmar si fueron buenos o malos tiempos depende de muchos factores, pues todos los regímenes han tenido luces y sombras. Como en todo sistema político, algunos lo disfrutan mientras que otros lo sufren, y en ello influyen las simpatías personales.
Desde mi punto de vista, este periodo fue demasiado breve como para valorar en términos globales si fue positivo o negativo. Las fuentes bibliográficas, a pesar del volumen de información aportado, no me resultan suficientemente óptimas como para juzgar un régimen del cual se ha escrito más con el corazón que con la cabeza. A ello debe sumarse el filtro del largo periodo del Franquismo, el cual, por razones obvias, sólo mostró un único punto de vista al tratarse de su "bando enemigo". Faltó tiempo para consolidarlo y madurar el sistema democrático. El contexto histórico europeo tampoco ayudó, pues el fascismo y el nazismo por un lado y el comunismo por el otro iban en auge forjando ese polvorín que desencadenó la Segunda Guerra Mundial. A pesar de las buenas intenciones mediante las reformas militares, religiosas, agrarias, territoriales, sociales y educativas con el propósito de modernizar el país, la falta de sintonía entre los políticos y la sociedad española, y especialmente la ausencia de entendimiento entre grupos políticos de derechas y de izquierdas, y entre republicanos y monárquicos, impidió desarrollar un proyecto que a largo plazo quería consolidar un sistema democrático. La excesiva inflexibilidad e intransigencia de quienes querían cambiarlo todo demasiado rápido y de quienes no quisieron ceder ni un solo milímetro de su postura tradicionalista llevó finalmente al fracaso del régimen. ¿Fue la Segunda República española un ejemplo real de valores republicanos, es decir, de igualdad, legalidad y fraternidad? Con independencia de nuestras ideas políticas, no deberíamos desmerecer todo lo bueno que se logró en aquellos años sino reconocerlo y ubicarlo allá donde merece estar, pero lo malo también debería asumirse como lección para no volver a caer en los mismos errores. Y esta es en particular una importantísima función de la historia y la razón por la cual todos deberíamos tener memoria histórica.
Me llama especialmente la atención la defensa que algunos sectores independentistas catalanes hacen de la Segunda República española, incluso participando conjuntamente en manifestaciones mezclando banderas esteladas con las tricolores. Si algo caracterizó aquel régimen fue por su fervoroso anticatalanismo, aun habiendo concedido autonomía y autogobierno a Cataluña. Basta con leer los titulares de algunos periódicos de la época contra el Estatuto y escuchar las declaraciones de determinados líderes políticos. No debemos olvidar que tras la proclamación del Estado Catalán por parte del no menos controvertido Lluís Companys, el Gobierno español no tuvo reparo alguno en suspender la autonomía y encarcelar a sus partidarios, una acción notablemente y severamente superior al actual Artículo 155. Además, la Constitución Española de 1931, a diferencia de la vigente de 1978, fue muy restrictiva en la concesión de autonomías y traspaso de competencias, además de no reconocer ni siquiera el concepto de "nacionalidad histórica".
En definitiva, la historia de la Segunda República española debería someterse a una nueva revisión más exhaustiva y objetiva, lejos de idealismos, fanatismos y mitificaciones, que no neutral porque inevitablemente la interpretación de cualquier hecho histórico incluye un componente de sentimiento personal y subjetivo y, por tanto, basado en las ideas, creencias y valores de quien lo relata. Solo así podremos escapar de las visiones extremistas vigentes, es decir, de la perspectiva idílica e idealizadora de los republicanos y de la visión caótica y desastrosa de los monárquicos.
Los republicanos del siglo XXI apuestan por la Tercera República española. Ser contrario a un sistema monárquico es una opción democrática legítima como cualquier otra ideología. Pero en un hipotético escenario de política ficción deberían plantearse qué modelo de estado quieren y cuáles serían los principios y valores que lo regirían. No debe confundirse una República en tanto forma de gobierno con las costumbres de la Segunda República, las cuales ya no son vigentes, por lo que un sistema de esta naturaleza en muy poco o casi nada se asemejaría a lo que hubo en los años treinta del pasado siglo.
Fotos: AFP (El Mundo), aquienelche.com, historiadospuntocero.com, homelifestyle.es.
Malauradament ens sobra mitificació i sembla que encara no es pugui debatre d'aquells anys i dels de després sense prejudicis i tòpics diversos, de documentació n'hi ha de sobres, això sí.
ResponderEliminarGràcies pel teu comentari. Efectivament, caldria poder debatre d'aquests periodes de la història sense tòpics i prejudicis, i mirar d¡acostar-nos per veure allò que realment va passar. Després, que cadascú tregui les seves conclusions. Una abraçada.
ResponderEliminarÉs cert que hi havia moltes esperances dipositades en la República i que aquesta va defraudar.
ResponderEliminarTanmateix, comparat amb els temps anteriors i sobretot amb el que va arribar després: la guerra i la llarga dictadura, els avenços que va comportar la República no es poden negar. No sabem com haguessin evolucionat les coses si el franquisme no hagués trencat amb tot el passat.
En el meu Blog http://memoriadimmigracio.com es veu què significà per a la gent de Pedro Martínez (Granada) tots aquests anys.
Gràcies pel teu comentari i per la teva aportació personal. Certament, durant la Segona República també van haver avenços i moltes coses bones que cal tenir en compte, i que no es van poder recuperar fins acabada la dictadura. Una abraçada.
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