miércoles, 22 de marzo de 2017

Buen viaje, Mister Lauren

Antoni Llorens i Olivé. Foto: El Periódico

Recibimos con especial tristeza la muerte del empresario Antoni Llorens i Olivé a los 76 años de edad, el pasado día 19 en Reus, tras una larga enfermedad. Su figura destacó especialmente a finales del pasado siglo en calidad de distribuidor y productor cinematográfico. Si bien su trayectoria se podría considerar breve, al menos fue intensa y especialmente recordada por sus aportaciones a la industria del Séptimo Arte y a la cultura del cine.
Se dice que desde muy temprana edad, a los 6 años, descubrió su vocación y devoción por el cine, lo que lo llevó a estudiar arte dramático. Pocos saben que participó como actor en dos películas: "L'exhibidor" (1978) y "La gran quiniela" (1984). Pero la vida lo llevó a trabajar en la productora CB Films, donde adquirió suficiente experiencia para fundar en 1980 Lauren Films, una empresa distribuidora de películas para su exhibición en España. Inicialmente se encargó de distribuir las cintas de las productoras Golden Harvest y Orion Pictures, y posteriormente las películas de Miramax, Summit, Good Machine, Artisan, United Artist, New Line y también de algunas productoras radicadas en Hong Kong, así como las de Walt Disney dobladas al catalán. A partir de 1995 la carátula identitaria de Lauren Films se hizo muy popular, acompañada de un fragmento del tema "Perpetuum Mobile" de Johann Strauss II.
En su labor como productor y/o coproductor, produjo una quincena de películas, algunas de ellas de gran éxito en su momento, como "Qui t'estima, Babel?", "El complot dels anells", "La ley del deseo", "Mujeres al borde de un ataque de nervios", "Baton rouge", "El placer de matar" y "A solas contigo".

La simpática y agradable carátula de las películas producidas (o coproducidas)
por Lauren Films previa a la proyección de la película

Nada más iniciarse la década de 1990 la empresa Lauren empezó su expansión con la apertura de nuevas salas de exhibición, si bien en realidad casi todas fueron antiguos cines reconvertidos, hecho que revalorizó la memoria histórica de cada uno. Fueron en concreto los Cinemes Lauren (inaugurado el 5 de diciembre de 1990, antiguo cine Moderno), Lauren Gràcia (inaugurados el 27 de junio de 1996, antiguo Texas), Lauren Horta (de 8 salas, inaugurado a principios de julio de 1997, antiguo Dante), Lauren Universitat (inaugurado el 26 de de julio de 1997, antiguos Pelayo y Petit Pelayo, luego Pelayo Multicines) y Lauren Sant Andreu (de 10 salas, inaugurado el 28 de marzo de 2002, siendo el único de nueva planta sobre la antigua cochera de autobuses). Salvo Lauren Universitat, los cines se hallaban fuera del centro de la ciudad, y ello no fue casualidad, pues la estrategia de Antoni Llorens era descentralizar la oferta cinematográfica de Barcelona y recuperar de algún modo las tradicionales salas de barrio, si bien adaptadas a los hábitos de ocio y consumo modernos. En términos generales, se trataban de multicines con pocas salas, todas ellas medianas o pequeñas, no pensadas para grandes aglomeraciones sino ajustadas a una previsible oferta de público de barrio. Eran modernas, con las ventajas y comodidades del momento y buen sistema de sonido. Los Cinemes Lauren fueron los únicos que mantuvieron su carácter de arte y ensayo ofreciendo películas en versión original subtituladas, mientras que el resto de salas ofrecían cine comercial, si bien intercalaban cintas "de autor" siendo el ejemplo más conocido las obras de Woody Allen. Merece puntualizar que con éste mítico director estableció una buena amistad hasta el punto que logró financiar najo el amparo de Jaume Roures de Mediapro la película "Vicky Cristina Barcelona".

Rodaje de "Vicky Cristina Barcelona". Antoni Llorens tuvo una buena amistad con el director Woody Allen hasta el punto de contribuir en la producción de la citada película. Foto: Zimbio

Fuera de Barcelona inauguró por Cataluña los complejos cinematográficos Lauren Girona (Girona), Lauren Costa Brava (Blanes), Lauren Viladecans (Viladecans), Lauren Garraf (Vilanova i la Geltrú), Lauren Lleida (Lleida), Lauren Tarragona (Tarragona) y Lauren Reus (Reus). Incluso tuvo salas por el resto de España, como fueron las Lauren Getxo, Lauren Alcorcón, Lauren Gipuzkoa Cinemak y Lauren Zaragoza.
Aunque la cadena Lauren no tuvo la fuerza megalómana de poderosas empresas como CINESA y Balañà, fue capaz de crear una nueva línea de oferta cinematográfica en Barcelona. En ese sentido, debe reconocerse el mérito de Llorens para lograr que películas más inclinadas al arte y ensayo o de productoras independientes tuviesen un más que aceptable, incluso a veces notable, éxito de público. Por ello, su capacidad intuitiva le permitió además adquirir la distribución de películas comerciales que terminaron siendo grandes "taquillazos", especialmente las de Orion Pictures. Sin embargo, la trayectoria de la cadena de cines Lauren no quedó exenta de algunos fracasos, principalmente por haber arriesgado a adquirir películas que, a pesar de su calidad artística, no eran del gusto de una mayoría. Una particularidad de los cines de la cadena Lauren fue la exhibición de películas dobladas al catalán o en versión original subtitulada en catalán, con el afán de contribuir en un sector cultural donde la presencia de la lengua local es escasa, testimonial o nula. También fomentó la exhibición y difusión de cine español en general, como las obras de directores como Pedro Almodóvar, Antonio Chavarrías, Marc Recha, Francesc Bellmunt y Ventura Pons, entre otros.

Fachada del multicines Lauren Horta (antiguo cine Dante), un ejemplo de descentralización de la oferta cinematográfica hacia los barrios y que tanto promovió Antoni Llorens.
Foto: J. Sancho (El Periódico)

En 1997 se reconoció la labor de Antoni Llorens, por lo que fue galardonado con el Premi Nacional de Cinema "por su tarea continuada en la promoción de la industria del cine, la creación de una red de cine cines en Cataluña y por la difusión del cine en catalán y del cine doblado al catalán". Dos años después, creó un canal local de televisión, CAT 4 Televisió-Canal 4 que emitió en las comarcas tarraconenses, pues él siempre estuvo vinculado con la provincia de Tarragona al haber nacido en Cambrils el 7 de mayo de 1940.
Lamentablemente, la entrada al nuevo siglo XXI supuso el inicio del fin. A pesar de que en el año 2001 fue nombrado presidente de la Asociación Catalana de Productores Cinematográficos y Audiovisuales (ACPCA), una nueva crisis del sector cinematográfico, sumada a la crisis económica y financiera mundial, el aumento del IVA cultural al 21%, la imposibilidad de hacer frente a la digitalización y la aparición de nuevas formas de ocio y cultura condenaron las salas cinematográficas a su progresiva desaparición: en Barcelona lo hicieron los cines Cinemes Lauren (25 de junio de 1998, actualmente funciona como Cinemes Girona), Lauren Sant Andreu (20 de enero de 2011), Lauren Gràcia (julio de 2014, afortunadamente reabierto como Cinemes Texas de la mano de ventura Pons), Lauren Horta (6 de julio de 2014) y Lauren Universitat (5 de julio de 2015). Lo hicieron también los cines del resto del país. Paralelamente al cierre de salas, el año 2004 Lauren Films hizo suspensión de pagos ante la imposibilidad de asumir una fuerte deuda. Probablemente intereses políticos y partidistas precipitaron el injusto final de una empresa carismática y de un hombre cuya ambición e inquietud creó un pequeño imperio capaz de transmitir ilusión y entretenimiento a miles de personas, tal vez millones, durante unos años difíciles y de cambios constantes.


Dos ejemplos de la expansión de la cadena de cines Lauren por todo el país: interior de una sala de los cines Lauren Girona y fachada de los Lauren Getxo. Fotos: Arxiu ARA y Pedro Urresti, respectivamente

En tanto un personaje referente de nuestra historia contemporánea, su concepto y visión de la industria cinematográfica ha sido tomada como modelo para la creación de una nueva red de cines alternativas a la línea comercial como una solución al cierre de salas de exhibición. Así, por ejemplo, en Barcelona vemos los cines Maldà y Zumzeig como salas de repertorio que combinan estrenos y reposiciones; la sala Phenómena Experience (antigua Cinemes Nàpols y más antiguo cine Nápoles) destinada a ofertar programas dobles de películas comerciales de gran éxito de los años 70, 80 y 90; y los Cinemes Texas (antiguos Lauren Gràcia y más antiguo cine Texas) con una oferta de películas de reestreno pero sin programa doble y en versión original subtitulada en catalán. La aparición de estas salas en estos últimos años es un reflejo del agotamiento del modelo de cine de estreno actual y la necesidad de diversificar. De algún modo, el concepto de todas estas salas llevan una porción de la filosofía cinematográfica de Antoni Llorens. En todo lo bueno que aportó al cine y a la cultura, los cinéfilos siempre le recordaremos. Muchas gracias Antoni, buen viaje Mister Lauren.

El hall de los Cinemes Texas (antes Lauren Gràcia y anteriormente cine Texas), un ejemplo de recuperación del cine de barrio, del reestreno y de la proyección en lengua catalana. Propiedad del cineasta Ventura Pons, aplica parte de la filosofía cinematográfica de Antoni Llorens. Foto: Club TR3SC

jueves, 9 de marzo de 2017

La mujer trabajadora en el transporte colectivo barcelonés. Una breve visión personal e histórica


Se celebra el Día Internacional de la Mujer. Transcurrida más de una década y media del siglo XXI todavía queda mucho trabajo por hacer. Aunque se han conseguido numerosos avances en la mayoría de ámbitos, el auge de los pupulismos totalitarios surgidos como consecuencia de la crisis económica y financiera pone en peligro los logros que tanto sudor y sangre han costado durante el siglo XX. Al referirnos a la igualdad de la mujer, el concepto debe tomarse no en su globalidad sino específicamente en lo referente a derechos y oportunidades, siendo ello encaminado a luchar contra la discriminación y la violencia de género. Paralelamente, las mujeres tienen, igual que los hombres, sus propios rasgos diferenciales, sus cualidades, su personalidad y su singularidad. Son las virtudes que definen al género femenino y que evitan que la igualdad sea vista como una masculinización de la mujer. El criterio de género femenino, entendido como una (nueva) visión de la vida, debería ser tomado más en cuenta y valorarlo por todo lo bueno que puede aportar de cara contribuir por un mundo mejor. Así se ha visto reflejado en el arte, la cultura y la política, entre otros ámbitos, donde han destacado grandísimas mujeres universales. En definitiva, se trata de alcanzar la igualdad en derechos y oportunidades pero que cada sexo conserve su propia identidad entendida como una virtud que puede y debe complementarse como arma contra el machismo, la dictadura de los roles, los prejuicios y los estereotipos.


Un ámbito de mi interés es el de los transportes urbanos de Barcelona, motivo por el cual he querido repasar brevemente el papel que ha tenido la mujer a lo largo de la historia. En términos generales, el reconocimiento del género femenino ha sido costoso y relativamente reciente, no habiéndose alcanzado todavía las cotas plenas de igualdad en todos los ámbitos. Desde la inauguración de la primera línea de tranvía en 1872 y durante el primer tercio del siglo XX, atender los transportes públicos de superficie fue un trabajo íntegramente masculino por considerarse "duro", hecho que reflejaba cuál era el concepto que se tenía de la mujer. Ello también se equiparó en la red de autobuses, implantada en 1916 para servicios interurbanos y en 1922 para los urbanos tras el intento fracasado de 1906. Leves diferencias las marcó la red de metro. Tanto el Gran Metropolitano de Barcelona (1924) como el Ferrocarril Metropolitano de Barcelona (1926) incorporaron personal femenino en las taquillas y en el servicio de limpieza. Los cargos de conductores, inspectores, mecánicos y jefes de estación permanecieron en manos de hombres.
Los años de la Segunda República no constituyeron precisamente mejoras en este ámbito a pesar de la difusión de nuevas ideas y valores democráticos y del auge de los movimientos feministas. Sin embargo, en las oficinas de relaciones públicas de las empresas de transporte había presencia de secretarias administrativas y recepcionistas, es decir, tareas que tópicamente se consideraban "adecuadas" para las mujeres.

 

La Guerra Civil supuso un paréntesis excepcional. A partir de septiembre de 1936 el Sindicato Único de la Rama Transportes (SURT) aprobó la incorporación de mujeres en la red de tranvías para desarrollar toda clase de tareas: limpieza y mantenimiento de los vehículos, mecánica y reparación, torno y bobinado, contabilidad, cobro y conducción. Previamente a su incorporación tenían que superar un examen médico y luego un examen de orientación profesional para determinar qué cargo ocuparían dentro de la compañía, fuese en los vehículos, en los talleres o bien en los servicios auxiliares de oficina y limpieza. Otro criterio de selección era el número de hijos a mantener y la situación económica familiar. El resultado fue sobradamente satisfactorio, pues se demostró con evidencia que aquellas mujeres tenían igual capacidad profesional que los hombres para desarrollar cualquier tarea en la Compañía. Sin embargo, a pesar de la valoración positiva que se hizo de ellas, estuvieron condenadas a desarrollar su trabajo temporalmente. Más que una acción feminista como podría aparentar, en realidad esas mujeres vinieron a reemplazar el puesto que los empleados masculinos habían dejado vacantes tras su incorporación a filas en el ejército republicano. Es decir, tan pronto los hombres regresaran de la contienda ellas deberían abandonar su puesto que excelentemente habían desempeñado. Luego fue una cuestión más de cubrir efectivos que no una verdadera política de igualdad. Buena parte de las trabajadoras eran las parejas o esposas de los tranviarios, o bien sus hermanas.


Muchos de esos empleados no volvieron a ocupar sus antiguos puestos, bien por haber fallecido en combate, bien por haber sido degradados por el bando nacional al finalizar el conflicto bélico. La llegada de la dictadura franquista representó un claro retroceso en lo poco que ellas habían logrado. Tras un proceso de depuración política e ideológica, las poquísimas mujeres que trabajaban en el ámbito de los transportes lo hacían nuevamente en las oficinas de relaciones públicas en calidad de secretarias administrativas y recepcionistas, o bien de taquilleras en las estaciones del metro y de informadoras en las oficinas de información y relaciones públicas. Fueron años en los que se desprestigió el feminismo con argumentos harto demagógicos que criticaban a la figura de la mujer incorporada al mercado laboral con el argumento de que trabajaba el doble al tener que desarrollar las tareas del hogar más la profesional. Es decir, discretamente se las "invitaba" a que quedaran relegadas al ámbito doméstico y abandonaran su puesto de trabajo. No obstante, la presencia femenina permaneció presente en los centros culturales del metro y de tranvías, concretamente las empleadas de cocina, de bar restaurante y del economato, además de participar en actos culturales y representar los Juegos Florales Sindicales.


Durante los años del "desarrollismo" la mujer tuvo mayor acceso laboral, si bien los cargos considerados "duros" como conductor, cobrador y mecánico sólo se ofrecían a los hombres. Tanto en metro como en tranvías y autobuses ellas desempeñaban las tareas administrativas y de contabilidad, relaciones públicas e información telefónica. También se introdujo la figura de la asistenta social para la ayuda a trabajadores de la empresa. No obstante, la presencia femenina era casi testimonial en comparación con la masculina a pesar de las leves mejoras. A finales de los años sesenta y coincidiendo con la erradicación de la red de tranvías en favor del autobús se planteó la posibilidad de incorporar por primera vez a mujeres cobradoras, inspectoras y conductoras de autobuses, propuesta que no prosperó por dos motivos. En primer lugar, Tranvías de Barcelona estaba en proceso de reestructuración de personal, con lo cual durante unos años no se abrió convocatoria para contratar a nuevo personal. Y en segundo lugar, los directivos alegaron que los horarios femeninos eran todavía incompatibles con los horarios laborales de la Compañía.


Al tratarse de un sistema paternalista, las hijas de los empleados se beneficiaron de la obra social de metro y tranvías. Ello les permitió tener buen acceso a la educación. Un ejemplo fueron las Escuelas Comerciales Montserrat (actual Escola Cavall Bernat) de enseñanza primaria y estudios comerciales. Una vez tituladas, podían aspirar a ser futuras empleadas de metro y autobús aunque una vez más en oficios considerados "femeninos". Entre 1968 y 1975 durante la festividad de San Cristóbal se celebró en el Pueblo Español de Montjuïc la Verbena de los Tranviarios, donde anualmente se elegía a la Musa del Bus, es decir, a una señorita destinada a simbolizar durante un año la belleza, el porte y la elegancia femenina de la “gran familia” que representaba la Compañía. Este concurso de belleza se concibió como un homenaje a las esposas, hijas y familiares de los empleados, es decir, un reconocimiento al papel de la mujer “no fundamentado en la belleza física, sino en los altos valores que se supone deben adornar a la mujer de hoy día”. Para participar en este concurso de belleza era requisito fundamental ser empleada de la Compañía, o bien hija, nieta o hermana de empleado/a, y tenían que inscribirse a la redacción del Boletín Informativo de TB.


Tras la etapa de la Transición y la instauración de la Democracia, una vez reestructurada Transports de Barcelona (TMB) se inició un lento proceso de incorporación de mujeres en aquellos cargos considerados tradicionalmente masculinos. Un claro ejemplo de cambio fue el hecho de que entre 1983 y 1987 la Compañía estuvo presidida por primera vez por una mujer (Mercè Sala) y en 1988 Barcelona vio por primera vez a una mujer conduciendo un autobús (Julia Peña). El mayor acceso femenino a la formación académica y universitaria permitió que durante los años ochenta y noventa se fueran incorporando progresivamente en las funciones de maquinista de tren, mecánica de trenes y autobuses, inspectora de metro y autobús y jefa de estación. Incluso en los servicios técnicos de control, de telecomunicación y de planificación de líneas se empezó a contar con la presencia de mujeres altamente cualificadas con titulaciones técnicas superiores. La inauguración de la nueva L2 de metro en 1995 no solo se aprovechó para mostrar un nuevo concepto de metro sino también para reflejar un ejemplo de igualdad al disponer la línea de una plantilla formada por un 70% de personal femenino. A partir del 2006, un convenio entre TMB y Barcelona Activa (dentro del programa NOA) permitió la formación de nuevas conductoras e instaladoras de telecomunicaciones para incorporar a la Compañía.


Desde el año 2011, las mujeres maquinistas del metro superaron ligeramente y por primera vez a los hombres, mientras que las conductoras de autobús son todavía una gran minoría a pesar de haberse duplicado la cifra durante estos últimos años. La lucha para lograr este equilibrio que permita en un futuro no muy lejano no hablar de hombres y mujeres sino simplemente de personas, todavía continúa, y de nuestra voluntad depende poder hacerlo realidad. Desde aquí he pretendido ofrecer una visión de síntesis de la mujer en el transporte colectivo barcelonés a lo largo de la historia. Merecería la pena elaborar un estudio más exhaustivo y extenso con cifras objetivas acerca de esta realidad, por lo que invito a hacerlo.

Fotos: A la Premsa d'Aquell Dia, Archivo magazinedigital, Arxiu TMB, Boletín Informativo TB, Brangulí.