Recientemente un grupo de vecinos del barrio de Gràcia ha presentado una moción para expropiar y derribar la antigua iglesia de Santa Maria de Gràcia. Los motivos de esta acción se deben al hecho de que el templo se halla infrautilizado y su eliminación posibilitaría la ampliación de la Escola Patronat Domènech, actualmente faltada de espacio. La iniciativa, que no ha quedado exenta de polémica, ha tenido el visto bueno de Eloi Badia, concejal del distrito de Gràcia. Conocida también como Església de Jesús, se halla en el número 5 de la calle de Gràcia, detrás del lujoso Hotel Casa Fuster. Si bien es positiva la ampliación de una escuela pública o la apertura de un nuevo equipamiento cultural, la destrucción del templo supondría un atentado contra la memoria histórica del barrio de Gràcia. Existen razones por las que merece la pena la conservación y el aprovechamiento de este edificio religioso, más allá de creencias o prejuicios que no deberían interferir en esta clase de decisiones.
En primer lugar, se trata de la iglesia más antigua de Gràcia, cuya construcción fue solicitada durante el trienio constitucional de 1820 a 1823. El actual edificio que hoy día conocemos fue erigido entre los años 1935 y 1944, aunque anteriormente a éste hubo el templo de 1835 que había formado parte del Convento de la Frailes Menores Observantes (franciscanos), asentados en el ex-municipio desde 1427 hasta su exclaustración definitiva en el citado año 1835.
En segundo lugar, y con independencia de su catalogación oficial que posibilita su derribo previa documentación, se trata igualmente de un elemento patrimonial, hecho que otorga la mayoría de su contenido como algo único e irrepetible cuya pérdida lo haría irrecuperable. Desde un punto de vista arquitectónico son interesantes la gran nave central, las naves laterales separadas del cuerpo central por columnas con arcos, la capilla de Montserrat, las pilas bautismales, las distintas imágenes de Jesús y los espacios de devoción a San José, San Judas Tadeo, San Antonio de Padua y a la Madre del Amor Hermoso, entre otros elementos.
En tercer lugar, la iglesia a la cual nos referimos explica una etapa importante de la historia de Gràcia, desde su constitución como villa hasta la actualidad. Los edificios religiosos, independientemente de la confesión y la creencia personal, han vivido periodos históricos relevantes y los acontecimientos acaecidos narran las causas por las que la sociedad actuó de una manera determinada. Existe además la historia ofrecida desde el punto de vista eclesiástico, así como de los personajes destacados, las órdenes y las comunidades que acogió. Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo con el enfoque religioso, pero no se pueden ignorar 589 años de historia capaces de aportar una interpretación, aunque tal vez polémica y controvertida, muy interesante.
En cuarto lugar, forma parte de la identidad del barrio. Las iglesias, igual que los edificios civiles y los monumentos, a menudo son elementos que identifican o caracterizan un territorio, unas tradiciones y una forma de vida, aunque solo sean una parte del total del conjunto. Una característica de los barrios de Barcelona es su pluralidad en cuanto ejemplo de numerosísimos elementos tan diferentes unos de los otros pero que todos han contribuido a escribir la historia y a construir la ciudad. Ignorar parte de dichos elementos es perder parte de esa identidad, faltar a la verdad e inventar una versión sujeta a intereses particulares. Vivimos tiempos en los que el laicismo impera, pero ello no debería suponer una erradicación del patrimonio religioso como si de un acto de venganza se tratara. Es importante que todas las instituciones, tanto religiosas como laicas, sepan convivir y qué papel deben desempeñar bajo un sistema democrático y ante una sociedad plural que goza de libertad de expresión.
Y en quinto lugar, su interior es aprovechable y adecuable a las nuevas necesidades culturales y pedagógicas que los vecinos del barrio demanden. Bastaría abrir un concurso público para que diferentes arquitectos o estudios de arquitectura diseñaran y presentaran sus proyectos, algo que lo abriría a numerosas posibilidades de reconversión, a la vez que constituiría un juego de creatividad. Existen numerosos ejemplos en el mundo de iglesias reaprovechadas para otros usos varios en función de las distintas necesidades. Por citar algunas, la Church Brew Works de Pittsburgh (EE.UU) convertida en cervecería, la Selexyz Dominicanen de Maastricht (Holanda) transformada en librería, la Caterham de Surrey (Inglaterra) habilitada como espacio para los amantes del skate, la Weteringschans de Amsterdam (Holanda) que acoge la famosa discoteca Paradiso, la San José de Milán (Italia) que acoge el café-discoteca Il Gattopardo, y el convento de San Diego de la Ciudad de México (México) convertida en laboratorio de arte, entre muchísimos casos la mar de interesantes. Incluso en la mismísima Barcelona tendríamos los ejemplos de la capilla de la Torre Girona que acoge el supercomputador Mare Nostrum, y de la capilla del antiguo Convent dels Àngels que forma parte del conjunto del MACBA para la realización de exposiciones.
Tomando el ejemplo seguido de varias ciudades, con unas pocas reformas arquitectónicas, siempre ampliables en función de los presupuestos disponibles, el interior de la iglesia podría reaprovecharse como espacio polifuncional para acoger diferentes actividades culturales y de ocio como sesiones de cine, representaciones teatrales, conciertos de música, oratorios, recitales, conferencias, presentaciones, concursos, seminarios, exposiciones, galas, ferias e incluso actos festivos. Referente a la ampliación de la Escola Patronat Domènech, las características interiores del templo permitirían usos pedagógicos varios como educación física, música, cine, teatro, danza, arte y manualidades, prácticas de laboratorio, biblioteca, hemeroteca, ludoteca y cursos. Aunque se trata de una escuela laica, también es positivo que los alumnos sepan que este edificio antaño funcionó como iglesia católica, y conozcan el papel que las religiones en general y la iglesia en particular ha desempeñado a lo largo de la historia, tanto en lo bueno como en lo malo, tanto su obra social y pastoral como las etapas más oscuras e inquisitoriales. No se trata de adoctrinar a unas ideas sino de hacer pedagogía, aprender de lo bueno para mejorar y avanzar hacia un mundo mejor, y aprender también de lo malo para no volver a cometer los mismos errores que tanto daño ocasionaron.
En definitiva, antes de que un vulgar bloque funcionalista de hormigón y ladrillo carente de interés arquitectónico ocupe un espacio emblemático, merece la pena combinar el pasado con el presente, memoria histórica con necesidades actuales y futuras, y que Barcelona vuelva a ser referente en el aprovechamiento de antiguos edificios donde tradición y modernidad se dan la mano para convivir.
Fotos: Antoni Calvo, elnacional.com, gracianet.org, huffingtonpost.es, los7pecadoscapitales.com, parroquiasantamariagracia.blogspot.com.es, virgendemedjugorje.org.
No es necesario conservar la iglesia, es mejor idea ampliar la escuela, y ofrecer una educación de calidad.
ResponderEliminarLas religiones son prescindibles, no traen mas que atraso y miseria (excepto a unos pocos).
Ampliar la escuela sí, pero conservando la iglesia que sería desacralizada y reaprovechada para nuevos usos pedagógicos ligados a esa escuela. El templo no deja de ser patrimonio.
ResponderEliminar