Las teorías acerca de la nacionalidad de Cristóbal Colón se han convertido por muchas razones en objeto de polémicas y controversias, siendo mucho más agudas en nuestro país al sumarse el conflicto identitario. Sobre el tema se ha escrito mucho y existen hipótesis que van desde las más disparatadas hasta las más (presumiblemente) coherentes. A estas alturas solo falta esperar que algún iluminado demuestre su origen extraterrestre, y si no, tiempo al tiempo.
En relación al tema, existe un libro muy interesante y bien elaborado titulado Colom of Catalonia: origins of Christopher Columbus revealed, escrito por Charles J. Merril, profesor de la Mount Saint Mary University, y que ha sido traducido a varias lenguas. En ésta obra se argumentan unas teorías acerca de la posible catalanidad de Colón en base a una larga investigación histórica de veinte años. La obra realmente no confirma ni demuestra el origen catalán del descubridor del continente americano, pero pretende demostrar que de todas las teorías habidas y por haber enunciadas hasta ahora ésta es la más sólida. El trabajo resultante, en absoluto un panfleto nacionalista como algunos pueden creer, nada despreciable y basado en documentos históricos, es de lectura recomendada tanto para quienes defienden como para los que rechazan la hipótesis.
Explicar los argumentos que justifican la presunta catalanidad de Colón no es ahora mi objetivo. Además del citado libro se puede hallar información muy completa en numerosos blogs y páginas web, motivo por el cual es preferible no repetir con otras palabras lo que ya está recurrentemente escrito. Que cada cual saque libremente sus propias conclusiones tanto a favor como en contra.
En la vertiente identitaria llama mucho la atención la actitud que los nacionalismos, tanto catalán como español, adoptan con respecto al asunto, puesto que ambos caen en una actitud contradictoria y de conveniencia al no ser coincidente con sus principios y porque es tranquilamente cambiante de parecer.
Por lo general y siempre salvo excepciones, una parte del catalanismo defiende el origen catalán de Cristóbal Colón, mientras que una parte del españolismo lo rechaza contundentemente. No siempre es así, puesto que existen catalanistas que prefieren rechazar la hipótesis por lo que representó este personaje, es decir, por mera conveniencia. Otros, incluso españolistas, estarían dispuestos a aceptarlo siempre y cuando se aportaran pruebas evidentes e irrefutables, excluyendo cualquier connotación partidista.
¿Dónde se hallaría la contradicción en ambos bandos? Muy sencillo. Por un lado, si esos catalanistas aborrecen y rechazan todo aquello que les huele a español y tenga que ver con España ¿por qué entonces reivindicar la catalanidad de alguien que contribuyó a expandir el concepto y los valores de la Hispanidad por el mundo, y que gracias al descubrimiento del continente americano la lengua castellana o española (o como quieran ustedes llamarla) es la segunda más hablada del mundo por más de 400 millones de personas? ¿acaso el catalanismo debería sentirse orgulloso de ello? Paralelamente acusan al sector más españolista de esconder por motivos políticos o anticatalanistas una realidad que dice contar con muchos indicios certeros. Tal vez sí, pero quienes acusan luego no dan ejemplo, puesto que ninguno de esos catalanistas es capaz de reconocer que, por ejemplo, la festividad del 12 de Octubre o Día de la Hispanidad fue ideada por un grupo de burgueses catalanes para estrechar relaciones con América. Dicho de otro modo, la Fiesta de España se debe gracias a catalanes, pero a algunos siempre les interesa esconder verdades incómodas.
Por otro lado, si esos españolistas sienten tanto fervor patriótico hacia España y hacia los personajes españoles que han escrito gloriosos episodios de la historia ¿por qué entonces rechazar la posibilidad de un origen catalán, y por tanto, español, de Colón? ¿que el responsable de expandir la Hispanidad por el mundo pudiese ser español no debería de ser acaso motivo de orgullo para un españolista de pro, en vez de preferir a un extranjero de origen genovés? ¿por qué debería pesar su origen catalán o generar incomodidades si Cataluña es parte de España?
Vista la contradicción, veamos ahora la cuestión de conveniencia referida anteriormente. Para ello supongamos por un momento que, efectivamente, Cristóbal Colón fuese catalán, que las investigaciones llevadas a cabo por el profesor Charles J. Merril se demostraran como ciertas y que el mítico descubridor incluso se hubiese hecho llamar Cristòfor Colom en Cataluña. ¿Qué sucedería entonces ante tal escenario? Sencillamente todo lo contrario. Es decir, para los catalanistas Colón que tanto lo reivindican de pronto sería un botifler y un traidor a Cataluña ignorado y olvidado tanto en los libros de texto como en la nomenclatura, tal y como ha pasado con muchos catalanes de la historia. Es más, quién sabe si el militante de Terra Lliure que en 1990 quemó la réplica de la nao Santa María del puerto de Barcelona se hubiese animado a derribar el monumento a Colón. Bueno, mejor no dar ideas.
Y un caso homólogo para los españolistas, la figura de Colón al que tanto lo prefieren extranjero sería de pronto un gran referente, tal vez el principal y más importante de la historia de España, venerado como una gloria nacional, incluso para los mismos que ahora increpan a los catalanes que se dejen de ilusiones porque el descubridor no era catalán sino genovés. En definitiva, un asunto de pura conveniencia por parte de ambos bandos, haciendo prevalecer lo irracional y decir siempre blanco cuando el otro dice negro, o al revés.
Es asunto de la historiografía y no de la política descubrir el verdadero origen de Cristóbal Colón, un trabajo que debe acatarse desde la mayor imparcialidad posible y, a ser posible, eliminando la visión romántica a la cual estamos mal acostumbrados. El resultado final nunca podrá ser del agrado de todo el mundo, ni siquiera de quienes realizan las investigaciones porque ello supondría modelar y reinterpretar los hechos históricos en base a una ideología determinada. Es la realidad objetiva de los hechos documentados la que deberá de asumirse, evitando convertirlo en una arma para el conflicto.
Fotos: Cercle Català d'Història, Sebastià Giralt.