Ciudadanos de un lugar llamado mundo: tenemos un plan. Cada vez que oigo hablar acerca de PODEMOS automáticamente me suele venir en mente la estrofa de esta canción del grupo Delafé y las Flores Azules. ¿PODEMOS o no PODEMOS? Esa es la cuestión. La coleta está de moda. Pablo Iglesias está de moda, un nombre por cierto fácilmente recordable porque es el mismo que el del fundador del PSOE. Casualidades del destino. Romper moldes está de moda. Lo alternativo está de moda. Los grandes partidos pierden fuelle y alimentan la aparición de nuevas formaciones, muchas de ellas desgraciadamente populistas con promesas de ofrecer soluciones radicales a los problemas, a la vez que buscan culpables imaginarios para calmar la sed de rabia de la plebe. Pero sin embargo de entre la crisis económica y las convulsiones políticas parece haber salido una formación nueva y fresca, que pretende implantar un estilo de hacer política, diferente, renovado, moderno e innovador.
PODEMOS se ofrece como un partido de regeneración democrática, cuyo rápido ascenso y popularidad responde a la búsqueda instintiva de una formación que rompa con el bipartidismo, ofrezca soluciones diferentes, nuevas y alternativas, y termine con el creciente abstencionismo consecuencia del desencanto hacia la política. Básicamente acapara los votos de la izquierda, pero también integra a muchos nuevos votantes, sobretodo a jóvenes, así como a los militantes desengañados de otras formaciones.
En Cataluña parece que la formación también ha cuajado favorablemente, hecho reflejado en algunas encuestas que asegurarían la obtención de una mínima representación parlamentaria para las próximas elecciones autonómicas. Aunque el partido se ha mostrado favorable a la realización de la consulta del 9N en tanto respetar la decisión de la mayoría del pueblo catalán si este así se pronunciara, no son partidarios de abogar por la independencia. Ello debería tomarse como una lectura nada dramática sino positiva, puesto que un partido nacionalista más ya nada nuevo puede aportar, salvo uniformidad de discurso y aburrimiento. Está claro que no toda la sociedad catalana es independentista, con lo cual ahora debería de haber un mayor equilibrio entre las fuerzas políticas del Parlament entre nacionalistas y no nacionalistas. Ante un discurso cada vez más uniforme tanto de catalanistas como de españolistas, donde cada vez más se respira en el ambiente la sensación de que para ser buen catalán o buen español es obligatorio pensar de una manera determinada, defender ciertos valores y acatar conductas concretas, todo ello bajo la amenaza de ser un botifler o un desafecto a la patria en caso de discrepancia, ahora toca no una “tercera vía” sino una “vía X” que dé oxígeno a la ciudadanía. Sería un deseo para muchos que PODEM (denominación del partido PODEMOS en Cataluña) lograra ofrecer esa imagen amable de España que tanto se echa a faltar. Es necesario abrir un oasis de entendimiento y de concordia ante un inmenso océano de bombardeos mediáticos basados en el Espanya ens roba y otras afirmaciones similares. Su gran reto será si resultará una alternativa real, positiva y constructiva, como la que Tarradellas hubiese deseado.
A nivel general, tanto en el ámbito catalán como en el español, si PODEMOS desea triunfar en el futuro como formación política, deberá de ser un partido cercano, capaz de dialogar con las gentes e incluso delegarles poder de voz para establecer un equilibrio real entre el político y el ciudadano, con un trato no de superior a inferior sino de persona a persona y de igual a igual, aunque uno sea el gobernante y el otro el gobernado. Las decisiones, grandes o pequeñas, deben ser el resultado participativo de todo el mundo y no de unos pocos. Es regresar a la esencia de la democracia real, generar a las gentes anónimas y sencillas de a pie la sensación de que forman parte de un gran proyecto y que son importantes y decisivas de verdad. En definitiva, es generar ilusión. En cuanto al aspecto económico, no se trata tanto de eliminar el sistema capitalista sino de mejorarlo y adecuarlo a valores sociales, para garantizar una óptima calidad de vida a las personas y a su vez un nivel de vida que contribuya a la disminución de las diferencias de clase. Aunque todavía algunos se empeñen, no será posible salir de la crisis restableciendo el mismo modelo que nos ha llevado a la ruina, basado en la especulación como economía, el sobreconsumo como cultura y el petróleo como energía, beneficiando solo a los de siempre y llevando a grandes desequilibrios territoriales. Es necesario un modelo nuevo que genere riqueza y bienestar, que facilite el acceso a la enseñanza, a la cultura, a la información, a la sanidad y a la educación, que permita el acceso al trabajo sin discriminación alguna, y que a su vez apueste por el respeto al medio ambiente.
Asimismo, si PODEMOS desea triunfar sin duda deberá evitar tres grandes obstáculos contra los cuales tendrá que luchar desenfrenadamente para mantener ese nivel de credibilidad. Basta que muestre debilidad en alguno de ellos para que automáticamente deje de ser un "partido diferente" y desaparezca del mapa político de un plumazo. En primer lugar, la corrupción no tendrá cabida alguna. La honradez, la transparencia y la honestidad serán tres valores fundamentales para no terminar disuelto como una formación política más. Es importante terminar con la idea de que el político es aquella persona dedicada solo a mandar y a enriquecerse. En segundo lugar, para que su programa social dé los resultados esperados, debe evitarse caer en la hipocresía, la demagogia y los falsos progresismos. La política llamada "de izquierdas" funciona solo y si solo parte de objetivos reales y alcanzables en vez de prometer metas que de antemano son inviables. En ese sentido, en realidad no se trata tanto de ser de derechas o de izquierdas, sino más bien de evitar el populismo y la radicalidad ofreciendo a cambio soluciones que la sociedad sea capaz de asumirlas e interiorizarlas como un valor humano, hecho que así contribuye al progreso de la civilización, a superarnos en el día a día y a ser mejores ciudadanos. Y en tercer lugar, el chantaje ideológico y la política "de etiquetaje" deberán brillar siempre por su ausencia. Nadie tiene posesión de la verdad. Nuestra condición humana nos hace imperfectos y por tanto, cometemos errores y somos criticables. Es mala costumbre el tachar de "facha" o de "malo" a quien no comulga con ciertas ideas como si unos fuesen comisarios de la verdad o mejores que los demás. Permitir la crítica y hacer autocrítica reforzará esa idea de humildad tan necesaria en unos tiempos en que no existen términos medios sino los extremos.
Todavía es muy pronto para sacar grandes conclusiones. La cuestión es si logrará esa fuerza necesaria para tener el poder de decisión o si bien será solo una moda pasajera mientras dure la crisis. Mejor o peor, creíble o farsante, bueno o malo, moderado o radical, el caso es que a los grandes partidos les inquieta su presencia, de ahí que para no perder la hegemonía hayan procedido a la fórmula tradicional de la campaña de descrédito. El fenómeno PODEMOS solo acaba de empezar.
Fotos: Efe, Gesop, Iniciativa a Debate, Podemos, Raco Català.
Interesantes reflexiones, no es habitual leer cosas 'moderadas', parece que vamos hacia extremismos diversos.
ResponderEliminarHola Ricard. El efecto Podemos, aparte de lo que tu bien describes, es culpa de los chapuceros, delincuentes e inútiles que copan los estamentos políticos actuales, empezando desde la casa real y terminando por una alcaldia de un pueblo de 40 habitantes.Estamos hartos de ser el hazmerreir de medio mundo. Tanta corrupción, desempleo y provilegios no es normal.
ResponderEliminarUn saludo
El primer que ha de fer el paio aquest és anar al peluquer. Amb aquesta fila difícilment projecta credibilitat
ResponderEliminarVatúa, havia d'haver escrit "perruquer" en lloc de "peluquer". Prego em disculpeu i serveixi aquest post d'esmena.
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