Foto: autor
En el distrito barcelonés de Horta-Guinardó todavía existe una pequeña joya
que ha dado personalidad e historia a un barrio montañoso de la ciudad.
Actualmente, este icono tan importante como sería también el castillo de Torre
Baró para el distrito de Nou Barris o las Tres Xemeneies para el barrio del
Poble Sec, actualmente se halla dejado de la mano de Dios: la Font d'en Fargas.
En una reciente visita personal, observé que el espacio que antaño ocupó un
merendero y fue punto de encuentro social así como lugar de ocio para muchas
familias humildes, se encuentra en un deplorable estado de abandono. Las rejas
artísticas que cercaban la fuente y el cartel que indicaba la declaración de la
fuente para utilidad pública han desaparecido. El quiosco modernista,
parcialmente mutilado, continúa protegido por unas paredes de ladrillo para
evitar intrusiones. Los alrededores son un descampado a menudo se utilizado
como vertedero de escombros. Los árboles recién plantados y la habilitación de
una nueva fuente funcional hecha a base de chapa de hierro a pocos metros de la
histórica nada resuelven el problema.
Foto: http://memoriadelsbarris.blogspot.com.es
Pocos saben que aquella fuente de la que ya no emana ni una sola gota de
agua fue uno de los muchos símbolos de la transformación de Barcelona para
apostar por un nuevo modelo de ciudad. El crecimiento de la población, la
insalubridad de los cascos antiguos y la contaminación de las industrias
aconsejaban alejarse de aquellos núcleos tan insanos. Por un lado, la expansión
del Eixample por el llano sirvió para permitir el crecimiento de Barcelona más
allá de sus recién derruidas murallas medievales. Por otro, las montañas, abundantes
en fuentes naturales y vegetación eran objeto de numerosos proyectos de
ciudad-jardín. En este sentido, viendo posibilidad de negocio rentable, los
marqueses de Fargas Pere Fargas i Sagristà y su esposa Montserrat de Casanovas
i Fernández de Landa (heredera del Mas Pujol o Can Fargas), que disponían de
terrenos a caballo entre el sur de Horta y el norte del Turó de la Rovira , presentaron al
Ayuntamiento de Barcelona un proyecto de parcelación de sus propiedades para la
construcción de una ciudad-jardín.
Foto: La Vanguardia
Previamente, a finales del siglo XIX
decidieron explotar el agua de la fuente de su propiedad situada a 130 metros sobre el
nivel del mar, en el Puig Màger, para convertir aquél espacio en un lugar de
ocio y descanso. Para ello contaron con los servicios del arquitecto Roc Cot i
Cot, que en 1900 proyectó la canalización del agua y el diseño de estilo
modernista de una pequeña cueva que albergaba la fuente, un recinto para
merendero formado por mesas y bancos hechos de tablones de madera y un quiosco
de bebidas que despachaba porrones de vino, café, anís y licores. Sus aguas,
oligometálicas y líticas, debido a sus excelentes propiedades tanto medicinales
como para consumo diario, alcanzaron un gran prestigio. En 1905 la fuente fue
declarada para uso público y posteriormente por Real Orden de 29 de julio de
1919. Este agua se vendía por Barcelona en un establecimiento comercial situado
en el número 60 de la calle de Roger de Llúria, en un colmado del número 299 de
la calle de Mallorca y en las farmacias de las calles de Escudillers nº8, Tallers
nº81 y en la plaza de Urquinaona nº6. También se hacía su reparto por los núcleos
urbanos, masías y casas aisladas diseminadas de Sant Andreu y Horta mediante
carros tirados a caballos.
El recinto de la Font
d'en Fargas pronto se popularizó, recibiendo especialmente los domingos y días
festivos a las gentes humildes del Clot, Horta, La Sagrera y Sant Andreu.
Además del consumo de agua en la fuente y de bebidas en el quiosco, también
había en una de las paredes un espacio habilitado para cocinar al fuego. Allí se
vendían los fajos de leña y se alquilaban cazuelas, paellas y parrillas. Era
habitual en aquél rincón de mundo la celebración de fiestas, bailes, conciertos
de música, sardanas, comidas, jotas y las Caramelles, incluso mítines políticos
y obreristas. Las fuentes con merenderos como la de la Font d'en Fargas eran un
reflejo de la necesidad de evasión y distracción de unos grupos sociales
sometidos a duras condiciones de vida, además de un espacio para la libertad de
expresión y reunión.
Foto: La Vanguardia
Entre semana la concurrencia de la fuente era para beber su agua fresca o
bien para proveerse de ella mediante garrafas o botijos, atuendos que ante el
chorro de agua hacían una larga cola a la espera de ser llenados. Solo quienes
bebían directamente o con un vaso no tenían necesidad de hacer cola ni abonar
un solo céntimo. Por contra, quienes disponían de garrafa o botijo pagaban una suma
en función de la capacidad del recipiente.
El lugar, debido a que era muy salubre, se podía respirar aire puro en
medio de un frondoso arbolado y un ambiente de paz y tranquilidad, solían
frecuentarlo personas enfermas con el propósito de sanar o mejorar su calidad
de vida.
En los alrededores de la Font
d'en Fargas se urbanizaron calles y se construyeron torres de veraneo hasta
formar un nuevo barrio que tomó por nombre la misma denominación de la fuente.
A partir de 1915 la
Cooperativa de Periodistas para la Construcción de Casas
Baratas promocionó la urbanización de la montaña con chalets. En 1927 abrió al
culto la iglesia de Sant Antoni de Pàdua y en 1928 la Asociación de
Propietarios e Industriales de la Barriadas Fargas , Mulassa y sus Contornos
inauguró el Casal Familiar, entendido como centro recreativo y cultural, además
de ser una cooperativa de consumo. Tras la Guerra Civil cesó la actividad
constructiva y no fue casi hasta la llegada del desarrollismo que se reanudó
con la edificación de viviendas para clases sociales medias y también más
elevadas. Algunas torres se reconvirtieron en escuelas. Paralelamente, la Font d'en Fargas continuó
siendo punto de encuentro social pero a medida que el barrio se fue urbanizando
y las nuevas generaciones se decantaban hacia otro tipo de ocio y
entretenimiento distinto al de sus padres y abuelos, el espacio empezó una
lenta decadencia y abandono. La última construcción fue un antiestético restaurante
edificado en 1976 que destruyó parte del quiosco modernista, construyó un muro
que "privatizó" la fuente y encareció el precio del consumo de agua.
Fue cerrado en el año 2010 tras hacer fallida.
Foto: http://memoriadelsbarris.blogspot.com.es
En la actualidad, la fuente y sus alrededores languidecen lentamente, pues el hecho de ser una propiedad privada y no estar catalogado como patrimonio histórico-arquitectónico dificulta una actuación para su salvación. Es un deseo esperar que el Ayuntamiento de Barcelona adquiera este espacio para su pronta rehabilitación, reconstruyendo la fuente y el quiosco modernista, adecentando lo que una vez ocupó el merendero como una plaza pública y, en definitiva, recuperando esta pequeña joya para el barrio.
yo a veces subia por nostalgia al restaurante. Hicimos nuesta despedida del servicio militar alli, los compañeros de nuestro reemplazo. Estuve subiendo alguna vez por nostalgia y la nostalgia se convirtio en rechazo por los palos que pegaban alli. Era vergonzoso !!! Lo que en otro lado valia 3 € alli costaba 13 €
ResponderEliminarContra el que pugui semblar hi ha els veïns i l'AV Font d'en Fargues que fa anys que lluitem perquè la font i els entorns recuperin l'antic ambient. Va estar 2 anys amb l'antic restaurant en ruïnes, amb ocupes i ple de ferralla i porqueria. Gràcies a l'acció de l'AV i la col·laboració del Districte es va solucionar finalment i ara està com a mínim accessible. I ja és propietat municipal, però hem ensopegat en moments de poc pressupost per rehabilitar-ho tot com cal; per això el quiosc modernista està tapiat perquè no es vandalitzi. Quan es parla de barris que no es coneixen a fons val la pena contactar amb els qui hi vivim. Gràcies.
ResponderEliminarHola!
ResponderEliminarsóc veïna del barri, visc al carrer Pedrell i m'agradaria saber on és la font exactament, m'agradaria veure-la.
gràcies!
Ja está restaurada ,por cierto molt maco
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