martes, 5 de marzo de 2013

Ante la crisis, fomentemos el arte y la cultura en Barcelona



Durante muchos años, Barcelona ha sido un referente cultural tanto a nivel local y autonómico como a nivel nacional e internacional, cantera y cuna de artistas e intelectuales catalanes, del resto de España y extranjeros. Ello ha permitido otorgarle a la ciudad un carácter cosmopolita, abierto e integrador donde todas las manifestaciones artísticas y culturales desarrolladas pudieron convivir en paz y armonía entre ellas con independencia de los diferentes contextos políticos vividos y sufridos, porque habitualmente el avance social siempre se ha posicionado por encima del político.
Antaño, la Barcelona de Picasso, Casas y Rusiñol, y más recientemente, la Barcelona de los años setenta, fueron dos momentos dorados y punteros que dejaron una importante e imborrable huella artística, cultural e intelectual que jamás se ha vuelto a repetir, siendo dos ejemplos de la ciudad que una vez fue.


Sin embargo, en estos últimos años Barcelona está viviendo una pérdida progresiva de su personalidad. No es en absoluto cuestionable la necesidad de una profunda renovación de la ciudad para paliar los déficits que durante tantos años arrastró y por los que se produjeron numerosas luchas vecinales. El problema reside en el procedimiento llevado a cabo para esta modernización, que ha ignorado el valor de muchos locales y espacios urbanos emblemáticos con historia mediante su clausura o derribo. Ello ha traído consigo una fuerte especulación inmobiliaria y la desintegración de la memoria histórica.
La proliferación de comercios regentados por inmigrantes y de locales de copas o de restauración de diseño que tanto se critican son resultado de la inevitable evolución fruto de la transformación social y cultural debido a un fenómeno mundial, pero ello no debe ir en detrimento de aquellos locales emblemáticos con historia local que a la vez forman parte de la historia emocional de la ciudad, pues son también el escenario de parte de la cultura que nace o se proyecta en Barcelona.


Ciudades europeas como por ejemplo París, Londres, Roma, Bruselas, Ámsterdam, Viena y Praga, entre otras, pese a sufrir el fenómeno de la globalización, siguen siendo igualmente una referencia ejemplar en cuanto a la conservación de establecimientos con historia y la rehabilitación de núcleos históricos se refiere. Anualmente dichas urbes reciben numerosos artistas emergentes y bohemios en busca de una oportunidad para expresar sus manifestaciones artísticas, abrir galerías de arte y reunirse en locales de referencia. Actualmente, la inversión en cultura, en arte y en cualquier tipo de producción creativa supone una respuesta ante la crisis económica, social y financiera. Las llamadas “ciudades creativas” tienen mayores oportunidades de desarrollo y de atracción.


La aplicación de una política basada en lo políticamente correcto y en la instauración de determinados valores partidistas ha supuesto un empobrecimiento cultural por la supresión de aquella parte de la cultura considerada ingrata o foránea que, sin embargo, tenía una importante demanda y aceptación de público. Para evitar esa desaceleración es necesario que las instituciones públicas favorezcan la proliferación de nuevas manifestaciones culturales y creativas que evitarían la fuga de talentos al extranjero, y la conservación de aquellos locales que han marcado y todavía marcan parte de la memoria de la ciudad, así como de los establecimientos que otorgan vida y personalidad de barrio. Es imprescindible que Barcelona, que se proyecta como ciudad abierta e innovadora, facilite todos los medios posibles para propiciar la atracción y desarrollo de artistas e intelectuales, abriendo así una nueva etapa histórica similar a las vividas antaño en la capital catalana durante el primer tercio del siglo XX y en los años setenta.


La apertura de nuevos locales de ocio que combinen consumo y cultura así como la conservación y reciclaje de locales históricos supondría la disponibilidad de espacios para artistas emergentes y para quienes quieren disfrutar de una oferta cultural que se salga de los circuitos comerciales o de los festivales subvencionados u organizados por los gobiernos municipales o autonómicos. Estos espacios creativos, de iniciativa ciudadana, no deberían de estar reñidos con los subvencionados por las administraciones. En caso contrario, cuando los poderes municipales y autonómicos pretenden regularlo y abarcarlo todo limitan o impiden el desarrollo de nuevas expresiones culturales independientes como si éstas fuesen hostiles o perjudiciales. Se crea así una competencia injusta, pues la cultura no debería de competir con ella misma para ver quien vence y monopoliza un modelo determinado, sino que debe luchar contra la incultura, la desintegración social y la pérdida de personalidad de los espacios urbanos.


En definitiva, es necesario que las administraciones actúen mediante el desarrollo de tres directrices, todas ellas factibles y realizables incluso a pesar de la escasez de recursos económicos. En primer lugar, debe revisarse el catálogo de patrimonio artístico histórico-arquitectónico para posibilitar una mayor protección integral de los cascos antiguos evitando al máximo posible la injerencia de cualquier especulación inmobiliaria. En segundo lugar, deben conservarse por todos los medios los locales históricos por su valor y representatividad, incluso reciclar y reconceptualizar aquellos que no resulten rentables para otorgarles una nueva vida. Actualmente, espacios como el Bar Marsella (de 1820, el más antiguo de Barcelona) deben de rehabilitarse y mantenerse incluso acordar un pacto entre Ayuntamiento y propietarios de inmuebles, y otros ya clausurados como la sala de baile La Paloma es necesaria su reapertura, cumpliendo las normativas cívicas y de seguridad pertinentes. Y en tercer lugar, incentivar la habilitación de espacios urbanos y la apertura de nuevos locales como estímulo para la atracción de nuevos artistas emergentes que necesiten de una oportunidad para desarrollar sus vocaciones. Aulas de cultura, galerías de arte, cafés-librería, museos y bares de copas con conciertos de músicos contribuirán al fomento del arte y la cultura, a reactivar parte de la economía y a dotar a los barrios de una nueva vida y personalidad.


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