miércoles, 8 de junio de 2011

32 años de gobierno socialista en Barcelona (y III). Continuismo y declive: Joan Clos (1997-2006) y Jordi Hereu (2006-2011)

Después de la etapa de desarrollo y esplendor encabezada por Pasqual Maragall, los dos alcaldes siguientes pondrían en evidencia el final de un ciclo y la necesidad de construir un nuevo modelo de gestión de la ciudad adaptado a los nuevos tiempos y para el siglo XXI.
Maragall logró mantener su popularidad durante los años de crisis económica de 1993 a 1996 con la finalización de los proyectos que no se pudieron concluir para los Juegos Olímpicos de 1992, siendo el más destacado el complejo de ocio del Port Vell, pero también se le criticó la pérdida de población de la ciudad y el encarecimiento de la vivienda y del nivel de vida en general. Consciente del final de una etapa y con el propósito de abandonar el Ayuntamiento por la puerta grande y ser recordado en la posteridad como el gran “alcalde olímpico”, el 26 de septiembre de 1997 cedió la alcaldía a su teniente de alcalde, Joan Clos i Matheu, que se erigió como nuevo “Batlle” de la “Casa Gran”.
Su mandato en el bienio de 1997 a 1999 fue el mejor gracias sus actuaciones urbanísticas muy cercanas a la ciudadanía y encaminadas a mejorar la calidad de vida de los barrios populares. El barrio del Raval se sometió a un proceso de remodelación y esponjamiento con la rehabilitación de edificios antiguos, el derribo y construcción de nuevas viviendas, la construcción y concentración de equipamientos culturales y la apertura de la rambla del Raval. En el distrito de Nou Barris, se transformaron en bulevares los paseos de Fabra i Puig, Doctor Pi i Molist, Verdum y Valldaura, la plaza del Virrei Amat dobló su superficie y se estrenó el nuevo parque Central de Nou Barris. La avenida Meridiana amplió sus aceras para convertirse en bulevar y se abrió la avenida Diagonal por completo, desde la plaza de les Glòries hasta el Besòs. En materia de transporte público, se completó al apertura de la nueva L2 de metro desde Paral·lel hasta La Pau, la L4 llegó hasta la Trinitat Nova y se procedió a reestructurar diversas líneas de autobús para racionalizar la red y ampliar la cobertura territorial. Y en otros barrios populares y de la periferia barcelonesa se continuó con de proceso de ampliación de aceras, peatonalización de calles y rehabilitación de fachadas de edificios. A nivel económico, el turismo iba año tras año adquiriendo más fuerza, lo que originó un notable y progresivo aumento de visitantes tanto nacionales como extranjeros, repercutiendo en un fuerte beneficio económico para Barcelona. En definitiva, esta clase de actuaciones satisficieron a la sociedad barcelonesa y supuso para Joan Clos obtener la mayoría absoluta en las elecciones municipales de 1999.



Sin embargo, el mandato de 1999 a 2003 significó un importante descenso de su popularidad como alcalde de Barcelona por el radical cambio de orientación de su gestión, especialmente centrada en grandes macroproyectos económicos y empresariales de muy poco o nulo carácter social. Imitando a su predecesor Pasqual Maragall, intentó repetir la fórmula de organizar un evento internacional que supusiera una inyección económica para el desarrollo de grandes obras urbanísticas. Descartada la posibilidad de celebrar una Exposición Internacional, Joan Clos optó por la creación del llamado Fòrum Universal de les Cultures, un evento trienal destinado a promover la cultura de la paz, el desarrollo sostenible y la diversidad cultural. Ello conllevó a la transformación urbanística de la zona del Besòs y de la fachada marítima entre la Vila Olímpica y Sant Adrià de Besòs, con la construcción de nuevas viviendas, hoteles, zonas verdes, edificios de oficinas y una gran superficie comercial. Paralelamente, el barrio del Poblenou inició un profundo proceso de transformación urbana con la remodelación y apertura de las calles hasta entonces cortadas por las viejas fábricas de antaño, la construcción de viviendas y oficinas y la rehabilitación de antiguas fábricas como patrimonio histórico destinadas a nuevos usos sociales y empresariales. Este proyecto se denominó 22@BCN y estaba destinado a hacer del Poblenou un barrio con empresas destinadas al desarrollo de nuevas tecnologías.
Todos estos proyectos urbanísticos fueron muy criticados por parte de diversas asociaciones y entidades vecinales por impopulares. La zona del Fòrum fue considerada una excusa para generar una gran macroespeculación urbanística e inmobiliaria con grandes viviendas de lujo que rompía completamente con el popular PERI de 1989. Y el proyecto del 22@BCN en Poblenou se percibió como una remodelación que suponía la expulsión de antiguos vecinos y la escasez de equipamientos sociales a favor de la instalación de grandes empresas y viviendas inasequibles.
El mandato de los años 2004 al 2006 significó una continuidad de una gestión encaminada a grandes proyectos de carácter poco popular, a pesar de las promesas de hacer una labor de carácter más social. Al proceso de configuración del distrito 22@BCN en Poblenou habría que añadir las obras de ampliación del puerto de Barcelona y del aeropuerto, la ampliación de la Fira de Barcelona y el proyecto de urbanización de la zona de la Sagrera con la construcción de una gran estación ferroviaria y la llegada del tren de alta velocidad. Entre el 8 de mayo y el 26 de septiembre de 2004 se celebró sobre unos terrenos ganados al mar el Fòrum Universal de les Cultures, de cuyo éxito del certamen siempre se ha discrepado llegando a generar mucha controversia política y social. A nivel de infraestructuras, se inauguró la nueva L11 de metro, la L3 llegó hasta Canyelles, se reintrodujo nuevamente la red de tranvías con las líneas del Trambaix y del Trabesòs y se implantó como servicio de proximidad en barrios de difícil accesibilidad el llamado “Bus del Barri” de pequeñas dimensiones.


Con la percepción ciudadana de que en Barcelona solo se ejecutaban proyectos empresariales, una ciudad del diseño pensada más para turistas y la construcción de numerosos edificios singulares de gran envergadura mientras iban aumentando los problemas sociales, la popularidad de Joan Clos descendió notablemente hasta el punto de hacer peligrar la continuidad del mandato socialista. Para remontar la situación, el 8 de septiembre de 2006 cedió la alcaldía a Jordi Hereu i Boher, y posteriormente ocupó el cargo de ministro de Industria, Comercio y Turismo, nombrado por el presidente del Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero. Su última acción municipal importante fue la aprobación unos pocos meses antes de su marcha de la Carta Municipal.
El mandato de Jordi Hereu intentó recuperar el carácter popular perdido y equilibrar la balanza entre las grandes obras empresariales y las obras sociales, pretendiendo resolver las demandas ciudadanas con la mayor celeridad posible y mostrar la imagen de ser un alcalde joven, moderno, actual y cercano a la ciudadanía. Eran muchos los problemas a resolver, especialmente de incivismo, mantenimiento y limpieza, la degradación de determinados barrios y espacios públicos, conflictividad social e inseguridad, falta de determinados equipamientos en barrios populares, encarecimiento de la vivienda y del nivel de vida, abordar el tema de la inmigración y el turismo, y reducir la percepción ciudadana de Barcelona como una ciudad de aglomeraciones y falta de servicios suficientes para todos.
En las elecciones municipales celebradas el 27 de mayo de 2007 ganó por mayoría simple. Los tres ejes centrales de su mandato se basaron en el intento de cohesión social y territorial, de creatividad económica, tecnológica y cultural, y de reforzar la capitalidad de Cataluña y el Mediterráneo. Ha sido muy polémica la Ordenanza Cívica encaminada a mejorar el civismo social de la ciudad a base de multas y sanciones, y el referéndum de reforma de la avenida Diagonal por el gran coste económico que supuso su organización, donde resultó vencedora la opción “C” de no reformarla ni como bulevar ni como rambla. A nivel de movilidad, implantó en marzo de 2007 el Bicing, un servicio de alquiler de bicicletas públicas que ha sido respondido con bastante éxito ciudadano en cuanto a número de abonados se refiere, con el objetivo de apostar por la movilidad sostenible a imitación del modelo de los Países Bajos. A nivel de infraestructuras, se han efectuado diversas prolongaciones del la red de metro en barrios periféricos muy necesitados como Roquetes, el Carmel, el Coll y la Teixonera, se inauguró el primer tramo de la L9 y la L10 de metro entre Santa Coloma y Badalona hasta La Sagrera, y llegó hasta la estación de Sants el tren de alta velocidad Madrid-Barcelona.


En estos últimos años, el mandato de Jordi Hereu se ha intentado dirigir hacia la inauguración puntual de equipamientos culturales, educativos, deportivos y sanitarios, muchos de ellos reivindicaciones vecinales pendientes, a la renovación del parque móvil y del sistema de limpieza, a reforzar la seguridad ciudadana, a la remodelación de calles y plazas y a la construcción de los llamados ecobarrios. Paralelamente, la crisis económica obligó a tomar severas medidas de austeridad pero sin renunciar a los grandes macroproyectos como la ampliación de la zona portuaria, la consolidación del distrito 22@BCN en Poblenou, la construcción de la L9/L10 de metro y la transformación del sector Sant Andreu-Sagrera. No queriendo perder la tradición de pretender eventos internacionales de gran relevancia como motivo de dinamismo e impulso ciudadano, presentó la ciudad de Barcelona para que optara a la candidatura de los Juegos Olímpicos de Invierno del año 2022.
Sin embargo, a pesar de los intentos de ofrecer una imagen más renovadora y más dialogante, cercana y popular que la de su predecesor Joan Clos, las críticas hacia su gestión municipal, el agotamiento de un modelo de gobierno municipal faltado de una profunda renovación y la necesidad de higiene democrática después de más de tres décadas de gobierno socialista, pusieron fin a treinta y dos años de mandato municipal del PSC en Barcelona, siendo ganador el convergente Xavier Trias i Vidal de Llobatera.

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