sábado, 5 de febrero de 2011

Ojo por ojo… y acabaremos todos ciegos

El pasado jueves día 3 de febrero la escritora catalana Núria Amat ganó el XXXI premio Ramon Llull por su primera novela en catalán titulada “Amor i guerra”, que transcurre en la Barcelona de la Guerra Civil y hace protagonista a Ramón Mercader, asesino de Leon Trotsky y con quien está emparentada su familia. Que el galardón haya sido otorgado precisamente a esta escritora ha generado polémica especialmente en determinados sectores nacionalistas e independentistas, que la acusan de anticatalana. El caso es que Núria Amat siempre se ha manifestado contraria a los nacionalismos, defensora del bilingüismo e incluso firmó el llamado “Manifiesto por una lengua común”. La lluvia de críticas no se ha hecho esperar.
Algunas voces preguntan por qué razón se la ha premiado cuando en el resto de España se nos ignora por el hecho de ser catalanes. Habría que analizar hasta qué punto esta afirmación es tan cierta. Sin embargo, en el supuesto de que algunas veces nos hayan ignorado, nosotros no podemos permitirnos el lujo de ponernos a la misma altura y aplicar el ojo por ojo. O sea, que porque una parte de España ignora la diversidad cultural y lingüística, nosotros hemos de hacer lo mismo como si de una venganza se tratara. Afortunadamente hemos dado un ejemplo de tolerancia y respeto premiando a esta escritora, y lo que cuenta es nuestra buena conciencia y nuestra satisfacción personal. Lo que opinen los demás no tiene ninguna importancia. Quienes no son tolerantes y respetuosos no lo son ni con Cataluña ni con nada ni con nadie. Es mejor olvidarlos y nosotros seguir adelante dando ejemplo a España y al mundo entero de la clase de personas que somos nosotros como pueblo. Por poner un ejemplo: si en los países donde reinan dictaduras se hacen prohibiciones y restricciones, cuando venga inmigración procedente de estos estados ¿debemos de dar ejemplo de respeto y tolerancia hacia ellos o bien deberíamos de maltratarlos igual que su gobierno y sus seguidores harían con nosotros? Volvemos otra vez al ojo por ojo diente por diente, y como dijo sabiamente Mahatma Gandhi, “ojo por ojo, y acabaremos todos ciegos”. Por lo visto, algunos lo prefieren así y que una vez sin ojos prosigamos la guerra a bastonazos.

Entiendo que para algunas personas haya provocado irritación que Nuria Amat haya ganado el Ramon Llull, pero un premio se otorga por unas cualidades artísticas y no por unas ideas políticas. ¿Es realmente anticatalana como algunos dicen? Creo que se trata de un juicio de valor personal y subjetivo, porque por anticatalán se pueden entender muchas cosas. En definitiva, se valora más la tendencia política de una persona en vez de su trayectoria, su labor o incluso su humanidad, porque seguro que si no es del agrado de unos cuantos, además será mala persona. Por favor, hagamos el favor de centrarnos un poco y ser un poco menos infantiles. Yo conozco a gente nacionalista, independentista, no nacionalista, de derechas, de izquierdas, creyente, atea, agnóstica, anarquista, del Barça, del Espanyol, del Madrid, okupas, sacerdotes… todos ellos excelentes personas y con quienes me llevo de maravilla. ¿Qué sería de mí si ahora empezara a discriminarlos porque no coinciden con mis ideas personales? Estaría bien apañado. Las ideas y creencias de cada persona se deben de respetar. Cada uno es como es y no como a uno le gustaría. Si Nuria Amat realmente ha hecho un buen trabajo, pues claro que merece el premio. Sus ideas políticas son secundarias. Parece que sea obligatorio valorar solamente a las personas con unas determinadas tendencias o creencias. Francamente, el sectarismo y el clientelismo no van con mi persona, y cuando alguien no me gusta o me cae mal, no es por sus ideas o sus creencias, sino por su persona. No existe un colectivo “de los buenos” que es mejor que los demás y tendrá el cielo asegurado y otro “de los malos” que automáticamente es perjudicial y va a ir directo “a las calderas de Pere Botera”. Las cosas no funcionan así.

Todos me conocéis porque soy abiertamente tarradellista. Y como tal, soy catalanista, y creo que Cataluña es una nación sin estado con un hecho diferencial. Sin embargo, si Tarradellas viviera jamás hubiese criticado este premio a Núria Amat. Al contrario. Posiblemente le hubiese dicho “enhorabona Núria, i moltes gràcies per haver-nos brindat aquesta magnífica obra en català i contribuir a fomentar la nostra llengua”. Tampoco hubiese consentido que en la feria de Francfort se vetara la literatura catalana en castellano o en aranés, porque la hubiese considerado como un reflejo de la realidad lingüística y cultural de Cataluña que también contribuye a dar a conocer, como él decía, “el nostre petit país” en todo el mundo. Obsérvese aquí la clara diferencia establecida entre literatura catalana y literatura en catalán.
No reconocer la España real, pluricultural y plurilingüe, así como ignorarnos como pueblo y como realidad, no es una actitud precisamente democrática. Por ello, si nosotros hacemos lo mismo que el nacionalismo español, criticando y vetando a quienes no sean de nuestro agrado, también dejaremos de ser democráticos para volvernos lo mismo que ellos, practicando el ojo por ojo… y acabar todos ciegos.

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