¿En qué se parece el tranvía de la Diagonal con la revolución sexual? Menuda pregunta que acabo de plantear. Pues muy sencillo: en que ambas cosas forman parte del bando de las ideas progresistas, una cosa en un sentido y la otra en otros términos, por supuesto. ¿Y a qué viene plantear eso que parece tan absurdo? Pues también es muy sencillo: vamos a hablar un poco acerca del concepto que tiene una parte de la sociedad de nuestro país por progresar.
Durante estos últimos meses se está hablando de la no menos controvertida reforma urbanística de la avenida Diagonal de Barcelona, que implicará pacificarla en tanto destinarla para los peatones y el transporte público. Muy pronto empezará el referéndum de consulta para decidir qué opción quiere la ciudadanía.
Acerca de dicho referéndum, hay quienes apuestan por hacer consultas para cualquier actuación que vaya a realizarse en la ciudad, de manera que Barcelona estaría hecha a la medida de su ciudadanía. Por ello critican que, por ejemplo, no se haya hecho un referéndum acerca del trazado del AVE. Posiblemente el NO hubiese ganado así como un trazado alternativo al actual a su paso delante del templo de la Sagrada Familia. Otros, en cambio, creen que no debería de ser una consulta democrática sino realizada y aprobada por urbanistas y técnicos cualificados que decidieran qué opción sería la más adecuada. En casos más extremos, algunos han llegado a afirmar que a veces es necesario un poco de autoritarismo y desobedecer a la voluntad de la mayoría de la población cuando ésta se equivoca para poder hacer lo correcto y llevar a la gente por el buen camino. Un criterio que más de una persona piensa pero que se autorecomienda no decir en voz alta por lasa consecuencias que tendría.
Durante estos últimos meses se está hablando de la no menos controvertida reforma urbanística de la avenida Diagonal de Barcelona, que implicará pacificarla en tanto destinarla para los peatones y el transporte público. Muy pronto empezará el referéndum de consulta para decidir qué opción quiere la ciudadanía.
Acerca de dicho referéndum, hay quienes apuestan por hacer consultas para cualquier actuación que vaya a realizarse en la ciudad, de manera que Barcelona estaría hecha a la medida de su ciudadanía. Por ello critican que, por ejemplo, no se haya hecho un referéndum acerca del trazado del AVE. Posiblemente el NO hubiese ganado así como un trazado alternativo al actual a su paso delante del templo de la Sagrada Familia. Otros, en cambio, creen que no debería de ser una consulta democrática sino realizada y aprobada por urbanistas y técnicos cualificados que decidieran qué opción sería la más adecuada. En casos más extremos, algunos han llegado a afirmar que a veces es necesario un poco de autoritarismo y desobedecer a la voluntad de la mayoría de la población cuando ésta se equivoca para poder hacer lo correcto y llevar a la gente por el buen camino. Un criterio que más de una persona piensa pero que se autorecomienda no decir en voz alta por lasa consecuencias que tendría.
Entrando todavía más en materia y en relación con esa revolución sexual, afirmar previamente que soy favorable a la reforma de la Diagonal y al paso del tranvía para que conecte las redes del Trambaix y el Trambesòs. Opto por la “Opción 1 Bulevar” porque no tocará a los árboles y mantendrá la avenida casi igual que ahora pero con mayor espacio para peatones y transporte público, cuya libertad de movimiento y de flexibilidad será superior. Admito que por estética y tradición me gusta la “Opción 2 Rambla”, pero creo que voy a descartarla por algunos de sus inconvenientes.
Y entrando a fondo en materia, hablar de las reticencias hacia esta reforma y de los prejuicios al tranvía por parte de un sector de la población. ¿Y de la revolución sexual? Muy sencillo. En nuestro país tenemos la mala costumbre (posiblemente derivada de tantos y tantos años de puritanismo nacional catolicista) de relacionar progresismo y libertad con el sexo. Es decir, que se suele medir el grado de liberalismo y de progresismo de una persona en función de su tolerancia al sexo, de modo que lo demás no cuenta para nada. Actualmente nos creemos más progres que nadie porque los gays se pueden casar y adoptar hijos, porque tenemos una excelente industria del porno, porque ahora los adolescentes fornican cada vez más jóvenes para facilitarles la faena se han instalado en los institutos máquinas expendedoras de condones, porque la Ley del Aborto tiene mayor amplitud… y en eso nos creemos más progresistas hasta el punto de llamar a nuestro país como “la Holanda del sur de Europa”.
Pues bien, yo he viajado a los países bajos y os aseguro que estamos muy pero que muy lejos de ser esa “Holanda del sur de Europa”. El progresismo de un país se mide a través de muchas variables, y el sexo es solamente una pequeña parte del todo pero que nosotros la tomamos por el todo y dejando el resto como insignificante, cuando es al revés. Quien haya viajado por Europa y en particular hacia estos países tan avanzados, observará la moral y los valores de esta población, así como su mentalidad y su talante, muy alejado del nuestro. Si Europa tiene que ser el espejo de referencia para nosotros, actualmente este espejo está empañado porque no nos reflejamos. Estamos por detrás en el modelo educativo, en el modelo sanitario, en el modelo medioambiental y en el modelo económico, y no somos capaces de potenciar lo bueno de nosotros por complejo de inferioridad.
Aquí padecemos la (in)cultura del NO, de decir que no por sistema a todo, y es aquí donde realmente se refleja que no estamos al nivel europeo. Tengo la esperanza de que la avenida Diagonal se reforme, pero tampoco me sorprendería que saliera ganadora la “Opción C dejarla tal y como está”. Y a ello sumar los prejuicios irracionales a la implantación del tranvía, un sistema de transporte que se está imponiendo cada vez más en Europa, pero aquí, queriendo ser más listos que nadie, decimos no.
Aquí es donde realmente se ve una sociedad progresista, en su deseo de cambiar lo rancio y potenciar las virtudes de su país sin complejos. Sin embargo, muchos de nosotros preferimos decir que no a todo y alardear de gente moderna porque los gays se pueden casar y adoptar hijos y los nudistas pueden ir en porretas por la calle.
Así que, revolución sexual Sí, pero reforma de la Diagonal e implantación del tranvía TAMBIÉN. POR FAVOR, SEAMOS EUROPEOS Y PROGRESISTAS DE VERDAD Y PARA TODO.
Y entrando a fondo en materia, hablar de las reticencias hacia esta reforma y de los prejuicios al tranvía por parte de un sector de la población. ¿Y de la revolución sexual? Muy sencillo. En nuestro país tenemos la mala costumbre (posiblemente derivada de tantos y tantos años de puritanismo nacional catolicista) de relacionar progresismo y libertad con el sexo. Es decir, que se suele medir el grado de liberalismo y de progresismo de una persona en función de su tolerancia al sexo, de modo que lo demás no cuenta para nada. Actualmente nos creemos más progres que nadie porque los gays se pueden casar y adoptar hijos, porque tenemos una excelente industria del porno, porque ahora los adolescentes fornican cada vez más jóvenes para facilitarles la faena se han instalado en los institutos máquinas expendedoras de condones, porque la Ley del Aborto tiene mayor amplitud… y en eso nos creemos más progresistas hasta el punto de llamar a nuestro país como “la Holanda del sur de Europa”.
Pues bien, yo he viajado a los países bajos y os aseguro que estamos muy pero que muy lejos de ser esa “Holanda del sur de Europa”. El progresismo de un país se mide a través de muchas variables, y el sexo es solamente una pequeña parte del todo pero que nosotros la tomamos por el todo y dejando el resto como insignificante, cuando es al revés. Quien haya viajado por Europa y en particular hacia estos países tan avanzados, observará la moral y los valores de esta población, así como su mentalidad y su talante, muy alejado del nuestro. Si Europa tiene que ser el espejo de referencia para nosotros, actualmente este espejo está empañado porque no nos reflejamos. Estamos por detrás en el modelo educativo, en el modelo sanitario, en el modelo medioambiental y en el modelo económico, y no somos capaces de potenciar lo bueno de nosotros por complejo de inferioridad.
Aquí padecemos la (in)cultura del NO, de decir que no por sistema a todo, y es aquí donde realmente se refleja que no estamos al nivel europeo. Tengo la esperanza de que la avenida Diagonal se reforme, pero tampoco me sorprendería que saliera ganadora la “Opción C dejarla tal y como está”. Y a ello sumar los prejuicios irracionales a la implantación del tranvía, un sistema de transporte que se está imponiendo cada vez más en Europa, pero aquí, queriendo ser más listos que nadie, decimos no.
Aquí es donde realmente se ve una sociedad progresista, en su deseo de cambiar lo rancio y potenciar las virtudes de su país sin complejos. Sin embargo, muchos de nosotros preferimos decir que no a todo y alardear de gente moderna porque los gays se pueden casar y adoptar hijos y los nudistas pueden ir en porretas por la calle.
Así que, revolución sexual Sí, pero reforma de la Diagonal e implantación del tranvía TAMBIÉN. POR FAVOR, SEAMOS EUROPEOS Y PROGRESISTAS DE VERDAD Y PARA TODO.
Después de una rápida lectura no veo nada más que coincidencias con mis proppias ideas, empezando por la elección de la opción y terminando en que la única que no debería escogerse es la que lo deja todo igual. Muy bueno el símil de la revolución sexual, aunque en este aspecto yo veo a nuestra sociedad de una manera mucho más negativa, porque lo peor de todo, es que siempre nos creemos lo mejor del mundo mundial, pero nunca nos miranos el ombligo, empezando por eso que comentas de creernos los europeos más liberales, aunque, como siempre, solo es de palabra porque después resulta que si miramos los hechos o nuestras propias ideas en otros temas, resulta que somos de lo más retrógrado, reaccionario, populista y demagógico. Nos gusta complicar lo simple y simplificar lo que realmente requiere un análisis y un tratamiento riguroso. No tenemos capacidad de diálogo, la crítica siempre es destructiva y tampoco sabemos escuchar respetuosamente a nuestros interlocutores. Diremos que los otros lo hacen mal y que nosotros lo haríamos mejor, pero no aportaremos datos de porqué se hace mal, pero lo peor es que tampoco diremos de que manera lo mejoraríamos. No nos importa mentir si con ello conseguimos nuestro propósito, sobre todo si se trata de acceder o conservar la poltrona política. No existe ética ni valores positivos de ningún tipo. Y lo peor es que esto está pasando en todos los niveles de nuestra sociedad, empezando en la calle y llegando al más alto nivel político, tanto en Madrid, como en Catalunya, como también en Barcelona. Pero para mi, lo peor es que por la situación político-económica que atraviesa el país, a pesar de que esta semana se hayan publicado indicadores económicos esperanzadores, y por nuestro pobre nivel cultural, creo que se incrementa el riesgo de aparición de populistas iluminados dispuestos a salvarnos de todo mal.
ResponderEliminarCorroboro todo lo que has dicho. Teniendo en cuenta que somos la cultura del NO a veces pienso que Josep Pla no iba tan equivocado cuando afirmó que "no existe el seny català". Saludos.
ResponderEliminarRespeto tu opinión. Sin embargo, aunque saliera ganadora la opción C, creo igualmente que el tranvía debería de poder circular y conectar las dos redes actuales.
ResponderEliminar