
Por lo visto, cualquier tema polémico que se debate en Cataluña siempre es más visible que si sucede en otro lugar de España. Es la manera de politizar todas las cosas y que los demás puedan hacer lo que quieran mientras las miradas y los dedos señalen hacia el pueblo catalán.
Esta vez le ha tocado al mundo de la tauromaquia. En relación a la ignorancia supina de determinados colectivos que disfrutarán acusando a los catalanes del movimiento contrario a las corridas de toros e identificándolo con el debate identitario, merece la pena repasar la memoria histórica objetivamente fuera de las fronteras de Cataluña.
Las críticas hacia las corridas de toros existen desde la fundación del llamado “arte de la tauromaquia” en el siglo XVIII en España. Incluso fuera del país son mucho más antiguas. Tenemos el ejemplo de filósofos como Cicerón, escritores cristianos como Prudencio, Sasiodoro, San Agustín y San Juan Crisóstomo, y de papas como Pío V y Gregorio XIII. Dentro de la península, tenemos a reyes Borbones como Felipe V (que consideraba las corridas de toros como algo indigno y propio del populacho), Carlos III y Carlos IV, que las prohibieron. Algunos intelectuales también se mostraron contrarios, como el ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos, que consideraba las corridas de toros como espectáculos poco didácticos. Otros casos serían los de Eugenio Noel (quien lo consideraba un crimen de raza y una fiesta que se reducía a sangre, crueldad y porquería, y un síntoma de que el pueblo podía hacer lo que le daba la gana) y Miguel de Unamuno (quien dijo aburrirles y repugnarles). Además, el naturista Félix Rodríguez de la Fuente afirmó que la fiesta nacional era la exaltación máxima de la agresividad humana.
Y como estos ejemplos aquí expuestos existirían muchos más personajes históricos contrarios precisamente muy españoles. Estadísticamente, más del 72% de la población española ha reconocido no tener ningún interés por la tauromaquia. Por comunidades autónomas, una ley autonómica de 1990 ha prohibido las corridas de toros en las Islas Canarias, y las comunidades de Galicia, Asturias y Aragón, junto con Cataluña, encabezan los territorios donde hay mayor rechazo hacia las corridas de toros. Incluso en Andalucía, tierra taurina por excelencia, han perdido público y han cerrado algunas plazas.
En definitiva, el movimiento antitaurino viene de muy lejos y la memoria histórica demuestra que va mucho más allá de las fronteras catalanas y que por consiguiente no es culpa de los catalanes como algunos ignorantes quieren hacer creer.
A nivel personal, considero que cualquier fiesta o celebración (sea española o catalana o de donde sea) que suponga hacer daño o abuso de un animal es mala, y el hecho de que se trate de una tradición y un hecho cultural y folclórico muy antiguo no es excusa para defenderla. Son muy demagógicas las opiniones de quienes creen que el movimiento antitaurino es una hipocresía aduciendo que en cambio permiten la matanza de animales en los mataderos para consumo alimentario e incluso el exterminio de moscas y mosquitos con insecticida. Como solución intermedia, sería aconsejable modernizar los estatutos reglamentarios para las corridas de toros y evitar que al final de la faena el animal muriese, tal y como sucede en algunos países como Portugal, donde el animal es indultado y el torero es igualmente un héroe para el público. En resumen, CORRIDAS SÍ siempre y cuando no se dañe, se humille o se mate al animal, y CORRIDAS NO si ello comporta la tortura, la humillación y la muerte del animal. Queda así muy claro que no se trata de una postura identitaria o antiespañola.
Sin embargo, no estoy en absoluto de acuerdo que en Cataluña se quieran prohibir las corridas de toros y sin embargo se blinden fiestas típicas catalanas como el Correbou. Eso es sin duda una incongruencia, una hipocresía y algo inadmisible porque eso es hacer trampa y girar el tema hacia un debate identitario. Si se prohíbe la fiesta nacional, también debería de hacerse con algunas fiestas catalanas, incluidas las que tengan que ver con otras especies animales.