He tenido el placer de leer la interesante obra de Christopher Hitchens titulada “Dios no es bueno. Alegato contra la religión”. En resumidas cuentas, el autor argumenta que las religiones son una invención del hombre y que en la actualidad ya no son necesarias porque la evolución del pensamiento en todos los ámbitos las hacen ineficaces para los tiempos modernos que hoy día vivimos. Mediante numerosos ejemplos de episodios reales sucedidos a lo largo de la historia razona por qué cree que las religiones son nocivas, considerando que en nombre de ellas se han cometido grandes matanzas y torturas, se han apoyado gobiernos autoritarios, se ha reprimido sexualmente, se ha anulado la libertad de expresión, se ha oprimido a la mujer, se ha pretendido uniformizar el pensamiento mediante severos adoctrinamientos, se han marginado y exterminado etnias y, en definitiva, se han usado como un arma de doble filo para el control de la sociedad. Critica cómo muchos creyentes intentan por todos los medios la inculcación a los demás de sus convicciones religiosas, revoca las teorías de quienes quieren demostrar la existencia de Dios y cuestiona la bondad superior de quienes son creyentes y practicantes. Por otro lado, Hitchens pretende poner en evidencia que el único mundo que existe es el de la materia, y que tanto los fenómenos físicos (como el origen del universo) como los biológicos (como evolución de las especies) tienen una explicación racional y científica.
El libro, independientemente de ser un buen trabajo y de saber razonar todos los alegatos contra las religiones, no contiene ningún argumento capaz de convencerme mínimamente sobre la inexistencia de Dios. Todas las críticas que el autor hace muy hábilmente las puedo aceptar de buen grato porque simplemente creo que son ciertas, pero comete el error de mezclar Dios con religión, que son dos cosas diferentes y que pueden concebirse y separase perfectamente la una de la otra.
El libro, independientemente de ser un buen trabajo y de saber razonar todos los alegatos contra las religiones, no contiene ningún argumento capaz de convencerme mínimamente sobre la inexistencia de Dios. Todas las críticas que el autor hace muy hábilmente las puedo aceptar de buen grato porque simplemente creo que son ciertas, pero comete el error de mezclar Dios con religión, que son dos cosas diferentes y que pueden concebirse y separase perfectamente la una de la otra.
Yo me considero un deísta, es decir, que creo en la existencia de Dios pero no en las religiones. Para mí, estas son efectivamente una invención del hombre, nacidas del producto del miedo y la debilidad ante los entonces misteriosos fenómenos de la madre naturaleza que obligaron a crear un mito (en este caso un Dios) que garantizara protección y seguridad a cambio de sumisión, de cumplir unos ritos y unas pautas de comportamiento ejemplares. Y es precisamente eso en lo que no estoy de acuerdo, pero sin embargo respeto a las personas religiosas que obran de buena fe sin molestar o hacer daño a nadie. Tampoco las considero gente tonta que pierde el tiempo siempre y cuanto el uso que hagan de sus creencias les llene espiritualmente y les conlleve a un equilibrio de bienestar.
En términos generales, las religiones te dicen que para creer en Dios y ganarte un buen sitio para toda la eternidad después de la muerte, en vida debes de cumplir unas pautas morales y acatar unos valores y unos rituales, es decir, que debes de sacrificarte e incluso sufrir. Pues yo considero que eso no tiene por qué ser así. Una cosa es tu propio sentido del bien y del mal, de la moral y de los valores que personalmente hayas decidido acatar por ti mismo, y otra cosa es que además puedas concebir la existencia de Dios. No creo en un ser divino que te obligue a sufrir y a hacer sacrificios porque todos estos son una invención humana. Los Mandamientos de la Ley de Dios son los mandamientos de la ley del hombre. No hay un Dios de castigo que envíe a los pecadores al infierno o al purgatorio, que obligue a no comer carne, que rechace la carne del cerdo, que exija a la mujer a cubrirse la cabeza con un pañuelo o un velo, que te pida el sacrificio del ayuno y la abstención, que te exija renunciar a los placeres de la vida, que te obligue a circuncidarte, en definitiva que apriete pero no ahogue… porque si Dios es todopoderoso no necesita a unos seres inferiores como nosotros que le sirvan porque Él puede autoabastecerse de lo que quiera y cando quiera porque su capacidad de poder es infinita e ilimitada. ¿De qué le sirve que nosotros nos reprimamos, nos sacrifiquemos y le sirvamos?
En términos generales, las religiones te dicen que para creer en Dios y ganarte un buen sitio para toda la eternidad después de la muerte, en vida debes de cumplir unas pautas morales y acatar unos valores y unos rituales, es decir, que debes de sacrificarte e incluso sufrir. Pues yo considero que eso no tiene por qué ser así. Una cosa es tu propio sentido del bien y del mal, de la moral y de los valores que personalmente hayas decidido acatar por ti mismo, y otra cosa es que además puedas concebir la existencia de Dios. No creo en un ser divino que te obligue a sufrir y a hacer sacrificios porque todos estos son una invención humana. Los Mandamientos de la Ley de Dios son los mandamientos de la ley del hombre. No hay un Dios de castigo que envíe a los pecadores al infierno o al purgatorio, que obligue a no comer carne, que rechace la carne del cerdo, que exija a la mujer a cubrirse la cabeza con un pañuelo o un velo, que te pida el sacrificio del ayuno y la abstención, que te exija renunciar a los placeres de la vida, que te obligue a circuncidarte, en definitiva que apriete pero no ahogue… porque si Dios es todopoderoso no necesita a unos seres inferiores como nosotros que le sirvan porque Él puede autoabastecerse de lo que quiera y cando quiera porque su capacidad de poder es infinita e ilimitada. ¿De qué le sirve que nosotros nos reprimamos, nos sacrifiquemos y le sirvamos?
Creo en un Dios, pero también creo que es muy diferente a como la humanidad en general y las religiones en particular lo han concebido, porque es a la vez algo y alguien superior e inalcanzable para nosotros como para comprenderlo o tener ni siquiera una mínima idea de qué es y quien es. Yo, simplemente no lo defino, solo digo que está. Y creo en el alma, en una energía que no contiene ninguna cualidad biológica, que no puede morir pero tampoco vivir porque éstas son características de la carne. El error de los ateos es intentar cruzar y superponer el mundo material con el espiritual, y eso es algo que no se puede porque son dos dimensiones distintas. Es un error preguntarse por ejemplo cuestiones como en qué momento se introduce el alma en un feto, si el alma se localiza en algún órgano del cuerpo como el cerebro, y qué alma tendría un clon o bien un ser creado en un laboratorio tipo monstruo de Frankenstein. En el mundo material y biológico todo puede tener respuesta y explicación científica, y los avances en medicina harán cosas más increíbles e inimaginables, pero ello no es incompatible con el alma porque hablamos del mundo biológico.
Se habla de la teoría creacionista (divina) versus la teoría evolucionista (científica). Creo que puede existir un término medio en el que la evolución de todas las cosas, desde el origen del universo hasta el nacimiento de seres vivos racionales tiene una explicación racional y científica perfectamente acatable, y a la vez plantearse la existencia de un Dios que haya querido que las cosas evolucionaran por su cuenta, como si Él hubiese apretado simplemente un botón. Es como si nosotros soñáramos que somos Dios y decidiésemos que se crease un universo y todos los fenómenos se sucediesen por su cuenta y tuviesen una explicación. Es decir, que Dios interviene pero sin intervenir, auque esto resulte complicado de asimilar.
En definitiva, creo que la solución no es ser religioso pero tampoco ser ateo. Yo apuesto por una evolución de la fe, cosa que apenas ha sido posible porque los intereses religiosos lo han impedido. La fe puede evolucionar hacia un nuevo pensamiento, como lo ha hecho la ciencia, y no deben de estar reñidas una cosa con la otra. El deísmo es para mí una fe evolucionada, en la que crees en Dios pero sin el yugo de los rituales y los sacrificios que imponen las religiones al ser estas una invención humana. Tampoco hay que plantearse el buscar pruebas de la existencia de Dios ni de por qué existe, intentar encontrarlo, pretender entrar en sus razones, obsesionarse por su silencio o por qué permite tanta maldad e injusticia en el mundo. Hay que procurar vivir feliz, en equilibrio, y la propia vida (aunque la educación, el medio físico, la mentalidad de tus semejantes y la época en la que has nacido y desarrollado influya) te enseña y te proporciona tus propios valores. Luego, tras la muerte, si hay que rendir cuentas ante Dios por lo bueno y lo malo que hayas hecho, eso ya llegará.
En definitiva, creo que la solución no es ser religioso pero tampoco ser ateo. Yo apuesto por una evolución de la fe, cosa que apenas ha sido posible porque los intereses religiosos lo han impedido. La fe puede evolucionar hacia un nuevo pensamiento, como lo ha hecho la ciencia, y no deben de estar reñidas una cosa con la otra. El deísmo es para mí una fe evolucionada, en la que crees en Dios pero sin el yugo de los rituales y los sacrificios que imponen las religiones al ser estas una invención humana. Tampoco hay que plantearse el buscar pruebas de la existencia de Dios ni de por qué existe, intentar encontrarlo, pretender entrar en sus razones, obsesionarse por su silencio o por qué permite tanta maldad e injusticia en el mundo. Hay que procurar vivir feliz, en equilibrio, y la propia vida (aunque la educación, el medio físico, la mentalidad de tus semejantes y la época en la que has nacido y desarrollado influya) te enseña y te proporciona tus propios valores. Luego, tras la muerte, si hay que rendir cuentas ante Dios por lo bueno y lo malo que hayas hecho, eso ya llegará.
Frente a tanta barbarie, en cierta ocasión le preguntaron a un sacerdote: "¿Dónde está Dios?". Éste respondió: "¿Dónde están los hombres?".
ResponderEliminarPersonalmente, no tengo la más mínima duda de la existencia de una suerte de inteligencia superior a la que, por nombrarla de algún modo, podemos llamarla "Dios".
Un fuerte abrazo de tu amigo Jordi Marí.
Deus beneexi al nostre senyor Jesús i Maria.amén.
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