Para muchas generaciones el barrio del Raval todavía es conocido popularmente como Barrio Chino, denominación moderna que nació y prácticamente murió dentro del mismo siglo XX. El origen del nombre se remonta en los años veinte del pasado siglo, siendo el responsable de acuñar el término el periodista y dramaturgo Francisco Madrid (Barcelona 1900 - Buenos Aires 1952) en el número 1 del semanario de crítica teatral y literaria "El Escándalo" fechado el 22 de octubre de 1925. En su primer artículo de una serie titulada "Los bajos fondos de Barcelona", al hacer referencia a la taberna de La Mina escribió que "La Mina es la gran taberna del barrio chino. Porque el distrito quinto, como Nueva York, como Buenos Aires, como Moscú, tiene su barrio chino". Un año después, en 1926 esta serie de artículos fueron recopilados y publicados en un libro bajo el título de "Sangre en Atarazanas", editado por Ediciones de la Flecha.
El término "barrio chino" procede en realidad de una traducción del inglés de la palabra "Chinatown", expresión usada en aquellas ciudades de los Estados Unidos de Norteamérica para designar los barrios en los que residía gran cantidad de población de origen chino o asiático. En sus inicios estas zonas urbanas se caracterizaban por ser pobres y marginales, los bajos fondos de la ciudad. De ahí que se estableciese una comparativa y se optara por considerar al Raval o Distrito V como una especie de "barrio chino" barcelonés.
El carácter "canalla" ya existía muchos años antes de acuñarse el término "barrio chino". Anterior al siglo XIV el paisaje lo formaban campos de cultivo, siendo la construcción más importante el monasterio de Sant Pau del Camp, del siglo X. A partir del siglo XV el Raval fue tierra de conventos, y durante el siglo XVIII se fue consolidando progresivamente como un barrio obrero donde convivieron viviendas y numerosas fábricas. Fue entre la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX cuando se desarrolló ese barrio densificado de callejuelas estrechas lleno de prostitución, tabernas, bares, cafés cantantes, cafés concierto, cafés de camareras, casas de tolerancia y casas de dormir que otorgaron al Raval su (mala) fama, incluso a nivel internacional. Así describe el mismo Francisco Madrid el panorama de ese "barrio chino" barcelonés:
"Lectora, lector: he aquí el distrito quinto; he aquí los personajes que han arrancado de su ambiente “Amichatis”, Luis Capdevila, Eduardo Carballo, para escribir sus dramas, sus artículos, sus novelas; he aquí toda la fiereza y toda la brutalidad del distrito quinto. Es el distrito quinto la llaga de la ciudad; es el barrio bajo; es el domicilio de la mala gente. Cierto es, que viven en él familias honradas. Esta es la tragedia. En el montón deforme de basura y de dolor; de inconsciencia y de pecado, que forma el distrito quinto se mezclan el obrero y el chorizo; la lavandera y la peripatética que en el cabaret elegante parece hija de nobles y que duerme en su propia casa sobre un catre… Ni los barrios bajos de Génova, ni el barrio del Puerto de Marsella, ni la Villete parisina, ni el Whitechapel londinense, tienen nada que ver con nuestro distrito quinto, con el ambiente magnífico de nuestra zona prohibida. Es más, el distrito quinto les supera. Se juntan aquí de una manera absurda y única la casa de lenocinio y la lechería para los obreros de la madrugada; la tienda que alquila mantones y en donde se presta dinero a los artistas de los music halls y el palacio del conde de Güell; cal Manco y la “Casa del Pueblo Radical”; el Hospital de la Santa Cruz y la taberna de La Mina; el cuartel de Atarazanas y la pequeña feria de libros viejos; los hoteles meublées y la Atracción de Forasteros… Lo bueno y lo malo; la civilización y el “hurdismo”. Pasea esa desdichada de “La Moños” sus harapos y hace reir. Cruza la calle el sereno Juan y se cubren la cara para que no les reconozcan los pequeños ladrones. Venden cocaína algunos limpiabotas y aparecen los invertidos en plena calle mostrando sus vergüenzas; las gitanas de “Villa Rosa” cantan roncamente y en la puerta una procesión de pedigüeños os asalta casi con violencia; duermen por las calles los pobres y apoyado en un farol un borracho expone una teoría filosófica con la música del “Porque era negro…” Hay todavía becs de gas, románticos y calles silenciosas."
Si bien aquí el término no hacía referencia a la presencia de habitantes de origen chino u oriental sino que era un uso en sentido figurado, hay constancia de que hubo en el Raval una pequeña comunidad china dedicada a la venta de joyas y collares por la Rambla que ellos mismos fabricaban. Incluso el mismo Francisco Madrid años más tarde en una serie de reportajes publicados en el periódico madrileño "La Voz" en 1934 reivindicó nuevamente la autoria del término "barrio chino" tras haber visto a comerciantes ambulantes de origen chino vendiendo sus mercancías en la calle del Arco del Teatro.
Existen otras versiones en cuanto a la autoría del nombre. Así, por ejemplo, el cronista de Barcelona Andreu Avel·lí Artís Tomàs "Sempronio" escribió que el nombre surgió durante los años veinte del pasado siglo cuando el gobernador civil Joaquín León Milans del Bosch, cansado de los numerosos incidentes registrados en aquél barrio de Barcelona, a menudo escenario de las luchas entre anarquistas y pistoleros de la patronal, exclamó: "¡Estoy harto de eso del Distrito Quinto! Inventen otro nombre... Déjense de distritos. Inventen por ejemplo, Barrio Chino". De haberlo hecho antes que Francisco Madrid, debió ser como mínimo en 1924, año en que fue designado gobernador civil de Barcelona, o en 1925 antes del mes de octubre cuando apareció el artículo en la revista "El Escándalo".
Otro escéptico es el periodista y crítico de arte Àngel Marsà i Beca, a quien se lo atribuye al escritor madrileño Miguel Toledano de Escalante, el cual solía firmar con el pseudónimo de Manuel Gil de Oto. En una obra suya escrita titulada "Los enemigos de América. Los yanquis vistos de prisa por un trotamundo madrileño" (editada en 1924 por Barcelona: Imprenta Clarasó) explicó las vivencias personales de un viaje que hizo a los Estados Unidos de Norteamérica. Obra muy crítica, contiene un capítulo titulado "Chinatown" donde hace referencia a los barrios chinos de las ciudades estadounidenses. Prosigue el señor Marsà asegurando que entonces Francisco Madrid copió ese nombre, o al menos lo tomó como referencia, y luego decidió atribuirse la autoría de dicho término.
La acuñación del término "Barrio Chino" contribuyó al desarrollo de toda una literatura al respecto, tanto periodística como novelística. Autores como Manuel Vázquez Montalbá, Terenci Moix, Maruja Torres, Jean Genet, Pieyre de Mandiargues, José Luís de Vilallonga, Rafael Tasis, Jaume Fuster, Sebastià Gasch, Francisco González Ledesma, Lluís Capdevila, Joan Salvat-Papasseit, Marc Pastor, Juan Goytisolo y Josep Maria de Sagarra, entre otros.
Aunque generalmente al referirse al Barrio Chino se toma como referencia a todo el Raval, en realidad el sector conocido con esta denominación era concretamente la barriada de Santa Madrona o de Atarazanas, delimitada por la calle del Portal de Santa Madrona, la calle del Marqués del Duero (actual avenida del Paral·lel), la calle del Conde del Asalto (actual Nou de la Rambla) y la Rambla. Posteriormente el término se extendió a todo el llamado Distrito V, es decir, incluyendo la barriada del Hospital, delimitada por la Rambla, la calle del Portal de Santa Madrona, el Paralelo, las rondas de San Pablo y de San Antonio y la calle de Pelayo (actual Pelai). La denominación popular en lengua catalana era igual que en español: es decir, nunca se le ha dicho "Barri Xinès" que sería la traducción correcta y literal de "barrio chino", sino que siempre se ha usado la expresión vulgar "Barri Xino" (barri chinu) muy propia de la variante dialectal barcelonesa.
El 18 de enero de 1984 el Consistorio del Ayuntamiento de Barcelona aprobó la nueva división administrativa de la ciudad que la dividía en 10 distritos. El Districte I o de Ciutat Vella incluyó entre otros el antiguo Distrito V, que pasó a denominarse Raval, absorbiendo las barriadas de Santa Madrona o Atarazanas y del Hospital. Desde entonces éste término se fue promoviendo con el propósito de arrinconar y hacer desaparecer para siempre el popular de "Barrio Chino" como una estrategia municipal de "lavar la cara" del barrio y ofrecer así una nueva imagen alejada de la marginación. Las posteriores actuaciones urbanísticas encaminadas a una regeneración y a un esponjamiento, iniciadas durante los años ochenta y aceleradas tras los Juegos Olímpicos de 1992, han contribuido a una transformación dirigida a hacer olvidar el viejo y popular término para imponer únicamente el oficial. Actualmente sí que hay muchos chinos, pero no es la comunidad mayoritaria. Hay también numerosos filipinos y sobretodo marroquíes, paquistaníes e hindúes. Tiene bastante más de musulmán que de oriental. De un barrio todavía en transformación, ferozmente gentrificado, solo quedan unas pocas "migajas" supervivientes que atestiguan la existencia de un "barrio chino" barcelonés.
Fotos: blog ace.uoc.edu, blog lavaix2003.blogspot.com, blog lgtbarcelona.wordpress.com, blog periodicosregalo.blogspot.com.