sábado, 9 de noviembre de 2019

El mercado del Clot cumple 130 años


Se cumple un siglo y tres décadas del edificio que acoge el mercado municipal del Clot. Éste equipamiento comercial que tanta vida ha otorgado al barrio y tanto ha contribuido a abastecer a sus gentes, tiene en realidad un origen más antiguo que se remonta durante el siglo XIX, es decir, cuando Sant Martí de Provençals era todavía un municipio independiente. En sus inicios fue un mercado al aire libre, de apertura diaria por su vocación alimentaria y ubicado en el mismo lugar donde ahora vemos el histórico edificio, en la plaza del Mercat. Los productos de venta al público procedían principalmente de las masías de los alrededores del término municipal o incluso también de otras más alejadas como las de Sant Andreu de Palomar y Sant Joan d'Horta. O bien eran compradores que a primera hora de la mañana iban a adquirir las frutas, verduras, hortalizas, huevos, lácteos, aves y carnes a los masoveros, incluso familiares de los mismos propietarios de las masías que disponían de una parada en la plaza. La adquisición de pescado y marisco se efectuaba en el barrio de la Barceloneta. Otros paradistas eran los mayoristas, de clase obrera, los cuales obtenían los productos alimenticios al por mayor y luego los revendían en el mercado del Clot mejorando así las condiciones de calidad y precio. Para el transporte de las provisiones disponían de sus propios carros a caballo. De hecho no es casualidad que el primitivo mercado se hallara justo al lado de la principal vía de comunicación: la carretera de Barcelona a Ribes de Freser, formada por las actuales calles del Clot, Gran de la Sagrera y Gran de Sant Andreu.


Durante la segunda mitad del siglo XIX la especialización de los productos, la mejora del transporte de mercancías y el aumento de la población supuso una renovación en la concepción del mercado alimentario. A ello se sumaron cuestiones higiénicas por el hecho de hallarse a la intemperie y vulnerables frente a las inclemencias climatológicas, y también al surgimiento de nuevos criterios urbanísticos que apostaban por el "embellecimiento" de las calles y plazas. Así fue como los tradicionales mercados al aire libre acabaron bajo el paraguas de un edificio que posibilitaría las paradas fijas y almacenes de conservación de alimentos y otras provisiones. Tras el ejemplo iniciado por Barcelona enseguida se sumaron los municipios del llano, entre ellos Sant Martí de Provençals.
Los terrenos de la plaza pertenecían a la família Buxó, con lo cual el Ayuntamiento martinense decidió comprarlos por 60.702 pesetas para la posterior edificación. El proyecto de construcción del nuevo mercado cubierto, diseño del arquitecto Pere Falqués i Urpí, se efectuó por subasta pública el 28 de marzo de 1884. El. Las obras de construcción se iniciaron en 1888 y terminaron al cabo de diez meses de trabajo en 1889. El presupuesto ascendió a 84.000 pesetas. El resultado fue un edificio de estilo premodernista de aspecto solemne como si de una catedral laica se tratara cuyos principales materiales de construcción fueron el ladrillo, el hierro y el cristal.


Arquitectónicamente se diseñó de planta rectangular y cubierta a dos aguas, dividido interiormente en tres naves donde se distribuían los puestos de venta. La estructura era metálica a base de remaches y cierre de obra vista con elementos decorativos de piedra, un criterio tomado a partir de 1875 cuando se adoptó el modelo del arquitecto francés Víctor Baltard, el cual con la construcción del Mercado Central de Paris empleó el hierro para el desarrollo de la estructura y de la estética del edificio, siendo imitado por primera vez en los mercados barceloneses del Born y de Sant Antoni.
Una vez inaugurado el mercado reforzó urbanísticamente la plaza como el centro del Clot y como principal punto de relaciones sociales. El hecho de ubicarse sobre el mismo lugar que ocupaba el mercado al aire libre potenció la tradición del consumo entre la gente del barrio. Como lugar de referencia contribuyó al desarrollo de una red comercial tanto alimentaria como no alimentaria que se fue expandiendo, a la vez que estimuló la construcción de nuevas viviendas en los alrededores. De hecho los edificios que envueltan la plaza recibieron una mejora integral y el entorno urbano adecuó los accesos al mercado, la circulación de vehículos y las paradas exteriores.


Una de las ventajas de este equipamiento fueron las buenas comunicaciones con transporte público: a mediados del siglo XIX existía un servicio de tartanas entre Barcelona y Sant Andreu de Palomar por la carretera de Barcelona a Ribes de Freser con parada en el Clot; desde 1854 prestaba servicio el ferrocarril de Barcelona a Granollers con apeadero y talleres ferroviarios en el Clot; el 19 de septiembre de 1877 se inauguró el tranvía de vapor de Barcelona a Sant Andreu de Palomar con parada en el Clot; y en 1908 Rafael Martí i Porqueras estableció un servicio de carruajes entre la plaza del mercado del Clot y la plaza de la Unió a través de la carretera que unía ambos núcleos (actuales calles de Marià Aguiló y Sant Joan de Malta), conocido popularmente como “La Catalana”. Además de los vecinos del Clot, el mercado tuvo clientela procedente de los barrios de La Sagrera, Sant Andreu, Santa Eulàlia de Vilapicina y Horta mientras éstos carecieron de mercados municipales.
Tras la agregación de Sant Martí de Provençals y otros municipios a Barcelona en 1897 el mercado del Clot formó parte de una red descentralizada del centro histórico de la ciudad desarrollando la función de comercio alimentario de proximidad. En base al modelo parisino antes citado del cual tomó la capital catalana, tras el aumento de las necesidades de abastecimiento alimentario los mercados del casco antiguo fueron declarados como mayoristas mientras que los de los municipios agregados, entre ellos el del Clot, como minoristas. La agregación tuvo como inconveniente el aumento de los impuestos pero la ventaja de que las ex-villas disfrutarían de los mismos servicios con los que contaba Barcelona.


En 1923 se creó la Unión General de Vendedores en los Mercados de Barcelona, de la cual los comerciantes del mercado del Clot formaron parte para defender sus intereses. Al estallar la Guerra Civil el mercado se convirtió en punto de recepción de paquetes destinados a los combatientes de los frentes. A finales del conflicto y durante los primeros años de la posguerra se padecieron las restricciones de alimentos, habiendo grandes dificultades de disponibilidad y suministro. En 1951 se inauguró la estación de metro “Clot”, lo cual supuso una notable mejora de las comunicaciones para un barrio creciente en población obrera, a la vez nueva demanda de compradores en una década más estable y de cierta recuperación económica. La década de los sesenta supuso una etapa de modernización de los mercados municipales. Mientras en otras ciudades europeas fueron desapareciendo, aquí se reforzaron para volver a ganar protagonismo. Por ello, en los años 1964 y 1969 se reformó adaptándolo a los criterios de modernidad de la época con el objetivo de que continuara siendo parte esencial en el desarrollo económico, social y comercial del barrio del Clot. Pero ello tuvo una contrapartida inesperada: en 1967 finalizaron las obras de urbanización de la avenida Meridiana, creando así un efecto barrera que dividió definitivamente el Clot y el Camp de l’Arpa, haciendo perder cierto peso comercial; y dos años después entró en servicio la autopista de la Gran Vía entre la plaza de les Glòries y el término municipal de Sant Adrià de Besòs, creando así otra barrera con respecto al Poblenou.


A partir de los años setenta, coincidiendo con una ralentización de la economía, en el polígono de la Zona Franca se puso en servicio Mercabarna como unidad alimentaria municipal de venta al por mayor. Desde entonces los comerciantes del mercado del Clot, igual que los del resto de mercados municipales y otros comercios de la ciudad pasaron a adquirir buena parte de los productos en ese recinto de abastecimiento de frutas, verduras, pescado y marisco, carnes y flores.
En 1982 se efectuó una intervención de mejora de la fachada principal. En 1986 se inauguró el parque del Clot sobre terrenos de los antiguos talleres y se urbanizó la calle de los Escultors Claperós sobre el antiguo trazado del ferrocarril en superficie, lo cual ayudó a mejorar los entornos del mercado con un espacio que pasó a integrarse en el barrio. En 1991 se creó el Institut Municipal de Mercats de Barcelona (IMMB), organismo autónomo formado por comerciantes, políticos y administración destinado a gestionar los mercados municipales con el objetivo de mantener y fomentar la cultura de mercado en la ciudad. El primer paso fue la modernización de los mercados de Barcelona adaptándolos a las nuevas formas de consumo.


El mercado del Clot, cuyo edificio se catalogó como bien cultural de interés local, fue reformado entre los años 1994 y 1995 con la sustitución en las dos fachadas del rosetón y los lámales de madera por unos vitrales, la instalación de un nuevo pavimento interior, la construcción de un aparcamiento, la mejora del alcantarillado, la renovación de la red eléctrica y la construcción de dos plantas subterráneas para almacén, bodega y zona de carga y descarga. Las paradas se remodelaron reduciéndose de 90 a un total de 60. Otras novedades relativas a servicios fueron la instalación de cajeros automáticos y la introducción del reparto a domicilio. Mientras duraron las obras se habilitó una carpa provisional en el parque del Clot. Una vez reabierto se convirtió en el primer mercado de la ciudad que para modernizarlo se decidió mantener la estructura y no derrumbarlo, ya que antiguamente se optaba por empezar de cero. Desde entonces el recinto se enfocó en la proximidad y en las especialidades para darle rentabilidad ante la competencia que supuso la apertura del Centre Comercial Glòries. En lo referente al entorno urbano, se procedió a la peatonalización de las calles circundantes creando así un gran espacio público pacificado y liberado de automóviles. Las calles del Clot, Sèquia Comtal y Rogent también se peatonalizaron para consolidarlos como grandes ejes comerciales.


Durante estos últimos años el mercado del Clot ha venido desarrollando actividades gastronómicas, además de organizar la Nit de Tapes durante la fiesta mayor del barrio. En la actualidad el recinto tiene 4 paradas de ave, 1 bar, 3 paradas de tocinería, 4 paradas de carnicería, 2 paradas de congelados, 7 paradas de frutas y verduras, 1 parada de legumbres y frutos secos, 1 parada de pasta fresca, 9 paradas de pescado y marisco, 2 paradas de pesca salada y 9 paradas exteriores de comercio no alimentario.

Fotos: Albert Armengol (lamevabarcelona.cat), Archivo Jesús Fraiz Ordóñez (labarcelonadeantes.com), Arxiu Mercat del Clot (mercatdelclot.net), Ricard Fernández.

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