sábado, 31 de octubre de 2015

De ODEÓN a ODEÓN


El sábado 31 de octubre bajó las persianas la Cansaladeria Solanes, la última parada que quedaba activa en el centro comercial Odeón, poniendo así punto y final a este mercado. Aunque las razones de su cierre resultan por desgracia coherentes, siempre es una mala noticia porque la desaparición de un espacio de estas características es también la desaparición de un pedazo de la historia e identidad de un barrio. Lo mismo sucede el día que anuncian por ejemplo la clausura de un comercio centenario o de una sala de cine emblemática. Hay lugares que marcan demasiado por las numerosas historias que allá se han desarrollado y por los sentimientos depositados de quienes lo han vivido y adoptado como parte de su vida.
Y es desgraciadamente coherente lo sucedido porque si nos fijamos en el contexto de estos últimos años la feroz competencia del centro comercial La Maquinista y de los supermercados cercanos en general, el cambio del perfil de la clientela y de los hábitos de compra, sumado a la crisis económica, han puesto punto y final a 32 años de historia de este mercado que siempre se resistió a modernizarse y a cambiar su modelo tradicional de comercio, manteniéndose fiel a su estilo y a su oferta.


El centro comercial Odeón abrió el 13 de abril de 1983 con 55 paradas dedicadas a la alimentación y 3.206 metros cuadrados de superficie. Aunque era de titularidad privada, nunca funcionó como una galería comercial sino como un mercado municipal, incluso la estructura del edificio, aunque moderna y funcional, presentaba estas características otorgando el mismo ambiente. Así fue como se quiso concebir y de ahí su aspecto. Sus inicios fueron buenos porque la proximidad era todavía el factor más importante en el comercio, destacando los ubicados en calles o plazas importantes. La especialización no era elemento decisivo aunque empezaba a percibirse. Durante los años ochenta y noventa se consolidaron y mejoraron los mercados municipales, así como los bulevares como lugares de concentración comercial y la especialización del comercio de proximidad. En ese sentido, fueron dos décadas positivas para el Odeón porque su oferta y modelo comercial se ajustaban tanto al perfil como a los hábitos de la clientela.


Con la entrada al nuevo siglo XXI la tendencia cambió y se inició una progresiva etapa de decadencia. Fueron los años en que la aparición de otras dinámicas obligó a replantear el modelo de comercio en Barcelona. El fenómeno de la inmigración introdujo nuevos productos y una nueva clase de establecimientos, y desde entonces se pasó definitivamente a integrarse en las dinámicas de la globalización económica que caracteriza nuestra sociedad. Los ejes comerciales se fueron definiendo progresivamente y con la proliferación de grandes superficies tanto el comercio tradicional como el de proximidad así como los mercados municipales sufrieron la amenaza de desaparecer. La actividad comercial tendió a concentrarse aún más, cerrando los locales situados fuera de los ejes destacados.


Los mercados municipales tuvieron que actualizarse a los nuevos tiempos para sobrevivir y evitar su cierre. Ese proceso actualmente continúa, siendo bastante lento y costoso. Desde el punto de vista arquitectónico, los que se han sometido al cambio han rehabilitado sus edificios, especialmente los históricos de arquitectura del hierro que vuelven a lucir esplendorosos. A ello han incorporado un aparcamiento subterráneo para los clientes, han ampliado los servicios de logística situados generalmente en planta sótano, han introducido medidas de eficiencia energética y disponen de sistema de gestión integral de las instalaciones que permite reducir tanto los consumos como el mantenimiento. En cuanto al contenido se han reducido el número de paradas en base a una nueva demanda, se ha adaptado la oferta a los nuevos cambios culinarios y a la venta de productos especializados, se ha instalado en algunos casos una sección de autoservicio o supermercado, se ha enfocado la oferta y su atractivo para atraer al turismo, se han incorporado bar-restaurantes y oficinas bancarias, e incluso se desarrollan actividades dinamizadoras para gente de todas las edades gracias a la existencia de salas polivalentes para conferencias, cursillos, fiestas y exposiciones.


El centro comercial Odeón, posiblemente por su condición de privado, no introdujo ninguna modernización de las antes citadas a diferencia de los mercados municipales, de modo que prolongó su modelo tradicional invariable desde su apertura. Las ventas disminuyeron y causaron el cierre de varias paradas. Otros comerciantes se jubilaron o decidieron vender la parada, o bien se trasladaron a un mercado municipal, principalmente los de Sant Andreu y de Felipe II. Una de las paradas se adaptó para la venta de libros de ocasión a un euro, destinando el dinero obtenido a proyectos solidarios en El Salvador y Guinea Ecuatorial. Tras esta iniciativa había un grupo de voluntarios de la parroquia de Sant Pacià y de la asociación Família Jesús María.
Entre finales del 2007 y principios del 2008 algunas inmobiliarias compraron varias de las paradas cerradas para facilitar la posibilidad de liquidar el mercado y así poder construir en su lugar un bloque de viviendas. Incluso una de las constructoras ofrecía mantener el mercado en el nuevo edificio situándolo en la planta baja del edificio. Sin  embargo, la crisis frenó cualquier proyecto. En el 2011 sólo había abiertas quince paradas y desde principios de este año se mantuvieron abiertas seis, hasta que poco a poco trasladaron el negocio fuera del mercado porque los gastos cada vez eran más insostenibles.


Pero esta no es toda la historia del Odeón, ya que el centro comercial se llamó así porque justo en el mismo emplazamiento hubo antaño una sala de cine del mismo nombre inaugurado a mediados del año 1921 con la presencia de numerosos asistentes, entre ellos el empresario del teatro del Liceu, el actor Jaume Borràs y el poeta y dramaturgo Ignasi Iglésias. En sus inicios fue un local prestigioso y distinguido tanto por su oferta cinematográfica como por su programación teatral. Sin embargo, con la llegada del sonido pasó a ser sala de programas dobles o triples pero sin varietés. En 1935 el cine pertenecía a la Empresa Rovira, disponiendo de con 1.800 localidades y costaba entre 0,30 y 0,50 pesetas. Eran muy conocidas las sesiones matinales musicales, mientras que las tardes del domingo era habitual lugar de encuentro de familias. Durante los años cincuenta y sesenta tenía la misma programación que el cine Recreo, y años más tarde, simultaneó con la programación del cine Astor Palace. Además, la sala se utilizó durante el franquismo como espacio para celebrar los actos de afirmación política al régimen, a la Falange y a Acción Católica. Durante las Fiestas Mayores, y en ocasiones excepcionales, actuaron artistas de renombre como Hipólito Lázaro, Emili Vendrell, Marcos Redondo, o Joan Gual, este último vecino del barrio de Sant Andreu. Además, en los años sesenta hubo algunas veladas operísticas.


El aspecto de la sala se mantuvo intacto hasta el año 1952 en que su empresario Josep Coll Navarra procedió a una reforma que mejoró su visibilidad y la decoración, pasando a disponer 1.036 butacas en la platea y 568 en el anfiteatro. Precisamente en ese año, el 5 de diciembre, actuó en el cine la artista Carmen de Lirio. Contaba mi madre que había sido usuaria habitual del Odeón, que en las sesiones de noche te podías llevar la cena de casa y comer mientras veías el programa doble. Además, el dueño tenía un gato que en plena proyección se paseaba sigilosamente por la platea e incluso se sentaba en la falda del público, algo que hoy día sería impensable. Finalmente, sucumbiendo a la crisis de las salas de reestreno, el 14 de junio de 1981 cerró definitivamente sus puertas, siendo posteriormente derribado para dar paso a la construcción del centro comercial que heredó el nombre del antiguo cine. De sala de cine y teatro a mercado. De Odeón a Odeón. Que este espacio sea recordado en la posteridad como parte importante de la historia local contemporánea del barrio de Sant Andreu.



Nota: parte de la información relativa al cine-teatro Odeón ha sido extraída del libro "Barcelona tuvo cines de barrio", de Roberto Lahuerta Melero.

Fotos: Andreu Puigdoller, Centre de Documentació de la Sagrera, Ricard Fernández Valentí.

2 comentarios:

Richy dijo...

Hola Ricard.
Tiene pinta de acabar sus días como un solar edificable...
Sería interesante que se hiciera algún equipamiento para Sagrera / Sant Andreu...
Tú que tienes más traza, en que lo reconvertirías .?

Ricard dijo...

Hola Richy:

Probablemente en este espacio se construya un bloque de pisos con locales comerciales en los bajos. Aunque pueda parecer cruel, sería lo más coherente. En cuanto a equipamientos se refiere, yo creo que debería acabar de definirse los usos culturales del antiguo recinto industrial de la Fabra y Coats, reabrir los cines Lauren Sant Andreu como se preveía con una oferta cinematográfica distinta, terminar los equipamientos de los antiguos cuarteles de Torras i Bages y finalizar las obras de la estación de la Sagrera y el parque lineal.