jueves, 10 de septiembre de 2015

Una reflexión personal sobre la Setmana del Llibre en Català


Como es habitual, una vez más he tenido el placer de asistir a la Setmana del Llibre en Català que se celebra anualmente en Barcelona durante una semana del mes de septiembre. A quienes nos gusta leer nos deleitan este tipo de propuestas culturales. Concebida como una feria al aire libre, cumple ahora 33 años de vida y está dirigida básicamente a promover la lectura en lengua catalana. Actualmente se ubica en la avenida de la Catedral y consta de numerosas paradas en las cuales las principales editoriales exponen sus novedades. Incluye, además, una carpa para revistas y de espacios habilitados para conferencias y presentaciones. Anualmente, se otorgan premios y se organizan actividades complementarias.
Cualquier iniciativa de estas características es positiva por los beneficios que conlleva convertirse en una persona leedora, entre otras cosas porque se adquiere cultura y capacidad de conversación sobre la mayoría de temas, se amplían conocimientos en general, se aprende a hablar y a escuchar mejor, se mejora la comprensión lectora, se enriquece nuestro vocabulario cotidiano y se mejora cualitativamente nuestra redacción. Y lo más importante es que, en definitiva, leyendo mucho aprendemos a pensar más y mejor por nosotros mismos, a ser capaces de contemplar el mundo desde otros colores y a ser individualmente más libres.


Esta feria está dedicada concretamente a la exposición y venta de libros en lengua catalana, cuyos lectores apenas alcanzan un 25% del conjunto global de la población de Cataluña, según indican las estadísticas. El barómetro es evidentemente negativo, ya que convierte el consumo de libros publicados en catalán como minoritario a pesar de los aumentos experimentados durante las últimas décadas. Y si tenemos en cuenta que solo la mitad y un poco más de la población global es leedora habitual, el colectivo se vería todavía más reducido. ¿Tiene sentido, pues, la publicación de libros en lengua catalana?
A mi parecer, la respuesta rotunda es sí, puesto que el valor patrimonial de una cultura y una lengua cualesquiera se halla muy por encima de criterios cuantitativos y económicos. A menudo el oportunismo malintencionado se ceba alegando que las manifestaciones culturales y lingüísticas minoritarias no tienen futuro, cuestan dinero de mantener porque no son rentables y su defensa responde a una actitud provinciana y nacionalista de quienes se cierran al cosmopolitismo. Es cierto que hay un porcentaje muy superior de lectores en lengua castellana porque en Cataluña el número de castellanohablantes es mayor y existe además una oferta de mercado muy superior. No obstante, atraer lectores en lengua catalana no debe suponer una competencia o invertir la situación actual, puesto que dos lenguas que habitan en un mismo territorio nunca deben enfrentarse sino convivir y complementarse mutuamente, lo que supone un enriquecimiento para una comunidad. 


Aunque vivimos bajo un sistema donde casi todo se rige bajo criterios económicos, es importante mantener y potenciar la existencia de un público fiel que opta también por la lectura en lengua catalana mediante el fomento y el estímulo, a través de una oferta que resulte atractiva. Y lo más importante, jamás debe politizarse una lengua porque ello conlleva a la sectarización y, finalmente, a una pronta desaparición por agotamiento social. Asociar un idioma a unos partidos políticos o a unas ideologías políticas, incluso definir la lengua como sinónimo de patria, desembocaría a romper esa convivencia y a dividir la sociedad, creando aliados anhelosos de imponerla por parte de unos y enemigos deseosos de exterminarla por parte de otros. Otro caso más minoritario sería el de la comarca de la Val d'Aran. Allá existe una comunidad de tan solo 3.500 hablantes de lengua aranesa. Un porcentaje destacado de habitantes son capaces de hablar en aranés, catalán, castellano, francés por la proximidad a Francia e incluso inglés. ¿Acaso no sería la comarca de Cataluña más rica lingüísticamente hablando y una de las más ricas de Europa?. Si un habitante aranés puede dominar hasta cinco lenguas distintas ¿quién se atrevería a decirle que ha perdido el tiempo o que parte de lo que ha aprendido sirve de poco?


En relación a los criterios de mercado, el descenso de ventas de libros no afecta solamente a la lengua catalana sino a todas las lenguas, porque es una crisis a nivel global. Es decir, se venden menos libros publicados en cualquier idioma. Muchas librerías han cerrado en estos últimos años porque las ventas de libros han descendido y ya no se podían mantener en activo. La principal razón es la pérdida de calidad del producto, la falta de modernización y, sobretodo, el encarecimiento de los ejemplares, ya que en nuestro país el acceso a la cultura es caro. Por consiguiente, si una feria como la Setmana del Llibre en Català quiere fomentar la lectura en catalán, sería aconsejable proponer un breve paréntesis y reducir precios para incrementar las ventas. ¿Acaso la generosidad de una sola semana perjudicaría el balance global de todo un año?.


Aumentar el número de lectores en lengua catalana iría implícitamente acompañado de una nueva política, que no politización, lingüística. Cataluña fue antaño tierra de iniciativas e innovaciones por parte de una generación de hombres y mujeres llenos de inquietudes y ambiciones, y era capaz de liderar proyectos científicos y culturales hasta el punto de ser ejemplo y referencia tanto para el resto de España como incluso para otros países europeos. Ello se ha perdido, pero actualmente existen medios técnicos y generaciones de personas suficientemente preparadas capaces de resucitar aquel viejo talante que tanta falta nos haría en estos tiempos de crisis. De recobrar el antiguo espíritu, Cataluña podría convertirse en un referente mundial de fomento de lengua minoritaria y de convivencia lingüística, en tanto que otras regiones bilingües o multilingües del planeta copiarían ese modelo. Desgraciadamente, el panorama de crispación de estos últimos años lo impide y se ha optado dirigir el rumbo hacia otros menesteres. Para quienes lo duden ¿cuanta gente sabe y entiende realmente por qué es importante preservar una lengua minoritaria y qué utilidad puede tener una feria como la Setmana del Llibre en Català? La pedagogía, que no adoctrinamiento, es fundamental. Que por muchos años exista esta feria y se de ese golpe de timón para hacer una Cataluña mejor.


Fotos: racocatala.cat, kalandraka.com, lasetmana.cat, lavanguardia.com, naciodigital.cat.

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