jueves, 17 de abril de 2014

Recuperemos la FONT D'EN FARGAS

Foto: autor

En el distrito barcelonés de Horta-Guinardó todavía existe una pequeña joya que ha dado personalidad e historia a un barrio montañoso de la ciudad. Actualmente, este icono tan importante como sería también el castillo de Torre Baró para el distrito de Nou Barris o las Tres Xemeneies para el barrio del Poble Sec, actualmente se halla dejado de la mano de Dios: la Font d'en Fargas.
En una reciente visita personal, observé que el espacio que antaño ocupó un merendero y fue punto de encuentro social así como lugar de ocio para muchas familias humildes, se encuentra en un deplorable estado de abandono. Las rejas artísticas que cercaban la fuente y el cartel que indicaba la declaración de la fuente para utilidad pública han desaparecido. El quiosco modernista, parcialmente mutilado, continúa protegido por unas paredes de ladrillo para evitar intrusiones. Los alrededores son un descampado a menudo se utilizado como vertedero de escombros. Los árboles recién plantados y la habilitación de una nueva fuente funcional hecha a base de chapa de hierro a pocos metros de la histórica nada resuelven el problema.

Foto: http://memoriadelsbarris.blogspot.com.es

Pocos saben que aquella fuente de la que ya no emana ni una sola gota de agua fue uno de los muchos símbolos de la transformación de Barcelona para apostar por un nuevo modelo de ciudad. El crecimiento de la población, la insalubridad de los cascos antiguos y la contaminación de las industrias aconsejaban alejarse de aquellos núcleos tan insanos. Por un lado, la expansión del Eixample por el llano sirvió para permitir el crecimiento de Barcelona más allá de sus recién derruidas murallas medievales. Por otro, las montañas, abundantes en fuentes naturales y vegetación eran objeto de numerosos proyectos de ciudad-jardín. En este sentido, viendo posibilidad de negocio rentable, los marqueses de Fargas Pere Fargas i Sagristà y su esposa Montserrat de Casanovas i Fernández de Landa (heredera del Mas Pujol o Can Fargas), que disponían de terrenos a caballo entre el sur de Horta y el norte del Turó de la Rovira, presentaron al Ayuntamiento de Barcelona un proyecto de parcelación de sus propiedades para la construcción de una ciudad-jardín. 

Foto: La Vanguardia

Previamente, a finales del siglo XIX decidieron explotar el agua de la fuente de su propiedad situada a 130 metros sobre el nivel del mar, en el Puig Màger, para convertir aquél espacio en un lugar de ocio y descanso. Para ello contaron con los servicios del arquitecto Roc Cot i Cot, que en 1900 proyectó la canalización del agua y el diseño de estilo modernista de una pequeña cueva que albergaba la fuente, un recinto para merendero formado por mesas y bancos hechos de tablones de madera y un quiosco de bebidas que despachaba porrones de vino, café, anís y licores. Sus aguas, oligometálicas y líticas, debido a sus excelentes propiedades tanto medicinales como para consumo diario, alcanzaron un gran prestigio. En 1905 la fuente fue declarada para uso público y posteriormente por Real Orden de 29 de julio de 1919. Este agua se vendía por Barcelona en un establecimiento comercial situado en el número 60 de la calle de Roger de Llúria, en un colmado del número 299 de la calle de Mallorca y en las farmacias de las calles de Escudillers nº8, Tallers nº81 y en la plaza de Urquinaona nº6. También se hacía su reparto por los núcleos urbanos, masías y casas aisladas diseminadas de Sant Andreu y Horta mediante carros tirados a caballos.


El recinto de la Font d'en Fargas pronto se popularizó, recibiendo especialmente los domingos y días festivos a las gentes humildes del Clot, Horta, La Sagrera y Sant Andreu. Además del consumo de agua en la fuente y de bebidas en el quiosco, también había en una de las paredes un espacio habilitado para cocinar al fuego. Allí se vendían los fajos de leña y se alquilaban cazuelas, paellas y parrillas. Era habitual en aquél rincón de mundo la celebración de fiestas, bailes, conciertos de música, sardanas, comidas, jotas y las Caramelles, incluso mítines políticos y obreristas. Las fuentes con merenderos como la de la Font d'en Fargas eran un reflejo de la necesidad de evasión y distracción de unos grupos sociales sometidos a duras condiciones de vida, además de un espacio para la libertad de expresión y reunión.

Foto: La Vanguardia

Entre semana la concurrencia de la fuente era para beber su agua fresca o bien para proveerse de ella mediante garrafas o botijos, atuendos que ante el chorro de agua hacían una larga cola a la espera de ser llenados. Solo quienes bebían directamente o con un vaso no tenían necesidad de hacer cola ni abonar un solo céntimo. Por contra, quienes disponían de garrafa o botijo pagaban una suma en función de la capacidad del recipiente.
El lugar, debido a que era muy salubre, se podía respirar aire puro en medio de un frondoso arbolado y un ambiente de paz y tranquilidad, solían frecuentarlo personas enfermas con el propósito de sanar o mejorar su calidad de vida.


En los alrededores de la Font d'en Fargas se urbanizaron calles y se construyeron torres de veraneo hasta formar un nuevo barrio que tomó por nombre la misma denominación de la fuente. A partir de 1915 la Cooperativa de Periodistas para la Construcción de Casas Baratas promocionó la urbanización de la montaña con chalets. En 1927 abrió al culto la iglesia de Sant Antoni de Pàdua y en 1928 la Asociación de Propietarios e Industriales de la Barriadas Fargas, Mulassa y sus Contornos inauguró el Casal Familiar, entendido como centro recreativo y cultural, además de ser una cooperativa de consumo. Tras la Guerra Civil cesó la actividad constructiva y no fue casi hasta la llegada del desarrollismo que se reanudó con la edificación de viviendas para clases sociales medias y también más elevadas. Algunas torres se reconvirtieron en escuelas. Paralelamente, la Font d'en Fargas continuó siendo punto de encuentro social pero a medida que el barrio se fue urbanizando y las nuevas generaciones se decantaban hacia otro tipo de ocio y entretenimiento distinto al de sus padres y abuelos, el espacio empezó una lenta decadencia y abandono. La última construcción fue un antiestético restaurante edificado en 1976 que destruyó parte del quiosco modernista, construyó un muro que "privatizó" la fuente y encareció el precio del consumo de agua. Fue cerrado en el año 2010 tras hacer fallida.

Foto: http://memoriadelsbarris.blogspot.com.es

En la actualidad, la fuente y sus alrededores languidecen lentamente, pues el hecho de ser una propiedad privada y no estar catalogado como patrimonio histórico-arquitectónico dificulta una actuación para su salvación. Es un deseo esperar que el Ayuntamiento de Barcelona adquiera este espacio para su pronta rehabilitación, reconstruyendo la fuente y el quiosco modernista, adecentando lo que una vez ocupó el merendero como una plaza pública y, en definitiva, recuperando esta pequeña joya para el barrio.



3 comentarios:

richy dijo...

yo a veces subia por nostalgia al restaurante. Hicimos nuesta despedida del servicio militar alli, los compañeros de nuestro reemplazo. Estuve subiendo alguna vez por nostalgia y la nostalgia se convirtio en rechazo por los palos que pegaban alli. Era vergonzoso !!! Lo que en otro lado valia 3 € alli costaba 13 €

Carlota dijo...

Contra el que pugui semblar hi ha els veïns i l'AV Font d'en Fargues que fa anys que lluitem perquè la font i els entorns recuperin l'antic ambient. Va estar 2 anys amb l'antic restaurant en ruïnes, amb ocupes i ple de ferralla i porqueria. Gràcies a l'acció de l'AV i la col·laboració del Districte es va solucionar finalment i ara està com a mínim accessible. I ja és propietat municipal, però hem ensopegat en moments de poc pressupost per rehabilitar-ho tot com cal; per això el quiosc modernista està tapiat perquè no es vandalitzi. Quan es parla de barris que no es coneixen a fons val la pena contactar amb els qui hi vivim. Gràcies.

pixelait dijo...

Hola!
sóc veïna del barri, visc al carrer Pedrell i m'agradaria saber on és la font exactament, m'agradaria veure-la.
gràcies!