lunes, 19 de noviembre de 2012

Había una vez un circo… de la familia Aragón


¿Cómo están ustedes? A esa célebre pregunta que los entrañables payasos de la tele hacían a los niños y niñas al empezar el espectáculo, esta vez la mayoría responderemos que muy tristes. El mundo del circo ha perdido a un referente importante como es Emilio Aragón Bermúdez, más conocido como Miliki. Con él desaparece el último artista de un clan que formó parte de una generación que trabajó amorosamente el arte circense en unos tiempos políticamente y socialmente difíciles. Sin duda recordaremos también a sus hermanos Gabriel (Gaby) y Alfonso (Fofó), que juntamente con Miliki formaron el trío de payasos más famosos de la historia de España.
Aunque tuvieron la ventaja de un medio moderno, eficaz y práctico de difundir con relativa facilidad su popularidad como era la televisión, igualmente su fama y reconocimiento se la trabajaron a pulso y alcanzaron prestigio internacional por méritos propios. Su experiencia se remonta desde la infancia, pues nacieron en el seno de una familia con tradición circense. Hijos del también payaso Emilio Aragón Foureaux, desde muy pequeños, concretamente a partir de 1939, formaron el trío Gaby, Fofó y Emilín (posteriormente Miliki). Sin embargo, Gaby ya había dado sus primeros pasos en 1934. En el primero de los años citados actuaron en el circo Price de Madrid. En 1946 emigraron al continente americano, primero en Cuba. En 1949 hicieron su primera aparición por televisión, lo que les permitió especializarse como payasos televisivos, un hecho diferencial con respecto a otros artistas que todavía apostaban por las actuaciones en vivo. Alcanzaron popularidad en países como Argentina, México, Argentina, Venezuela, Puerto Rico y Estados Unidos, donde rodaron diversos programas y shows de televisión.


Contratados por Televisión Española, regresaron a España en 1972. Su programa El Gran Circo de TVE alcanzó unas cotas de éxito extraordinarias. Cada emisión tenía una duración de 90 minutos, y entre el 19 de julio de 1973 hasta el 17 de septiembre de 1983 se retransmitieron un total de 1296 episodios. Aunque en diferentes temporadas la cabecera cambió de nombre, la estructura de sus contenidos permaneció prácticamente intacta. A partir de 1984 todos los miembros procedieron a hacer carreras por separado, y una parte de ellos se dedica todavía al mundo del circo, haciendo perdurar así esta tradición familiar.
Gracias a los hermanos Aragón, se mantuvo la afición al circo en nuestro país, contribuyendo a salvar esta manifestación artística de su decadencia y su obsolescencia debida a los cambios de hábitos de ocio y consumo que se avecinaban. A través de un medio de comunicación como la televisión, acercaron este mundo no solo a la población infantil sino que lo extendieron al colectivo adulto, el cual se convirtió en un espectador asiduo. Aunque el rodaje de los programas se hacía en una carpa situada en Vicálvaro (Madrid), el hecho de emitirse por televisión permitió no solo mostrar una visión distinta y modernizada del circo, sino también ofrecer sketches de 10 minutos rodados en estudios que en una carpa de circo en vivo y en directo no hubiese sido posible. El televisor era por aquél entonces uno de los pocos entretenimientos factibles en unos años donde la oferta de ocio y cultura era muy distinta a la actual.


Durante la década de los setenta los payasos de la tele fueron un fenómeno sociológico que influyó decisivamente a toda una generación de niños y jóvenes, y el éxito se debió en buena medida al hecho de emitirse en un momento propicio y oportuno de nuestra historia. A los hermanos Aragón se les podría atribuir la modernización del circo español, pues aunque siempre apostaron por un estilo clásico, su formato actualizado a los nuevos tiempos vividos creó escuela e imitadores repercutiendo a una renovación con respecto a los artistas de antaño (todavía influidos por los estilos circenses del siglo XIX) a la vez que abrieron las puertas a formas de expresión artísticas contemporáneas. Gracias a ellos el circo se convirtió por primera vez en un fenómeno comercial y popular de masas al alcance de todos. Formaron así un puente evolutivo en la historia, a caballo entre el pasado y el futuro que fue necesario. El circo español contemporáneo e incluso de vanguardia que hoy día conocemos que poco o nada se asemeja al tradicional no habría sido posible de no haber existido previamente la etapa labrada amorosamente por los hermanos Aragón. Su recuerdo ha contribuido a mantener vivo el interés y la afición por el arte circense en nuestra sociedad, conviviendo actualmente en armonía el circo clásico y el circo contemporáneo.


Referentes imprescindibles, la historia del circo español y en parte del circo mundial, no se podría explicar sin citar a la familia Aragón, que ha dedicado toda su vida a alegrar la vida de millones de personas de todo el mundo, con un talento y un carisma inimitables y una personalidad tan exclusiva que los define de un modo tan singular. Ahora se ha marchado el último testigo de aquella escuela. Hasta siempre, Miliki. Hasta siempre a todos los hermanos Aragón que allá donde estén, ayuden a mantener vivo y para siempre el mundo del circo.

1 comentario:

Eastriver dijo...

Yo también me sumo al homenaje. No me acordaba exactamente de las fechas, pero está claro que cuadran... Yo era muy niño, y de repente, al ser adolescentes, se esfumaron como mi propia infancia... Por eso nos marcaron tanto.