lunes, 31 de enero de 2011

¡Corre, Democracia, corre!... hacia Oriente Próximo

Revueltas sociales en Sahara Occidental, Túnez, Egipto… Parece como si los países del Oriente Próximo estuviesen llamados a un cambio que se haría realidad durante los próximos años. Quien sabe si en el siglo XXI entrarán en una nueva era democrática y dejarán atrás de una vez por todas a los gobiernos autoritarios fundamentados en postulados teocráticos, muchos de ellos desgraciadamente alimentados por el mundo occidental. En este sentido, resulta absurdo tener prejuicios hacia una comunidad que nosotros mismos hemos degradado y, en parte, hemos hecho así. En realidad los occidentales somos los padres del monstruo al que tememos y apedreamos cuando pisa nuestra tierra, y hemos terminado por creer en esa artificiosidad que Europa Occidental y Norteamérica ha inventado en Oriente Próximo. Cuando a través de los medios de comunicación hablan de los países musulmanes todavía a mucha gente le viene el personaje de Makinavaja llamado Moromierda. Es el tópico extendido del moro inculto, ignorante, sucio, fanático religioso, delincuente y que cuando le apetece le da una paliza a su mujer. Es en realidad el miedo a la pobreza, pues si todos los países musulmanes fueran ricos como Arabia Saudí y se celebraran rallies de coches o mundiales de fútbol nadie tendría miedo alguno, como a nadie le escandaliza ni se plantea que en el F.C. Barcelona hay jugadores musulmanes. Eso a la afición le da igual. Mientras metan goles y ayuden al club a ganar títulos todos contentos y a callar. Sin embargo, el fanatismo occidental no asusta. El auge de la extrema derecha o el fundamentalismo de los católicos ultraconservadores no llama tanto la atención y se ve como un mal menor consecuencia de una crisis pasajera de la política.
Sabemos que existe esa globalización que llama a uniformizar en muchos aspectos a todos los países de este mundo. Mal por mal, si algo merece la pena que se globalice, al menos que sean las democracias si ello tiene que servir para poner punto final a todas las dictaduras, tiranías y autoritarismos gubernamentales, buena parte de ellos, insisto, creados por los países de Occidente. Y en Oriente Próximo, gracias a estas revueltas sociales, ahora Occidente empezará a descubrir como es realmente aquella sociedad. Vemos las telenoticias, escuchamos la radio y leemos los periódicos, y de pronto muchos se dan cuenta de que aquellos “moromierdas” tienen conciencia democrática, claman por la libertad, rechazan el fanatismo religioso de fundamentalistas y talibanes e incluso algunos tienen estudios superiores. Y además, la sorpresa de que hay mujeres que van sin velo por la calle.

Voy esporádicamente algún sábado por la noche a cenar en un restaurante marroquí del barrio del Raval de Barcelona, como junto con un par de amigos, y no consigo hallar absolutamente nada de lo que mucha gente espera encontrar. Casi todos los clientes de ese local son musulmanes, pero veo que se comportan, las parejas se respetan, los grupos hacen sus tertulias, miran el fútbol y siguen al Barça. El camarero y dueño del local es simpático, amable y sonriente, y ya nos conoce de otras veces. Todo el ambiente es normal, ni rastro de fanatismo, violencia, delincuencia o suicidas preparando bombas. En el televisor observas un que emiten los sábados por la noche un show de la televisión marroquí. He aquí la sorpresa de los autóctonos descubriendo que los moros también tienen sentido del humor en vez de pasarse todo el día rezando a Alá, estirando bolsos y pegándose. Y cuando más los tratas, más te das cuenta de que los seres humanos no somos tan diferentes los unos de los otros sino que nos llegamos a sentir mucho más cercanos de lo que parece, aun teniendo una lengua, una cultura, una raza y una fe distintas.
En vistas de todo esto que está sucediendo en Oriente Próximo y de mis experiencias personales, ahora el mito del Moromierda de Makinavaja se desmorona y quiere empezar a ver el final de un largo túnel, aunque ello cueste todavía unos cuantos años más. Parece que en el mundo musulmán las cosas quieren cambiar y de pronto la sociedad occidental empieza a darse cuenta de que a pesar de la existencia de fanatismo y fundamentalismo, existe otro mundo hasta ahora desconocido y que quiere aflorar, hacer ver que allí están y que desean, aún conservando su identidad, sus tradiciones, su cultura y su folclore, poder ser y poder vivir como nosotros, y poder disponer de las mismas oportunidades que las sociedades de Europa y Norteamérica.
Israel, hipócrita y prepotente, desea la paz y basa su democracia a costa de mantener el totalitarismo islámico. Presumen de ser demócratas cuando no les interesa la democratización de los países musulmanes. Mejor les conviene alimentar el mito del Moromierda y apelar al victimismo, concretamente el holocausto del nazismo, cada vez que alguien les increpe. Juegan a ser dioses e intocables. Pero esto un día se va a acabar, porque estas revueltas son el inicio de un movimiento que no va a tener marcha atrás y que llevará a la democratización de los países islámicos y a la reconciliación del mundo musulmán con Occidente, auque ello cueste muchos años de duro trabajo. Animo desde aquí a toda la población del Próximo Oriente a continuar la lucha contra los tiranos y a extenderla para contribuir a hacer un mundo mejor. Corre, Democracia, corre, que los tiempos están cambiando.

lunes, 24 de enero de 2011

Les salió el tiro por la culata

Al Partido Popular y concretamente al señor Jaime Mayor Oreja le ha salido el tiro por la culata por haber querido simplificar el número de lenguas oficiales del parlamento Europeo a solo tres. Todavía recuerdo la anécdota que éste eurodiputado explicó acerca de su bisabuelo que prohibió a sus hijos hablar el euskera en su casa para que aprendieran bien el español, hecho que defendió diciendo que así "pudo dominar con naturalidad el euskera y el español" y que esta historia probaba "la importancia de mentes abiertas capaces de entender que lo más importante es la capacidad de comunicación" y que las lenguas no son política". O sea, que quienes defendemos las lenguas locales y minoritarias somos un atajo de imbéciles e ignorantes cerrados y excluyentes que nos gusta vivir dentro de una burbuja de cristal y que nos negamos a abrir fronteras y conocer el resto del mundo. Es decir, que quienes no tienen una visión uniformizada de las cosas, valorando solo lo puramente mayoritario y despreciando e ignorando lo minoritario no son personas abiertas y no tienen sensibilidad por lo que sucede más allá de nuestra tierra.
Tal vez quienes piensen como Mayor Oreja no sepan que precisamente fueron los intelectuales pertenecientes a los primeros movimientos catalanistas de finales del siglo XIX y principios del XX los grandes defensores de la lengua y la cultura catalanas, forjando a través del arte, la ciencia, la política, la literatura y la cultura en general, una etapa gloriosa de prosperidad que contribuyó a proyectar a Barcelona y a Cataluña en el mundo entero, culminado con las Exposiciones de 1888 y 1929. Actualmente y desde hace ya más de un siglo, Cataluña es la región más conocida mundialmente de España, la más visitada, la que más difusión internacional tiene, la más cosmopolita, la más integradora, y la que recibe más turistas, artistas, estudiantes y empresarios de toda España, y son los catalanes quienes más viajan por toda España y por el extranjero. Y a pesar de todo, todavía somos considerados gente cerrada y excluyente que debe recibir lecciones sobre cómo tener una mente abierta. ¿Quién es realmente más abierta, aquella persona que promueve la utilidad del castellano en el mundo dejando de banda lenguas minoritarias porque las considera sin futuro ni utilidad, o aquella persona que además de fomentar el castellano como gran lengua útil para comunicarse con buena parte del mundo, considera también la diversidad lingüística como una riqueza y un patrimonio que nos fortalece y nos ofrece la oportunidad de conocer nuevas formas culturales? Quien crea que los catalanes no vemos más allá de los Pirineos que venga y nos visite. Será bien recibido.

Fue precisamente el PP a través de Mayor Oreja el promotor en el Parlamento Europeo de usar solo dos o tres lenguas. Pues bien, ahora se ha hecho caso a la petición y Bruselas ha sacado una propuesta de crear un sistema de patentes europeas en las tres lenguas más habladas de la Unión Europea, naturalmente el inglés, el francés y el alemán. El castellano ha quedado fuera, pues es la quinta lengua más hablada después del italiano, que ocupa la cuarta posición. Lo que decía, les ha salido el tiro por la culata por haber mareado la perdiz en un tema que jamás debería ser objeto de controversia. Ellos, que alardean de no politizar las lenguas, han sido los generadores de un conflicto político y encima a escala internacional. Europa es multilingüe, multicultural, multiétnica y multireligiosa, y la realidad es lo único que cuenta, diga lo que diga la norma “oficial” del Parlamento.
Pues nada, señor Mayor Oreja. Ahora le toca a usted demostrar que ha aprendido la lección de su bisabuelo y que también tiene una mente abierta. Empiece por aprender inglés, francés y alemán porque Europa es el futuro y ahí le espera. ¿Algún día les prohibirá hablar castellano a sus hijos en su casa para que aprendan el chino, ahora que la China pronto será la primera potencia mundial y el futuro del planeta, y cada vez más será necesario aprender el mandarín? Quien sabe.

miércoles, 19 de enero de 2011

Sobre el estado de las autonomías y el “café para todos”

El no poco controvertido José María Aznar ha abierto una nueva polémica criticando el actual modelo autonómico español al que considera insostenible, inviable y marginal. Textualmente afirmó que “esta configuración del Estado, con tal grado de debilidad, debe ser reformada en gasto y en ordenación, porque España no da para tener 17 organismos, 17 administraciones que hacen las mismas cosas. No podemos sostener este Estado tal y como está configurado. España es un Estado políticamente no viable y financieramente, inviable. Alguien tiene que ponerle el cascabel al gato del sistema y será el PP”.
Estas declaraciones, tal y como han sido lanzadas, podrán ser interpretadas de distintas maneras. Sin embargo, y con independencia de si el señor Aznar está o no en su sano juicio, queda muy claro que el actual modelo administrativo español tiene algo que no funciona. Ya en la Transición, el olvidado Josep Tarradellas fue muy crítico con el llamado “café para todos”, célebre expresión acuñada por el entonces ministro de UCD, Manuel Clavero. Tarradellas consideró que solo debían haber dos o a lo sumo tres autonomías en toda España, es decir, aquellas que tuviesen unas características territoriales e históricas diferenciadas, como era el caso de Cataluña, Euskadi y Galícia, mientras que el resto de territorios debían de agruparse en base a su propia realidad pero no necesariamente como las autonomías históricas, sino creando por ejemplo una red de mancomunidades territoriales que permitieran una articulación y el establecimiento de una interrelación social, económica y cultural entre ellas. Así, pues, a Tarradellas le quedaba muy claro lo que verdaderamente era España pese a sus años en el exilio. Como hombre de estado, enseguida comprendió que no se podía implantar un modelo autonómico homogéneo en todo el país, ni siquiera federal, porque a la larga dejaría de funcionar correctamente al no poder disponer unas regiones de las mismas posibilidades y oportunidades de desarrollo y autonomía que otras regiones. Sabía que España era un país heterogéneo desde un punto de vista social, demográfico, económico y cultural, y en consecuencia resultaba imprescindible crear un modelo acorde para aquella desigual realidad. Al quedar desacreditado el modelo uniformizado porque obviamente y para desgracia de muchos cada región es diferente, no era aplicable un sistema político y administrativo uniforme para todos porque solo funcionaria y sería beneficioso para unos pero desatendería y marginaría a otros.

En el caso catalán, abogó por un estado autonómico similar al que se estableció durante la II República, con la supresión de las Diputaciones Provinciales y del Gobierno Civil, lo que permitiría un elevado grado de autonomía y de autogobierno aun formando parte de España. La Generalitat entonces podría asumir perfectamente el papel y las funciones desarrolladas por cada Diputación Provincial. No se trataba de otorgar preferencias y favoritismos hacia Cataluña, sino que cada región recibiese aquello que realmente necesitaba. Es falso afirmar que todas las comunidades autónomas deban de recibir lo mismo porque en caso contrario se discriminan unas en favor de otras. Cada una de ellas tiene unas particularidades propias, algo que debería de verse como una cualidad, una riqueza, una oportunidad y una fortaleza. Si cada región de España tiene una densidad de población, un número de habitantes, una cultura y unas pautas de comportamiento, un nivel de urbanización y un grado de desarrollo económico determinado y diferente una de otra, no tiene sentido invertir en todas ellas por igual porque las necesidades reales serán diferentes, en unas habría superávit y en otras déficit. Eso justifica la desigual distribución de las inversiones y la necesidad que haya un sistema administrativo diferente y adaptado a aquella realidad para que cada comunidad funcione mejor. Es absurdo buscar conflictos allá donde no existen y ver dicha realidad diferenciada como una discriminación. De ahí brotan los irracionales victimismos españolistas que afirman que los catalanes nos lo quedamos todo, robamos y expoliamos a España, acaparamos todas las inversiones estatales y que queremos ser ante todo superiores y privilegiados con respecto a los demás. Todos son tópicos rotundamente falsos y difundidos por desconocimiento e ignorancia, y perfectamente comparables a los tópicos que se atribuyen para atacar a la inmigración extranjera.

Es una realidad que unas comunidades necesiten más que otras, la existencia de una asimetría que en absoluto significa discriminación ni siquiera niega el derecho o la legitimidad de cada una de ellas a pedir y a recibir lo que merecen. Cataluña requiere de unas necesidades que otras comunidades no necesitan, y al revés, que algunas de estas requieran lo que Cataluña no necesita. Y volvemos a insistir, que eso no es discriminación ni desequilibrio territorial. Tarradellas tenía muy clara la necesidad de un hermanamiento y la solidaridad con todos los pueblos de España en tanto que el modelo nacional de Cataluña debía de basarse en el entendimiento con el resto del Estado español. Su modelo de autonomía no buscaba la ruptura ni la discriminación para el resto del país, ni privilegios o favoritismos, sino integración y concordia. Jamás atribuyó sus reivindicaciones nacionales a un complejo de superioridad como si el resto de españoles fuesen inferiores o no tuviesen derecho alguno de recibir aquello que les tocaba. Incluso huyó del célebre tópico acerca de que todos los problemas del pueblo catalán son culpa de Madrid o del gobierno central, como actualmente suele hacerse. Sencillamente estaba anhelado de una justicia social e histórica y que Cataluña recibiese aquello que por ende le correspondía.
Como tarradellista, vistas las recientes polémicas entorno al modelo de Estado y al modelo administrativo actual, el tiempo ha dado la razón al ignorado y enterrado Tarradellas y ahora son cada vez más los políticos que se dan cuenta de la actual situación insostenible y que alguna cosa debe de cambiar. El mítico "café para todos" ha pasado a la historia y ahora más que nunca es necesaria una reforma del estado de las autonomías adaptado a la realidad de cada comunidad, algo que permite la Constitución española. Aquellos partidos políticos que tanto alardean de ser fieles a la carta magna, ahora tienen la ocasión de demostrarlo abogando por un nuevo mapa de España que refleje y respete la realidad de cada territorio contribuyendo así a un mejor entendimiento entre todos.

jueves, 13 de enero de 2011

Leo Messi ¿Balón de Oro injusto?

Tarde o temprano la gente se delata y se pone en evidencia. El último ejemplo ha sido la polémica que ha generado la otorgación a Leo Messi del Balón de Oro por segunda vez. Se refuerza la teoría de que todos somos nacionalistas de algo o de alguien aunque solo sea un poco, como una vez expliqué en un artículo anterior. Basta con ver la reacción de los periodistas a través de los medios de comunicación y sus ganas de dividir a la sociedad, incluso dentro de la propia afición del F.C. Barcelona.
Cuando se otorga un Balón de Oro se premia toda una temporada, la calidad de un jugador, el tiempo que ha permanecido sobre el césped de cada estadio, su estrategia decisiva combinada con otros jugadores del equipo para conseguir una victoria en cada partido, su táctica de juego, su contribución a ganar títulos y también su número de goles marcados, entre muchas otras cosas. Y no nos deberíamos engañar, porque en el mundo por ahora no hay ningún otro jugador igual o mejor que Leo Messi, capaz de jugar del mismo modo y de lograr tantos goles en una temporada. Esa es la realidad. Aquí no se valora la nacionalidad o la raza del deportista porque esto es irrelevante, carece de importancia.
Por ello ya han surgido esos patriotismos del subconsciente que han llenado de rabia a muchas personas porque Xavi e Iniesta no han sido galardonados. Por supuesto que de corazón hubiese gustado más que cualquiera de los dos hubiese recibido el Balón de Oro, porque nunca lo han ganado y resultará difícil disponer de una nueva oportunidad para conseguirlo. Hubiese sido muy bonito decir que un jugador español o uno catalán tiene el premio, pero una temporada no se valora por unos cuantos goles o por un solo partido, aunque sea una finalísima como la del Mundial. Sin embargo, aunque son excelentes jugadores y mucho han contribuido a los triunfos tanto en el F.C. Barcelona como en la Selección Española, el resultado global dice que no se pueden equiparar a la calidad de Leo Messi. Si este hubiese sido español o bien los otros dos argentinos o de otra nacionalidad, esta polémica jamás se hubiese producido. Ha sido una actitud hipócrita de mucha gente que por un lado reniega de nacionalismos y patriotismos y alardea de que no importa de donde venga nadie porque somos todos iguales, y luego se estira de los cabellos y hace pataletas cuando el Balón de Oro acaba pasando de largo. ¿En qué quedamos, entonces? ¿Premiamos a un deportista o a un país? ¿Así que ahora no premiar a un español es ser antiespañol?
¿Qué jugador juega actualmente como Leo Messi o mejor y es capaz de marcar tantos goles en una sola temporada? Seamos realistas, aparquemos los patriotismos irracionales que tanto daño nos hace y tanto nos dividen y por una sola vez reconozcamos qué es lo más justo. Y a los periodistas, por favor, más objetividad y menos banderas y acusaciones de una antiespañolidad que no existe más que en vuestra imaginación.

viernes, 7 de enero de 2011

El culé errant. Memòries d’un barcelonista per can Barça (1)

Comencem des d’aquí el nou any 2011 amb una nova sèrie d’articles dedicats als meus anys viscuts com a soci del Barça dansant per ací i per allà sense cap rumb fix definit, errant com l’holandès amb el seu vaixell per tot allò que té a veure amb el món blaugrana i en particular del Futbol Club Barcelona. Serà un viatge divertit i fantàstic que es va iniciar a l’any 1982 quan jo tenia tant sols onze anys d’edat. Aleshores es va celebrar al Camp Nou la inauguració dels Mundials de Futbol que es celebraven a Espanya i al meu pare li van oferir de treballar de controlador a l’estadi. A partir d’aquí s’iniciaria una relació inoblidable amb el club i que li va marcar una part important de la seva vida, doncs ja no era tant sols aficionat sinó també empleat. En Josep Lluís Núñez i Clemente feia pocs anys que havia assolit la que seria una llarga i imperial presidència del Barça, i el Camp Nou s’havia ampliat per acollir el certamen del Mundial convertint-se en un dels temples del futbol més grans del món i un orgull per als culés. Una vegada el meu pare va entrar a treballar, va decidir de fer-me soci del club. Començaria jo a conèixer el món blaugrana i allò que representava.
Com a culé errant que sempre he estat i sempre seré, tindré el plaer d’oferir-vos el meu testimoni sobre el Camp Nou, el Miniestadi, el Palau Blaugrana, l’antic camp del Fabra i Coats, els empleats, la directiva i els seu presidents, els jugadors, els entrenadors, els periodistes i fotògrafs, les penyes, l’afició, els personatges singulars i moltes altres sorpreses que faran d’aquests articles unes divertides i entranyables narracions dels meus gairebé trenta anys de la meva vida en blau i grana.

I per què el culé errant? Doncs perquè mai no he estat fix o designat en un lloc concret. Si bé un soci que disposa d’un seient abonat des de fa molts anys sempre anirà destinat al mateix lloc i gairebé només coneixerà aquella part que li correspon, jo he errat per tot l’estadi al no disposar d’un abonament que m’oferís un seient fix a seure allà on podia i gràcies al meu pare que, com a empleat del club, tenia el privilegi d’accedir als espais prohibits per a la resta de públic. Això m’ha permès veure els partits del Barça al Camp Nou des dels seients de la tribuna, des de la primera, la segona o la tercera graderia, des de l’antiga general, des dels marcadors, des d’una cabina buida de periodistes, assegut a les escales de pedra de les grades, des d’uns monitors, des de la boca de sortida dels jugadors a la gespa quan a l’estadi encara hi havia el fossar... en definitiva, sense un rumb fix sinó sempre d’ací a allà, errant indefinit i indeterminat per terres de can Barça.
A través d’aquest viatge errant, lliuraré periòdicament les meves memòries com a barcelonista com una manera de celebrar trenta anys de la meva vida en relació a uns colors, a un escut, a una bandera i a un sentiment que més enllà de la mera esportivitat.