sábado, 19 de septiembre de 2009

La inmadurez de una parte del pueblo norteamericano

En los últimos días se está debatiendo en los Estados Unidos de Norteamérica acerca de la posibilidad de crear un sistema de Seguridad Social, propuesta del presidente Barak Obama y que ya tiene antecedentes históricos en otros políticos del mismo Partido Demócrata. Sin embargo, todavía topa con la resistencia de un sector de la población y en especial por la oposición, el Partido Republicano. Este problema, igual que muchos otros, denota que una parte del pueblo norteamericano es inmaduro y necesita evolucionar. Son la primera potencia mundial sencillamente porque poseen la tecnología y el dinero, siendo una parte importante de ese mérito la “fuga de cerebros” del continente europeo al americano, pero la mentalidad de parte de su gente dista en muchos aspectos de vivir en el siglo XXI. Sin embargo, no por ello resulta una sociedad antipática y maliciosa. Al contrario. En las ocasiones que he viajado a los Estados Unidos me he encontrado con una gente más bien simpática, amable, cordial, abierta y bienintencionada. Tampoco quiero decir que sean ignorantes y estúpidos, pues las universidades tienen mucho prestigio a nivel mundial y ofrecen una excelente preparación para sus estudiantes con toda clase de medios disponibles para una buena formación de futuro. No se trata, pues, de un problema intelectual o emocional, sino de madurez, que de hecho afecta más en la “country” o Norteamérica profunda que en las grandes ciudades.
En definitiva, tampoco me dirijo a todo el país en general sino a aquel sector más inmovilista en particular que, arraigado a determinados principios que rozan el ultraconservadurismo y oponiendo toda clase de resistencias a evolucionar, están dañando a medio planeta. Lo peor de todo es que no quieren verlo a pesar de las evidencias, debido a que el orgullo se les come por dentro hasta el punto de creerse incuestionables, como si fuesen lo mejor del mundo y que por encima de ellos no existiese nada mejor. Analicemos algunos aspectos.
El sistema sanitario es realmente pésimo. Quien tiene dinero y puede permitirse el lujo de pagarse una clínica privada no tiene problema alguno, pero en caso contrario supone una grave situación. No comprendo la oposición de ese determinado sector de la población a un sistema de seguridad social. O sea, que solamente tienen derecho a medicarse los adinerados, y el resto que se fastidien, que se busquen la vida y se espabilen. Así, el enfermo pobre con una enfermedad curable puede morir porque no puede pagarse un tratamiento. Que yo sepa, existe una Declaración de los Derechos Humanos donde la atención medica y sanitaria es fundamental para todos sin excepción.

Otro problema es el referente a la educación. Debido a la presencia generalizada de escuelas privadas, se desaprovechan muchos prodigios en bruto que desgraciadamente jamás tendrán la oportunidad de demostrar lo que son capaces de desarrollar y aportar. El niño pijo hijo de papá que no da golpe dispone de todos los medios para estudiar, y a menudo consigue el aprobado gratis gracias a las buenas migas establecidas entre el padre y el catedrático, y problema arreglado. Y mientras esto sucede, el hijo del pobretón, del “negrata” del Bronx o del “sudaca” de California con un gran potencial intelectual a desarrollar que no dispone de dinero, jamás podrá llegar a la universidad y deberá de conformarse con aprender un oficio. Es otro ejemplo similar al anterior, pues el derecho a recibir educación se contempla en dicha Declaración.
Un fenómeno que a menudo pone en cuestión la “democracia ejemplar” de los Estados Unidos es su empalagoso nacionalismo de estado, que tanto anula a las personas, las desvalora y las convierte en solo simples piezas de un aparato superior llamado estado. Las banderas, el himno, el juramento ante Dios, la Biblia y ante la Constitución incluso en las escuelas, etc, supone que el ciudadano se convierta primero y por encima de todo en norteamericano antes que en persona humana. Es decir, que la patria, la bandera, Dios (no en el que yo creo sino otro inventado por ellos que castiga y justifica las guerras), el himno y la Constitución tienen más derechos que las personas, y deben de protegerse por encima de todo.

El militarismo es uno de los cánceres de la humanidad, pues sin ellos el mundo viviría más tranquilo. Hacer una “guerrita” suele formar parte del curso del mandato de la mayoría de los presidentes norteamericanos. Siempre se deben por el dinero y el petróleo, y siempre son el bando de los buenos. Cualquier idea contraria a ellos es mala y corres el riesgo de volverte en un “enemigo del mundo”, del “eje del mal”. El militarismo, el FBI y la CIA son tres lobbies de poder muy peligrosos que actúan en cualquier ámbito, y se encargan de hacer y deshacer impidiendo el auge y desarrollo de ideas progresistas y políticas sociales. Son la dictadura silenciosa de los Estados Unidos disfrazada de defensora de la patria y de la democracia.
La dieta alimentaria de los norteamericanos es de las peores del mundo. Me parece vergonzoso y repugnante que una persona coma y coma hasta convertirse en una montaña de carne y grasa con patas. Además, comer y comer hasta reventar y morir de un infarto me parece algo propio de ignorantes y estúpidos. Es un reflejo del sobreconsumo y de la sobrealimentación, mientras que una parte del planeta padece y muere de hambre. Deberían de desnudarse y ponerse ante un espejo y preguntarse a sí mismos “¿no me da vergüenza de pesar 200 kilos por haberme sobrealimentado indiscriminadamente e incontroladamente mientras una parte del mundo no tiene ni pan ni agua?” Creo que los obesos deberían de sonrojarse, y además se pone en evidencia la hipocresía del culto al cuerpo y los gimnasios.


En cuanto a la economía se refiere, Estados Unidos es un país que funciona muy bien, con un buen nivel y calidad de vida a pesar de algunas graves deficiencias. Sin embargo, su modelo está quedando anticuado y una falta de renovación y refundación del capitalismo hacia un modelo más social y de bienestar ha traído en buena medida a la actual crisis económica. Los tiempos cambian, y la sociedad demanda una evolución, y nada se puede forzar hacia el inmovilismo porque no existen métodos económicos y científicos definitivos y permanentes. Actualmente, una economía basada en el coche y el petróleo es un error. Se puede desarrollar un nuevo modelo más respetuoso con el medio ambiente y que a la vez obtenga grandes beneficios económicos. Si el modelo norteamericano de desarrollo económico lo copian los países de economía emergente se prevé que en el planeta Tierra no haya suficientes recursos para todos. Espero que estos países, como la China o la India sean un poquito más inteligentes y crezcan como potencias mundiales de un modo más sostenible y ejemplar.
Actualmente, Estados Unidos es uno de los países más contaminantes del planeta. Parece de Obama prevé medidas medioambientales, y parece que políticos republicanos van tomando conciencia. Menos mal. Pero para ello hay que transformar la economía. No firmar los protocolos como el de Kioto alegando que eso supondría la destrucción de miles de puestos de trabajo es una excusa barata, ya que cuando ha convenido se han destruido muchos y se han creado otros. Así, por ejemplo, yo no hablo de cerrar las factorías de automóviles, sino que estos que se fabriquen no sean contaminantes.
Desgraciadamente, la cultura y la proyección mundial de lo norteamericano ha traído a la llamada globalización, que no es otra cosa que la americanización del planeta. ¿Por qué tienen que hacer eso, decir al resto de países del mundo como tienen que ser y lo que tienen que hacer? ¿Acaso la cultura de la hamburguesa es una cultura superior tan enriquecedora? Sin embargo, ellos no soportan que se les critique. No cabe duda de que el fomento de la diversidad cultural y lingüística beneficiaría mucho a los norteamericanos porque supondría una mayor comprensión de las civilizaciones humanas, aprender que nadie es superior a nadie y sobre todo la eliminación de muchos prejuicios que tantas guerras han causado.
En el aspecto religioso, alertar acerca de la tergiversación de la figura de Dios para ponerlo al lado de unos gobernantes que justifican la guerra y la pena de muerte, y así tenerlo de su parte. Hacer el mal en nombre del bien y venderlo como que eso es el bien, es decir, hacer un uso malicioso de la religión, deberían de considerarlo como el segundo gran triunfo del diablo (el primero se dice que es convencer al mundo de que no existe). La proliferación de creyentes ultraconservadores evangelistas y similares han convertido en regímenes teocráticos algunos pueblos de la Norteamérica profunda, y eso es lo peor que puede pasar porque es una plaga peligrosa y muy malintencionada bajo esa vida consagrada a Dios, mejor dicho, a su Dios.
¿Dónde está el sueño americano? Preguntémosle a la inmigración, a la gente de color y a las clases medias bajas. No es más que un mito al alcance de unos pocos.

Soy consciente de que todo lo expuesto hasta aquí es un comentario muy crítico hacia una parte (insisto, no toda) de la población norteamericana que todavía no ha cambiado el “chip”. No es que yo pretenda hacer como ellos, o sea, decir como tienen que ser o lo que tienen que hacer porque no tendría ningún derecho, sino, que hay una serie de aspectos que serían mejorables y así entonces podrían dar con mucho gusto buen ejemplo al mundo. En definitiva, un sector del pueblo norteamericano necesita madurar y para ello todavía falta mucho. La victoria de Obama es solo el posible principio de un largo camino por recorrer hacia otro mundo posible.

1 comentario:

Tomás Serrano dijo...

Perdona, Ricard. No tiene nada que ver con este tema. Te he enviado un correo con mi dirección waldowalkiria.