lunes, 3 de agosto de 2009

Esa “España del cambio” que nunca ha existido

Desde la llegada del PSOE a la presidencia del gobierno español, Felipe González puso de moda hablar de la llamada “España del cambio”. Han pasado unos cuantos años desde esta proclama, y es ahora cuando merece plantearse si realmente este cambio se ha hecho o no realidad, y qué es lo que verdaderamente ha cambiado en poco más de tres décadas. Pongamos tres ejemplos.
Primero. Hace unas semanas, un amigo se quejaba de que en todos los canales de televisión siempre se ofrece la misma imagen de España. Se refería a que cuando emiten programas como “Gran Hermano” te enseñan concursantes de estética “chusca” tipo “El Yoyas”, de trasfondo fachenda, chulillos, quijotescos y envalentonados ante sus hermosas “jacas” y endiosados a la hora de mostrar experiencias de la vida. En resumen, el perfil del típico españolito ignorante pero que lo sabe todo y puede con todo. También se quejaba de los programas culturales ofrecidos por la televisión, donde para variar emitían sevillanas, flamenco y corridas de toros, o el inefable “Cine de barrio” para recodar aquellos viejos tiempos.
Segundo. El F.C.Barcelona ha logrado hacer la mejor temporada de su historia al conseguir el triplete. Sin embargo, para la nueva temporada, el Real Madrid C.F. ha logrado hacer por gloria y gracia de Florentino Pérez unos fichajes archimillonarios en plena crisis económica gracias a un dinero que no se sabe de dónde ha brotado pero que de repente ha pasado a existir. Paralelamente, de repente y por sorpresa, el Comité Futbolístico Italiano ha reabierto el caso de dopaje de Pep Guardiola alegando que sus argumentos de defensa no eran admisibles, y se acuerdan de decirlo precisamente ahora que el Barça está en su mayor apogeo. Existen voces que hablan de una conspiración secreta del Real Madrid para desestabilizar al club blaugrana para ponerlo nervioso y así no gane títulos en beneficio del club blanco. Y con respeto al dinero para fichar estrellas del fútbol, se habla de un favoritismo hacia el Real Madrid porque “por decreto” el F.C.Barcelona nunca debe alcanzarlo. Ya se especuló años atrás de que al club merengue le sentaban muy bien los gobiernos nacionalistas españoles (en alusión al franquismo y al PP) porque es cuando más títulos de Liga y Champions gana como rosquillas.
Y tercero. Tras años de arduas discusiones, finalmente el presidente de Aragón ha decidido que las llamadas lenguas catalana y aragonesa no serán oficiales en dicha comunidad autónoma sino que se reconocerán como singularidades regionales, con lo cual se podrán hablar, rotular, usar en las administraciones y enseñar voluntariamente en las escuelas. Es decir, una “bajada de pantalones” para no perder votos de nadie y de paso con un pequeño premio de consolación, y todos contentos.
Vistos estos tres ejemplos, toca reflexionar un poco. ¿Enseñan los programas de televisión a los españoles “normales y corrientes” que se avengan bien y no digan jilipolleces ante las cámaras? ¿Enseñan alguna vez en nuestros preciosos programas televisivos a catalanes hablando bien del pueblo español y a gente de toda España que no despotrique de Cataluña? En los programas culturales, ¿por qué en vez de mostrar siempre sevillanas, rumbas, flamenco y toros no enseñan alguna vez sardanas, jotas aragonesas o asturianas, conciertos de gaitas gallegos o bailes regionales típicos de Castilla? ¿Acaso España es solo Andalucía? ¿No se puede catalanizar pero sin embargo sí se puede “andaluciar”? (y todo esto lo digo con mucho respeto hacia el pueblo andaluz al que le tengo simpatía tanto de su gente como de su cultura y folklore, y por el buen trato, simpatía y amabilidad que siempre han dispensado hacia Cataluña). ¿Por qué los políticos y los medios de comunicación no reconocen la diversidad cultural y lingüística de España y la realidad social del país, donde los conflictos por los tópicos son mucho menores de lo que parecen o casi nulos? ¿Qué interés existe en enfrentar a la gente del país que convive pacíficamente, sea a través de tópicos regionales o bien a través del futbol?
No hay duda. la respuesta está en que la “España del cambio” en realidad no existe y nunca ha existido. Seguimos con los mismos “tics” heredados del franquismo, es decir, uniformidad cultural (siempre toros, sevillanas, rumbas y flamenco, recordar nuestro glorioso y rancio cine nacional en “Cine de barrio” y el Real Madrid como el mejor club del mundo al que jamás se permitirá que otro equipo lo alcance), lingüística (miedo a reconocer y a enorgullecerse de la variedad lingüística como una riqueza), social (el español quijotesco como la mejor raza del mundo, incluso el más ignorante) y regional (donde España es centralista y los catalanes son separatistas, quieren todo el dinero del Estado para ellos solitos y prohíbe el castellano). ¿Por qué los políticos y los medios de comunicación se empeñan en mantener esa España vieja y rancia y venderla como la España real? ¿A qué se debe esa falta de renovación ideológica y cultural, que en realidad ha sido solo aparente mediante la colocación de nuevos ídolos para jóvenes como los Estopa y El canto del loco? (grupos musicales que en realidad demuestran que no ha habido ningún cambio sino una “modernización y rejuvenecimiento” de ese viejo y tópico folklore de siempre).

Sin embargo, los más optimistas dirán que sí ha existido un cambio, y pondrán como ejemplos las grandes reformas urbanísticas de las ciudades como Barcelona, que el catalán ya no está prohibido, que tenemos trenes de alta velocidad, ordenadores y sex-shops, que las mujeres están más liberadas y no dependen de los hombres, que se puede abortar, que ahora los gays y lesbianas pueden contraer matrimonio y adoptar hijos, que en el cine no hay cortes por censura, que hay inmigración, etc., etc. Está bien. Voy a admitir que todo esto ahora es posible y es real en nuestro presente y antes no. Sin embargo, todo ello no es mérito de los esfuerzos de las clases políticas, sino que forma parte de la evolución natural de la sociedad y del mundo, hechos que inexorablemente, tarde o temprano tenían que llegar. No se trata de unos fenómenos locales propios de España, sino de nivel mundial y que en cuestión de un siglo como máximo se generalizarán y se asimilarán en la gran mayoría de sociedades y culturas, incluso por parte de las más conservadoras, religiosas y excluyentes. La evolución social, tecnológica y cultural del mundo es inevitable, y no se debe de confundir con ese presunto “progreso y cambio” pretendidamente introducido por un gobierno determinado porque, insisto, la “España del cambio” nunca ha existido.

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