lunes, 22 de junio de 2009

La prepotencia intelectual de algunas salas de cine


Durante estos días se está celebrado por toda España la Fiesta del Cine. Se trata de una iniciativa desarrollada por la Federación de Asociaciones de Productores Audiovisuales Españoles (FAPAE), la Federación de Distribuidores Cinematográficos (FEDICINE) y la Federación de Cines de España (FECE), con el propósito de hacer frente a la disminución del número de espectadores en las salas de cine.
Así, el pasado domingo día 21, por la compra de una entrada normal se hacía entrega de un pasaporte que permitía ver un numero ilimitado de películas durante tres días a un precio de tan solo 2 euros cada una.
Para esta iniciativa se han adherido la mayoría de cines de Barcelona. Sin embargo, al pasar delante de los cines Verdi y Verdi Park, en el barcelonés barrio de Gràcia, yo y unos amigos míos nos dimos cuenta de que ambas salas no celebraban esta Fiesta del Cine y, por tanto, no ofrecían el descuento. Un comunicado pegado con celo en la puerta de entrada explicaba que el motivo por el cual la empresa se negaba a adherirse a la iniciativa se debía a que ofrecían un cine de gran calidad que no era merecedor de una reducción tarifaria ni nada por el estilo, con lo cual los precios se mantendrían como hasta ahora se ofrecían. Es decir, que reducir el precio era equivalente a desvalorar la calidad de las películas en cartel, y solo el cine comercial (o sea, el "malo") era digno de hacer rebajas.
Los cines Verdi y Verdi Park llevan muchos años dedicados a exhibir ese llamado "cine de calidad". De entrada, eso es algo discutible y opinable y cada espectador o aficionado al cine puede juzgar si eso es cierto o no, y cuyas opiniones a favor o en contra deben de ser respetadas. Ahora bien, el problema radica (y no es la primera vez que lo expresan en comunicados y entrevistas) en manifestar prepotencia y creerse de algún modo superiores a los demás. Por lo visto, para ellos el único cine bueno, inteligente y de calidad es el de arte y ensayo, el alternativo, el experimental, el de vanguardia, el español, el europeo y el de cualquier otro continente que no sea el americano. El resto es basura, es cine de palomitas y Coca-Cola para necios con las mentes contaminadas por el consumismo y los trucos de la era digital. Es frecuente ver en ambas salas gracienses el perfil del público que abunda (con respeto a los auténticos aficionados al cine), muchos de ellos pijoprogres que van de intelectuales de izquierdas y que te mirarían mal o se reirían de ti si les dices que te lo has pasado bien viendo "Terminator Salvation" o "Star Treck". Pero claro, estas críticas que aquí expongo son de aquellas cosas que, naturalmente, no se pueden decir, porque criticar al cine "no comercial" es políticamente incorrecto y, probablemente, te conviertes en un capitalista reaccionario.
En definitiva, lo que quiero decir es que no todo el cine comercial es mediocre ni todo el cine de arte y ensayo y similares es bueno. Creo que un aficionado al cine debe de ser flexible y ser capaz de ver un poco de todo, pues me parece más enriquecedor que estancarse únicamente a un solo tipo de cine. Sin embargo, contra gustos no hay nada escrito y respeto a quienes optan por una cosa u otra. Yo me refiero a mi experiencia personal, porque yo tengo mis géneros favoritos pero no por ello me encierro en un solo mundo como si no existiera nada más que eso.
Reconozco la labor de los cines Verdi y Verdi Park por su oferta de un cine "diferente" al cual todo el mundo que lo desee tiene derecho a ver y a valorar, pero no por ello hay que caer en prepotencias intelectuales ni en complejos de superioridad cinematográfica. Y si otro año se celebra la Fiesta del Cine, que participen dejando a un lado esa soberbia cultural e inviten a los espectadores como cualquier otra sala, que la cultura es de todos.

2 comentarios:

El Cine según TFV dijo...

Buenas tardes a todos:

Con franqueza, me sorprende desagradablemente esta muestra de falso elitismo por parte de unos cines hacia los cuales siento un enorme respeto, no sólo por las muchas veces que los he frecuentado, sino también porque conozco a algunos de sus responsables, bellísimas personas de las que jamás esperaría semejante actitud y que, estoy seguro, de las cuales no ha surgido la misma.

Ignoro el auténtico porqué los cines Verdi no se han unido a la iniciativa del Día del Cine, y probablemente tengan sus buenas y, sobre todo, auténticas razones para no haberlo hecho, pues me niego a creer que semejante muestra de elitismo mal entendido y peor asumido no sea sino una respuesta diplomática a algún problema de fondo de algún tipo que, si quieren, sus responsables ya se encargarán de aclarar.

Únicamente añadiré algo que escribí hace poco en mi propio blog a un lector: que hay cine de calidad y cine de entretenimiento, que ambos están muy bien y que cada cual debe tener muy claro dónde acaba el uno y empieza el otro. Y, lo que es más importante, que no hay que caer en esa consabida mala costumbre, tan española por desgracia, según la cual si te gusta una cosa supone que aborreces de la que es contraria, y viceversa; en este caso, si te gusta el cine de arte y ensayo es porque odias el cine comercial, o viceversa, cuando lo cierto es que el cine es tan amplio y hay en él tantos matices que no se merece esa simplificación por parte de nadie, y menos por parte de personas que presumen de ser buenos aficionados.

Una reflexión final: el auténtico intelectual lo es, sin más, y sin necesidad de decir que lo es.

Un abrazo,
Tomás.

The Fisher King dijo...

Amén de ello (como bien comenta Christian en su "blog"), en dichas salas se venden comestibles y bebidas, lo cual -cuanto menos a mi modesto entender- pone en entredicho la política de exhibición de los Verdi (en tal espacio sólo tienen cabida los "filmes de calidad", o séase, aquéllos que demandan al espectador toda atención y respeto).

Por otra parte, se imponen diversas preguntas, básicas a mi parecer: ¿Qué es “cine de calidad”? ¿A qué llamamos "cine de entretenimiento"? ¿Es posible objetivizar semejantes términos? ¿Son incompatibles los mismos? ¿Obra uno en detrimento del otro? Sea la respuesta que fuere, devendrá harto subjetiva y, por ende, discutible.

Por poner un único ejemplo (los hay a millares, pero no quiero “rayar” a la concurrencia), “Una noche en la ópera aúna, con toda naturalidad, ambos conceptos.

Un poquito de por favor, por favor.