martes, 23 de abril de 2024

Feliz Diada de Sant Jordi 2024


Amigos y amigas:

A caballo entre la primavera y el verano volvemos a disfrutar de uno de los días más entrañables del año: Sant Jordi, Diada del Libro y de la Rosa, un acontecimiento que pese a no ser oficialmente festivo contiene todos los ingredientes propios de una festividad.

El 23 de abril es una de las pocas jornadas que se pueden vivir en un sentido más amplio de forma más comunitaria. Y es que a pesar de los intentos de politización y la presencia de elementos políticos, no ha generado división y enfrentamiento social, de modo que todo durante esta diada todo el mundo forma parte de un mismo equipo humano sin distinciones ni exclusiones. Recomiendo por ello a todo el mundo que disfrute del Sant Jordi, que compre y obsequie con una rosa a las personas que más ama como un gesto de amor, de fe, de confianza, de compromiso y de lealtad. Rara vez una tradición tan clásica ha sido capaz de sobrevivir a los tiempos modernos y adaptarse a las convenciones del siglo XXI. Igualmente, invito a visitar los expositores de libros de las ferias y paradas instaladas a pie de calle y que tanto llenan de vida. Recordemos que los libros son el arma más inofensiva y a su vez la más poderosa para combatir la ignorancia y la incultura por otorgar capacidad de criterio, estimular la inteligencia y no dejarse engañar por aquellos que nos quieren tener sometidos a la su voluntad.

En tiempos presentes en los cuales las letras parecen estar desprestigiadas en favor de un mundo tecnificado donde la ciencia quiere acapararlo todo, es necesario fomentar el hábito de la lectura para volver a colocar a las humanidades y las ciencias sociales donde merecen estar y reconocer sus aportaciones a un mundo cada vez más globalizado y artificial, donde se libra una guerra entre quienes defienden la uniformidad y quienes abogan por la diversidad. No necesariamente debemos dejarnos llevar por las modas y las novedades literarias, sino que también es importante poder leer lo que nos gusta, nos motiva y nos estimula, sean libros nuevos o viejos. Cada obra leída constituye un tiempo aprovechado de nuestra vida y un paso más hacia delante en nuestra evolución como personas. A mayor lectura más democracia porque la cultura adquirida de los libros democratiza a la sociedad y la hace más libre.

Desde aquí y a título personal quiero pedir a todas las instituciones que dejen de lado sus diferencias y continúen con la propuesta de convertir la diada de Sant Jordi en Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, especialmente por los valores que representa y por los beneficios culturales que tendría socialmente a nivel mundial. Sería, en definitiva, fomentar el crisol de nuestra diversidad cultural y su conservación, una garantía de creatividad permanente y una fuerza motriz para las culturas vivas. No desperdiciemos esta oportunidad.

Aprovecho finalmente la ocasión para agradecer a aquellas personas que leen mis artículos en el blog y compran mis publicaciones y desear a todo el mundo un FELIZ SANT JORDI 2024.

sábado, 20 de abril de 2024

Las instalaciones de abastecimiento de agua de la Trinitat (III). La Casa de l'Aigua de la Trinitat Nova


Continuando de los dos anteriores artículos y tras haberse explicado la historia de la Casa de l’Aigua de la Trinitat Vella correspondería dedicar un capítulo al otro conjunto vecino erigido también como consecuencia de esta urgente modernización de la infraestructura de abastecimiento de agua a raíz de la epidemia de fiebre tifoidea: la Casa de l’Aigua de la Trinitat Nova. Al otro lado de la carretera de Ribes, donde actualmente se encuentra el barrio de la Trinitat Nova, muy cerca del popular Chalet de la Trinidad se construyó el segundo conjunto de edificaciones pensada para que el agua que llegaba por bombeo tuviera suficiente inercia para después ser enviada hacia la red urbana de suministro. El 28 de mayo de 1915 se realizó la compra de unos terrenos a su propietario, Manuel María de Sivatte Llopart. La construcción, bajo la supervisión del arquitecto municipal Pere Falqués i Urpí, corrió a cargo de Fomento de Obras y Construcciones. La recepción de las obras tuvo lugar el 11 de febrero de 1920. El resultado fue un recinto cerrado de 6.800 metros cuadrados con dos edificaciones de obra vista y estilo modernista tardío, de planta baja, colocadas perpendicularmente entre sí. Ambas construcciones tenían como aspectos comunes una cubierta a dos aguas limitadas por sendos cabeceros y por cornisas perimetrales escalonadas de ladrillo visto y coronadas por elementos cerámicos. Las fachadas laterales se abrían mediante una galería de arcos de medio punto enmarcadas por ladrillo visto, mientras que en las fachadas principales la arcada era única.


El edificio más pequeño, de 4,5 por 4,5 metros, se empleó como pequeño almacén para los instrumentos de medida y como casa de vigilancia del guardia. El edificio más grande, de 12 por 4,5 metros, albergaba en su sótano un depósito de primera elevación de 10.000 metros cúbicos de capacidad, 71 metros de largo y 45 de ancho, con 47,5 metros de solera sobre el nivel del mar, una altura de 3,5 metros y una capa de 50 centímetros del suelo por encima. Se dividió en dos compartimentos mediante un muro transversal. Una galería perimetral permitía revisar eventuales filtraciones del agua. El depósito contaba además con una cámara de maniobras y una cubeta de aforo para recibir las aguas provenientes de la galería. El hecho de estar construido con hormigón supuso un gran avance tecnológico para la época. En la planta baja había una piscina con un sistema de muros para sacar del depósito de agua el agua que había entrado en primer lugar evitando así el estancamiento. La tubería metálica de salida recorría 123 metros regresando por la galería hasta encontrar el comienzo de la conducción del acueducto Baix de Montcada. En 1919 se instaló un innovador dispositivo de esterilización del agua que la trataba con una solución de hipocloritos. De la maquinaria interior se encargaron los ingenieros industriales Felip Steva y Joan Sitjes.


Este conjunto de la Trinitat Nova estaba comunicado con el de la Trinitat Vella mediante una galería subterránea bajo la carretera de Ribes y la línea ferroviaria de Caminos de Hierro del Norte de España. La nueva infraestructura de abastecimiento permitió la potabilidad de agua desde Montcada i Reixac hasta Barcelona incrementando la presión, pero el volumen aportado y la distribución continuó siendo prácticamente el mismo, por lo que el Eixample quedó sin suministro municipal. Con el paso de los años se fueron introduciendo mejoras técnicas. A partir de 1935 se sustituyeron las bombas de vapor por nuevas y modernas electrobombas. A pesar de la modernización de las infraestructuras y el aumento del consumo, no se aumentó el suministro ni se planteó la municipalización de la Sociedad General de Aguas de Barcelona (SGAB), que vio a partir de 1933 un notable incremento de la demanda de agua tras aumentar el número de abonados. Al estallar la Guerra Civil la SGAB se colectivizó pasando a manos de control obrero y cambiando la denominación por Sindicato Obrero de las Aguas de Barcelona. Con la nueva gestión se intentó garantizar el abastecimiento de agua en la medida de lo posible, incluso ofreciéndola de forma gratuita para las clases sociales más desfavorecidas. Sin embargo, los bombardeos sobre la ciudad dañaron algunas infraestructuras, lo que dificultó cada vez más el suministro a la ciudad. Ya en la posguerra el sistema de abastecimiento volvió a ponerse en funcionamiento aunque con problemas técnicos. A partir de los años cincuenta, la contaminación progresiva del río Besòs no garantizaba una buena calidad de las aguas, especialmente en lo que se refiere a la captación de aguas subterráneas y su depuración, generalmente mediante la cloración por cloro gas o por derivados del cloro.


El 25 de septiembre de 1962 hubo una riada originada por grandes precipitaciones que desbordaron los ríos Llobregat y Besòs y sus afluentes en las partes más bajas, provocando una avenida torrencial de agua que causó 700 víctimas mortales y muchas pérdidas materiales. Como resultado la mina de Montcada quedó muy dañada y llena de tierra, por lo que tuvo que ser reparada y limpiada, si bien a pesar de los trabajos realizados y la participación económica del Ayuntamiento de Barcelona y la Junta de la Acequia, el agua perdió gran parte de su calidad. El 30 de noviembre siguiente se restableció el suministro hídrico de la mina aunque ello duró poco debido a los problemas de contaminación del río Besòs, obligando así al cierre definitivo de la mina y a depender de las posibilidades ofrecidas por los pozos de Montcada. En invierno de 1964 una fuerte e inusual nevada precipitó el cese de las máquinas de vapor extractoras del agua de las minas de la Casa de l’Aigua de Montcada i Reixac.


Ante la previsión de falta de agua por posibles averías de las instalaciones extractoras se construyó una nueva conducción entre la Casa de l’Aigua de la Trinitat Vella y la central de Sant Adrià de Besòs, propiedad de la SGAB. En 1967 entró en servicio dicha conexión que formaba parte de la infraestructura del río Ter. En ese mismo año, con motivo de las obras de construcción de la avenida Meridiana la casa del guardia fue derribada. Desde ese momento el suministro de la cuenca del Besòs finalizó definitivamente. Para completar la llegada de las aguas del río Ter a Barcelona se construyó en el barrio de la Trinitat Nova la Estación Distribuidora de la Trinidad. El 7 de febrero de 1973, el ministro de Obras Públicas Gonzalo Fernández de la Mora inauguró las nuevas instalaciones. Con un presupuesto de 556 millones de pesetas, tenía por función repartir, regular y entregar a los distintos pisos de presión de la red arterial de Barcelona el agua procedente de la estación de tratamiento de agua potable del río Ter.


A raíz de los informes negativos sobre la calidad del agua de los pozos de Montcada, el 31 de marzo de 1989, la Casa de l’Aigua de la Trinitat Nova dejó de funcionar definitivamente. Sin embargo, permanecieron en buen estado de conservación mientras estuvieron bajo la protección de un vigilante de seguridad que velaba por los dos edificios. El Arxiu Històric de Roquetes-Nou Barris aprovechó la ocasión para organizar una visita y conocer el interior, una experiencia bastante interesante que sirvió para realizar un reportaje fotográfico que reflejara el aspecto original de aquella infraestructura. Desgraciadamente la vigilancia fue retirada y una vez ambos edificios permanecieron abandonados, enseguida cayeron en un proceso de degradación y de ataques vandálicos que ocasionaron importantes destrozos. En el exterior, el muro del recinto también resultó dañado a causa de unas obras que se hacían en el exterior. Tanto el Arxiu Històric de Roquetes-Nou Barris como las entidades de la Trinitat Nova, con el apoyo también de otras asociaciones y entidades vecinales y culturales de Nou Barris, denunciaron al Ayuntamiento de Barcelona la situación de dejadez y reclamaron su recuperación como equipamiento cultural para el barrio.


En 1997 se puso en marcha el Pla Comunitari de la Trinitat Nova, una red de propuestas y actuaciones promovidas por asociaciones vecinales y entidades con la colaboración de algunos servicios y administraciones públicas, cuyo objetivo es conocer las necesidades y potencialidades en todos los ámbitos con el fin de progresar en la mejora de la calidad de vida colectiva de los barrios. La recuperación de la Casa d l’Aigua formó parte de este plan. Años después, las reivindicaciones vecinales y del Arxiu Històric de Roquetes-Nou Barris y las negociaciones con el Distrito de Nou Barris permitieron llegar a unos primeros acuerdos. Por este motivo, se procedió a la limpieza tanto interior como exterior de ambos edificios y también de los alrededores. Después, a partir del 2007 se completó la reforma y se dividieron y sortearon una treintena de parcelas de cultivo entre las personas mayores del barrio. Además se plantó un jardín de flores y hierbas aromáticas sobre la cobertura del depósito de aguas. Después de un año de obras de rehabilitación y una inversión de 3,9 millones de euros, el 21 de marzo de 2015 tuvo lugar la inauguración oficial de la reapertura del conjunto como espacio cultural y cívico y centro de educación ambiental. Ambos edificios se unieron mediante un pasillo de cristal y se cubrió la piscina de cloración de agua para ganar en el interior más espacio para desarrollar actividades. En cuanto a los sótanos, se recuperó el sistema de depósito y canalización de agua y se rehabilitó el túnel que conecta con el conjunto de la Trinitat Vella bajo la avenida Meridiana. Los jardines exteriores se acondicionaron tanto para facilitar el acceso al recinto como para que el vecindario del barrio pudiera realizar actividades y celebraciones al aire libre.


Paralelamente, el paisaje de los alrededores cambió por completo para convertirse en un gran jardín con un mirador que cuelga sobre las autopistas de entrada a la ciudad, junto con la reforma del Puente de Sarajevo que conecta la Trinitat Nova con la Trinitat Vella, ampliando su superficie y ajardinándolo. Desde entonces y hasta la actualidad ha habido distintas empresas encargadas de gestionar este equipamiento para programar actividades culturales y lúdicas así como exposiciones y visitas guiadas.

Fotos: Ajuntament de Barcelona, Gaceta Municipal de Barcelona, Joan Maymó.